martes, 1 de mayo de 2018

Lección 163 de Un Curso de Milagros

La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre

1. La muerte es un pensamiento que adopta muchas formas, las cuales a menudo no se reconocen. La muerte puede manifestarse en forma de tristeza, miedo, ansiedad o duda; en forma de ira, falta de fe y desconfianza; preocupación por el cuerpo, envidia, así como en todas aquellas formas en las que el deseo de ser como no eres pueda venir a tentarte. Todos esos pensamientos no son sino reflejos de la veneración que se le rinde a la muerte como salvadora y portadora de la liberación. 
2. En cuanto que encarnación del miedo, anfitrión del pecado, dios de los culpables y señor de toda ilusión y engaño, el pensamiento de la muerte parece ser muy poderoso. Pues parece encerrar a todas las cosas vivientes en sus marchitas manos y a todos los deseos y esperanzas en su puño funesto, así como percibir toda meta únicamente a través de sus ojos invidentes. Los débiles, los indefensos, así como los enfermos se postran ante su imagen, al pensar que sólo ella es real, inescapable y digna de su confianza. Pues la muerte es lo único que inevitablemente llegará. 
3. Todas las cosas excepto la muerte parecen ser inciertas y perderse demasiado pronto independientemente de cuán difícil haya sido adquirirlas. Ninguna de ellas parece ofrecernos seguridad con respecto a lo que nos ha de brindar, y son propensas a defraudar las esperanzas que una vez nos hicieron abrigar y a dejar tras sí un mal sabor de boca, en lugar de aspiraciones y sueños. Pero con la muerte se puede contar. Pues vendrá con pasos firmes cuando haya llegado su hora. Jamás cesará de tomar todo lo que tiene vida como rehén. 
4. ¿Te postrarías ante ídolos como éste? Aquí la fortaleza y el poderío de Dios Mismo se perciben dentro de un ídolo hecho de barro. Aquí se proclama que lo opuesto a Dios es señor de toda la creación, más fuerte que la Voluntad de Dios por la vida, o que la infinitud del amor y la perfecta e inmutable constancia del Cielo. Aquí por fin se derrota la Voluntad del Padre y del Hijo, y se entierra bajo la lápida que la muerte ha colocado sobre el cuerpo del santo Hijo de Dios. 
5. Impío ahora debido a la derrota, el Hijo de Dios se ha convertido en lo que la muerte quiere hacer de él. En su epitafio, que la propia muerte ha escrito, no se menciona su nombre, pues ha pasado a ser polvo. En él sólo se menciona lo siguiente: "Aquí yace un testigo de que Dios ha muerto". Y esto es lo que la muerte escribe una y otra vez, mientras sus veneradores asienten, y, postrándose con sus frentes en el suelo, susurran llenas de miedo que así es. 
6. Es imposible venerar a la muerte en cualquiera de las formas que adopta, y al mismo tiempo seleccionar unas cuantas que no favoreces y que incluso deseas evitar, mientras sigues creyendo en el resto. Pues la muerte es total. O bien todas las cosas mueren, o bien todas viven y no pueden morir. En esto no hay términos medios. Pues aquí nos encontramos de nuevo ante algo que es obvio y que debemos aceptar si queremos gozar de cordura: lo que contradice totalmente un pensamiento no puede ser verdad, a menos que se haya demostrado la falsedad de su opuesto. 
7. La idea de que Dios ha muerto es algo tan descabellado que incluso a los dementes les resulta difícil creerlo. Pues implica que Dios estuvo vivo una vez y que de alguna manera murió, aparentemente asesinado por aquellos que no querían que sobreviviese. Al ser la voluntad de éstos más fuerte, pudo vencer a la Suya y, de esta manera, la vida eterna sucumbió ante la muerte. Y al morir el Padre, murió también el Hijo. 
8. Puede que los que veneran la muerte tengan miedo. Sin embargo, ¿pueden ser realmente temibles estos pensamientos? Si se diesen cuenta de que eso es lo que creen, se liberarían de inmediato. Esto es lo que tú les vas a mostrar hoy. La muerte no existe, y renunciamos a ella en todas sus formas, por la salvación de ellos, así como por la nuestra. Dios no creó la muerte. Cualquier forma que adopte, por lo tanto, tiene que ser una ilusión. Ésta es la postura que hoy adoptamos. Y se nos concede poder mirar allende la muerte, y ver la vida que se encuentra más allá. 
9. Padre nuestro, bendice hoy nuestros ojos. Somos Tus emisarios, y deseamos contemplar el glorioso reflejo de Tu Amor que refulge en todas las cosas. Vivimos y nos movemos únicamente en Ti. No estamos separados de Tu vida eterna. La muerte no existe, pues la muerte no es Tu Voluntad. Y moramos allí donde Tú nos ubicaste, en la vida que compartimos Contigo y con toda cosa viviente, para ser como Tú y parte de Ti para siempre. Aceptamos Tus Pensamientos como nuestros, y nuestra voluntad es una con la Tuya eternamente. Amén. 
* * * 
Reflexión: La lección de hoy es muy clara tanto en su título como en la explicación que acompaña: La muerte es imposible porque contradice todo lo que tenga que ver con Dios. Dios no pudo crear la muerte ni la muerte tiene poder sobre nada que Dios haya creado. No estamos negando la experiencia de la muerte física la cual forma parte del mundo de la ilusión. De hecho la muerte es lo que la posibilita porque la ilusión es cambiante y todo lo que perciben los sentidos termina desmoronándose (el cambio en sí es una muerte constante de lo viejo a lo nuevo). Así que si te aferras a lo físico como real acabarás experimentando la muerte de manera también muy real; aunque el problema no es la certeza de que llegará la muerte, es creer que una ilusión pueda ser cierta y que lo terminará devorando todo. 

