De mí depende la salvación del mundo
1. Ésta es la afirmación que algún día habrá de erradicar de toda mente todo vestigio de arrogancia. Éste es el pensamiento de la verdadera humildad, que no te adjudica ninguna otra función, excepto la que se te ha encomendado. Dicho pensamiento supone tu aceptación del papel que te fue asignado, sin insistir en que se te asigne otro. No se detiene a considerar qué papel es el que es adecuado para ti. Tan sólo reconoce que la Voluntad de Dios se hace tanto en la tierra como en el Cielo. Une a todas las voluntades de la tierra en el plan celestial para la salvación del mundo, y les restituye la paz del Cielo.
2. No nos opongamos a nuestra función. No fuimos nosotros quienes la establecimos. No fue idea nuestra. Se nos han proporcionado los medios para llevarla a cabo perfectamente. Lo único que se nos pide es que aceptemos nuestro papel con genuina humildad, y que no neguemos con un aire de falsa arrogancia que somos dignos de él. Poseemos la fuerza necesaria para hacer lo que se nos pide llevar a cabo. Nuestras mentes están perfectamente capacitadas para desempeñar el papel que nos asignó Uno que nos conoce bien.
3. Mientras no entiendas su significado, puede que la idea de hoy te parezca muy ardua. Lo único que dice es que tu Padre te recuerda todavía y te ofrece la perfecta confianza que tiene en ti, Su Hijo. No te pide que seas diferente de como eres en modo alguno. ¿Qué otra cosa sino esto podría pedir la humildad? ¿Y qué otra cosa sino esto podría negar la arrogancia? Hoy no dejaremos de cumplir nuestro cometido con la engañosa excusa de que es un insulto a la modestia. Es el orgullo el que se niega a responder a la Llamada del Propio Dios.
4. Hoy dejaremos a un lado todo vestigio de falsa humildad para poder escuchar la Voz de Dios revelarnos lo que desea que hagamos. No pondremos en duda nuestra capacidad para llevar a cabo la función que Él nos ofrezca. Sólo estaremos seguros de que Él conoce nuestras fuerzas, nuestra sabiduría y nuestra santidad. Y si Él nos considera dignos, es que lo somos. Es sólo la arrogancia la que opina de otra manera.
5. Hay una manera, y sólo una, de liberarte del encarcelamiento al que te ha llevado tu plan de probar que lo falso es verdadero. Acepta en lugar de él el plan que tú no trazaste. No juzgues si eres o no merecedor de él. Si la Voz de Dios te asegura que la salvación necesita que tú desempeñes tu papel y que la totalidad depende de ti, ten por seguro que así es. Los arrogantes tienen que aferrarse a las palabras, temerosos de ir más allá de ellas y de experimentar lo que podría poner en entredicho su postura. Los humildes, en cambio, son libres para oír la Voz que les dice lo que son y lo que deben hacer.
6. La arrogancia forja una imagen de ti que no es real. Ésa es la imagen que se estremece y huye aterrorizada cuando la Voz que habla por Dios te asegura que posees la fuerza, la sabiduría y la santidad necesarias para ir más allá de toda imagen. Tú, a diferencia de la imagen de ti mismo, no eres débil. No eres ignorante ni impotente. El pecado no puede mancillar la verdad que mora en ti, ni la aflicción puede acercarse al santo hogar de Dios.
7. Esto es lo que te dice la Voz que habla por Dios. Y según Él te habla, la imagen se estremece e intenta atacar la amenaza que le resulta desconocida, al sentir que sus cimientos se derrumban. Abandónala. La salvación del mundo depende de ti, y no de ese pequeño montón de polvo. ¿Qué podría esa imagen decirle al santo Hijo de Dios? ¿Por qué tiene él que preocuparse por ella en absoluto?
8. Y así hallamos nuestra paz. Aceptaremos la función que Dios nos encomendó, pues toda ilusión descansa sobre la absurda creencia de que podemos inventar otra función para nosotros. Los papeles que nosotros mismos nos hemos auto-otorgado son inestables y parecen oscilar entre la aflicción y la dicha extática del amor y de amar. Podemos reír o llorar, recibir el día de buen grado o bien recibirlo con lágrimas. Nuestro propio ser parece cambiar según experimentamos múltiples cambios en nuestro estado de ánimo, y nuestras emociones nos remontan hacia lo alto o nos estrellan contra el suelo sumiéndonos en la desolación.
