Hoy mi santidad brilla clara y radiante
1. Hoy me despierto lleno de júbilo, sabiendo que sólo han de acontecerme cosas buenas procedentes de Dios. Eso es todo lo que pido, y sé que mi ruego recibirá respuesta debido a los pensamientos a los que va dirigido. Y en el instante en que acepte mi santidad, lo único que pediré serán cosas dichosas. Pues, ¿qué utilidad tendría el dolor para mí, para qué iba a querer el sufrimiento, y de qué me servirían el pesar y la pérdida si la demencia se alejara hoy de mí y en su lugar aceptara mi santidad?
2. Padre, mi santidad es la Tuya. Permítaseme regocijarme en ella y recobrar la cordura mediante el perdón. Tu Hijo sigue siendo tal como Tú lo creaste. Mi santidad es parte de mí y también de Ti. Pues, ¿qué podría alterar a la Santidad Misma?
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Reflexión: El sufrimiento tiene su morbo y no es fácil de abandonar. El ego lo busca inconscientemente (y a veces de manera consciente) porque vive de ese sufrimiento y de todo lo que es negativo. El que más y el que menos ha estado enganchado a alguna cosa o situación tóxica alguna vez en su vida. El ego es más que una de esas "cosas", pues es la causa principal y lo que nos mantiene aquí; lo que ocurre es que al ser cosa común tener un ego, se ve normal, forma parte de la personalidad, y cuando se manifiesta de manera muy marcada entonces hablamos que fulano es de tal manera, que mengano es de la otra o que a zutano se le ha ido la olla. El ego es una enfermedad mental, y hasta que no te convenzas de que tienes que sanar de él para ser dichoso, seguirás jugando a su locura.
Pero debajo de la capa del ego espera tu salvación. Tu santidad es la única alternativa válida al ego, pero tienes que limpiar toda la morralla de pensamientos que lo conforma impidiéndote llegar hasta ella. Imagina que quieres ver tu santidad clara y radiante y que portas unas gafas sucias, tu base de referencia, el ego. Para verla puedes hacer dos cosas: limpiar las gafas o quitártelas directamente. A nadie le entusiasma la idea pues, el hecho de desprenderse de las gafas (que dicho sea de paso nos hace sentir especiales) para ver la verdad pura y dura de repente, ¡atemoriza!. Pero puedes optar por una solución "progresiva" que consiste en ir limpiando las lentes un poquito todos los días. Con el ejercicio de hoy seguimos limpiando las gafas con un pañito de perdón (metafóricamente hablando).
No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición. Lo único que es urgente es desencajar a tu mente de la posición fija que ha adoptado aquí. Ello no te dejará desamparado ni desprovisto de un marco de referencia. El período de desorientación, que precede a la transición en sí, es mucho más corto que el tiempo que tardaste en fijar tu mente tan firmemente en las ilusiones.
No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición. Lo único que es urgente es desencajar a tu mente de la posición fija que ha adoptado aquí. Ello no te dejará desamparado ni desprovisto de un marco de referencia. El período de desorientación, que precede a la transición en sí, es mucho más corto que el tiempo que tardaste en fijar tu mente tan firmemente en las ilusiones.
(T-16.VI.8.1:5)
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