La lección de hoy comienza diciendo que "la muerte es un pensamiento que adopta muchas formas, las cuales a menudo no se reconocen", así que la encontramos por doquier camuflada. Por ejemplo, se haya en determinados tipos de sentimientos (depresión, tristeza, soledad, ansiedad, impotencia...), pero otras veces puede estar escondida detrás de ideas en las que el ego da muestras de su máxima estupidez, como cuando sueña con la inmortalidad. Esta idea recurrente de películas y novelas expresa el miedo del ego a morir víctima de sí mismo. 

La muerte nació con el mundo, son amigas inseparables pues es la que posibilita la renovación de las ilusiones, y la manera como la afrontamos sólo depende de con quien te identificas, si con tu cuerpo o si con tu Ser. Si te crees tu cuerpo y todas las falacias del ego vendrás a temer a la muerte y terminarás por arrodillarte inevitablemente ante ella; serás su esclavo. Pero la Voluntad de Dios no puede ser que su Hijo sea un cuerpo que muere pues Él es Dios de Vida y nada puede contradecir eso. 

Casi con toda seguridad aún dudas de que la muerte no exista y desearías creer que fuese así, pero no sirve de nada hacer un ejercicio de negación; no tienes que despreciarla, luchar en su contra, huir o evitarla a toda costa pues forma parte íntegra de la experiencia de la ilusión y toda acción evasiva no le daría si no aún más realidad. No se trata de negarla, sino de aceptarla como parte de la vida y todos sus afanes. No tienes que pelearte con la creencia acerca de si es una ilusión o no pues después de todo, una cosa es comprender la idea intelectual de que este mundo junto con la muerte son ilusorios y otra bien distinta integrar la creencia, lo que lleva su tiempo, pues eso sólo puede ocurrir después de que te ocurran ciertas experiencias y te convenzas de que es así. En cualquier caso, de lo que se trata mientras tanto es de que seas cada vez más capaz de tomar contacto con tu Ser, identificarte con él y sentirte en paz. Es él el que te hará sentir libre y será testigo de la falsedad de la muerte al poder ver más allá de la percepción.

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