9. ¿Es éste el Hijo de Dios? ¿Habría podido Él crear semejante inestabilidad y llamarla Su Hijo? Aquel que es inmutable comparte Sus atributos con Su creación. Ninguna de las imágenes que Su Hijo aparenta forjar afecta lo que él es. Dichas imágenes revolotean por su mente como hojas arrastradas por el viento, que forman diseños fugaces y se desbandan para volverse a agrupar hasta finalmente dispersarse. O como los espejismos que se ven en el desierto.
10. Estas imágenes insubstanciales desaparecerán y dejarán tu mente libre y serena cuando aceptes la función que se te ha encomendado. Las imágenes que fabricas sólo dan lugar a metas conflictivas, transitorias y vagas, inciertas y ambiguas. ¿Quién podría mantener un esfuerzo constante o poner todas sus energías y empeño en metas como éstas? Las funciones que el mundo tiene en gran estima son tan inciertas, que aun las más sólidas cambian por lo menos diez veces por hora. ¿Qué se puede esperar de metas como éstas?
11. Como bello contraste, tan seguro como el retorno del sol cada mañana para disipar la noche, tu verdadera función se perfila clara e inequívocamente. No hay duda acerca de su validez. Pues procede de Uno que no conoce el error y Cuya Voz está segura de Sus mensajes. Éstos nunca cambiarán ni estarán en conflicto. Todos ellos apuntan hacia un solo objetivo, el cual puedes alcanzar. Puede que tu plan sea imposible, pero el de Dios jamás puede fracasar porque Él es su Fuente.
12. Haz lo que la Voz de Dios te indique. Y si te pide que hagas algo que parece imposible, recuerda Quién es el que te lo pide y quién el que quiere negarse. Luego considera esto: ¿Quién de los dos es más probable que esté en lo cierto, la Voz que habla por el Creador de todas las cosas y que las conoce exactamente como son o la distorsionada imagen de ti mismo, que es inconsistente y está confundida, perpleja e insegura de todo? No permitas que su voz te dirija. Oye en su lugar una Voz que es inequívoca y que te habla de la función que te encomendó tu Creador, Quien te recuerda y te exhorta a que te acuerdes de Él ahora.
13. Su dulce Voz llama desde lo conocido a lo que no conoce. Él quiere consolarte, aunque no conoce el pesar. Él quiere hacer una restitución, si bien goza de absoluta plenitud; Él quiere hacerte un regalo, si bien sabe que ya lo tienes todo. Él tiene Pensamientos que satisfacen cualquier necesidad que Su Hijo perciba, si bien Él no las ve. Pues el Amor sólo puede dar, y lo que se da en Su Nombre se manifiesta en la forma más útil posible en un mundo de formas.
14. Ésas son las formas que jamás pueden engañar, ya que proceden de la Amorfía Misma. El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma en el Cielo. No obstante, lo que aquí se necesite, aquí se concederá. Valiéndote de esta forma puedes desempeñar tu función incluso aquí, si bien el amor significará mucho más para ti cuando se haya restaurado en ti el estado de amorfía. La salvación del mundo depende de ti que puedes perdonar. Ésa es tu función aquí.
* * *
Reflexión:
"La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz». Los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos también se burlaban de Jesús. «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo!"
Mateo 27, 39-42
Posiblemente tu ego haya exclamado con incredulidad al leer el título de la lección de hoy "¿¡Yo salvador del mundo!?", y no es de extrañar. Se nos ha educado desde pequeños en este sistema basado en la dualidad y en el cuerpo, con todas las limitaciones que conllevan. Pero en lo que respecta a la salvación del mundo incluso el ego puede pensar con propósitos nobles:
- Mira Pepito, puedes aspirar a convertirte en un científico prestigioso que descubra la solución al hambre. Eso sería una pasada... pero es más fácil hacerte político y tratar de hacer bien a la comunidad, y de paso a ti mismo, a toda tu familia, a todos tus parientes y amigos.
No escribo con ironía. Es lo que hay. Personajes ilustres que aportaron un verdadero beneficio a la humanidad los has habido y los habrá siempre, pero ¿por qué el mundo no deja de tener problemas? El mundo es el hogar creado por el ego así que no puedes esperar mejorarlo con la pretensión de quedarte perpetuamente en él; si no sería el cielo. Lo mejor que puedes hacer es no tratar de cambiar el mundo y dedicarte, sin embargo, a deshacer el ego sin miramientos, pues el ego no va a tener piedad contigo. A Jesús lo crucificaron y contigo el ego no va a hacer ningún trato de favor si vas pregonando por ahí que tu función es salvar al mundo. Poca gente te va a entender y respetar excepto los que de verdad estén un poco despiertos y conscientes de qué va realmente el asunto.
El ego no sabe lo que es la salvación, sino la condenación, ni perdonar sino vengarse, ni la humildad sino la arrogancia. Y la salvación no es tratar de mejorar el mundo sino perdonarlo, así que cuando termines de hacerlo por completo éste desaparecerá. Eso al ego le suena treméndamente fantástico o treméndamente amenazador, de ahí que reaccione con burla en el primer caso y atacándote en el segundo, pues el ego quiere mantener el mundo como es, su hogar en conflicto. Por lo tanto, no esperes que nadie vaya a salvar el mundo por ti, eso depende de tu perdón lo cual no es más que una forma de reconocimiento. El reconocimiento es lucidez. La lucidez es sinceridad. La sinceridad es humildad. Cuando seas humilde escuchando la Voz que habla por Dios en ti, reconocerás que realmente no hay nada que valga la pena en el mundo y no querrás nada más que la paz de Dios, regresar a Él. Esta es la mayor humildad, reconocer que te equivocaste al venir aquí y que tu lugar está al lado de tu Padre.
No escribo con ironía. Es lo que hay. Personajes ilustres que aportaron un verdadero beneficio a la humanidad los has habido y los habrá siempre, pero ¿por qué el mundo no deja de tener problemas? El mundo es el hogar creado por el ego así que no puedes esperar mejorarlo con la pretensión de quedarte perpetuamente en él; si no sería el cielo. Lo mejor que puedes hacer es no tratar de cambiar el mundo y dedicarte, sin embargo, a deshacer el ego sin miramientos, pues el ego no va a tener piedad contigo. A Jesús lo crucificaron y contigo el ego no va a hacer ningún trato de favor si vas pregonando por ahí que tu función es salvar al mundo. Poca gente te va a entender y respetar excepto los que de verdad estén un poco despiertos y conscientes de qué va realmente el asunto.
El ego no sabe lo que es la salvación, sino la condenación, ni perdonar sino vengarse, ni la humildad sino la arrogancia. Y la salvación no es tratar de mejorar el mundo sino perdonarlo, así que cuando termines de hacerlo por completo éste desaparecerá. Eso al ego le suena treméndamente fantástico o treméndamente amenazador, de ahí que reaccione con burla en el primer caso y atacándote en el segundo, pues el ego quiere mantener el mundo como es, su hogar en conflicto. Por lo tanto, no esperes que nadie vaya a salvar el mundo por ti, eso depende de tu perdón lo cual no es más que una forma de reconocimiento. El reconocimiento es lucidez. La lucidez es sinceridad. La sinceridad es humildad. Cuando seas humilde escuchando la Voz que habla por Dios en ti, reconocerás que realmente no hay nada que valga la pena en el mundo y no querrás nada más que la paz de Dios, regresar a Él. Esta es la mayor humildad, reconocer que te equivocaste al venir aquí y que tu lugar está al lado de tu Padre.
Volviendo al pasaje conque comenzaba este post, quiero recalcar que Jesús no se bajó de la cruz. Pudo bajarse y haberse salvado, él sólo, pero lo que hizo fue quedarse allí colgado haciéndole frente a lo que le tocaba en aquel momento y así enseñó el camino de la salvación a todos (y no me refiero a que el camino sea dejarse crucificar sino a lo que vino después, su resurrección). Tú puedes hacer igual. Puedes tratar de huir del que sea tu calvario para salvarte tu sólo; quiero decir que puedes quejarte, lamentarte, maldecir, gritar, revolcarte de rabia, taparte los ojos y los oídos para negar las circunstancias que estás viviendo, y aún así tu cruz seguirá estando ahí. O puedes aceptar buenamente lo que te ha tocado vivir y no dejarte afectar volviéndote un mártir de la vida, sin regodearte en ello y sin echar la culpa a otros de tus males. Esto no significa que no hagas nada sino que sigues para adelante haciendo lo que buenamente puedes con los medios que tienes a mano y punto. No juzgas, no sabes ciertamente por qué ocurren esas cosas en tu vida (tu ego se empeñará en repetirte hasta la saciedad que lo sabe, que sabe quien tiene la culpa y que además sabe como solucionarlo), así que te encoges de hombros y humildemente entregas tu dolor, tu miedo y tu inquietud al E.S. para que Él los disuelva, y perdonas con la confianza de saber que tu Ser permanecerá íntegro a pesar de todo y pase lo que pase.
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