sábado, 26 de mayo de 2018

Lección 190 de Un Curso de Milagros

Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor

1. El dolor es una perspectiva errónea. Cuando se experimenta en cualquier forma que sea, es señal de que nos hemos engañado a nosotros mismos. El dolor no es un hecho en absoluto. Sea cual sea la forma que adopte, desaparece una vez que se percibe correctamente. Pues el dolor proclama que Dios es cruel. ¿Cómo podría entonces ser real en cualquiera de las formas que adopta? El dolor da testimonio del odio que Dios el Padre le tiene a Su Hijo, de la pecaminosidad que ve en él y de Su demente deseo de venganza y de muerte.
2. ¿Es posible acaso dar fe de semejantes proyecciones? ¿Qué podrían ser sino falsedades? El dolor no es sino un testigo de los errores del Hijo con respecto a lo que él cree ser. Es un sueño de una encarnizada represalia por un crimen que no pudo haberse cometido; por un ataque contra lo que es completamente inexpugnable. Es una pesadilla en la que hemos sido abandonados por el Amor Eterno, el cual jamás habría podido abandonar al Hijo que creó como fruto de Su Amor.
3. El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo. Si Dios es real, el dolor no existe. Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe. Pues la venganza no forma parte del amor. Y el miedo, negando el amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.
4. ¡Que la paz ponga fin a semejantes necedades! Ha llegado el momento de reírse de ideas tan absurdas. No es necesario pensar en ellas como si fuesen crímenes atroces o pecados secretos de graves consecuencias. ¿Quién sino un loco podría pensar que son la causa de algo? Su testigo, el dolor, es tan demente como ellas, y no se debe tener más miedo de él que de las dementes ilusiones a las que ampara, y que trata de demostrar que no pueden sino seguir siendo verdad.
5. Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte. No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte o de debilitarte. Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres. Conforme percibas su inocuidad, ellas aceptarán como suya tu santa voluntad. Y lo que antes inspiraba miedo se convierte ahora en una fuente de inocencia y santidad.
6. Santo hermano mío, piensa en esto por un momento: el mundo que ves no hace nada. No tiene efectos. No es otra cosa que la representación de tus pensamientos. Y será completamente distinto cuando elijas cambiar de parecer y decidas que lo que realmente deseas es el júbilo de Dios. Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás. ¿Le negarías a un pequeño rincón de tu mente su propia herencia y lo conservarías como hospital para el dolor, como un lugar enfermizo a donde toda cosa viviente tiene que venir finalmente a morir?
7. Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. Sin embargo, al no tener causa, no tiene el poder de ser la causa de nada. Al ser un efecto, no puede producir efectos. Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. Tus vanos deseos constituyen sus pesares. Tus extraños anhelos dan lugar a sus sueños de maldad. Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo, mientras que en tu benévolo perdón halla vida.
8. El dolor es la forma en que se manifiesta el pensamiento del mal causando estragos en tu mente santa. El dolor es el rescate que gustosamente has pagado para no ser libre. En el dolor se le niega a Dios el Hijo que Él ama. En el dolor el miedo parece triunfar sobre el amor, y el tiempo reemplazar a la eternidad y al Cielo. Y el mundo se convierte en un lugar amargo y cruel, donde reina el pesar y donde los pequeños gozos sucumben ante la embestida del dolor salvaje que aguarda para trocar toda alegría en sufrimiento.
9. Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud. Abandona todo pensamiento de miedo y de peligro. No permitas que el ataque entre contigo. Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad.
10. Así entenderás que el dolor no existe. Así el júbilo de Dios se vuelve tuyo. Éste es el día en que te es dado comprender plenamente la lección que encierra dentro de sí todo el poder de la salvación: el dolor es una ilusión; el júbilo es real. El dolor es dormir; el júbilo, despertar. El dolor es un engaño, y sólo el júbilo es verdad.
11. Por lo tanto, volvemos nuevamente a optar por la única alternativa que jamás se puede elegir, ya que sólo elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y el júbilo, entre el Cielo y el infierno. Que la gratitud hacia nuestro Maestro invada nuestros corazones, pues somos libres de elegir nuestro júbilo en vez de dolor, nuestra santidad en vez de pecado, la paz de Dios en vez de conflicto y la luz del Cielo en lugar de las tinieblas del mundo.
* * * 

Reflexión: ¿Qué es el dolor? El dolor toma muchas formas y no viene referido solamente al dolor físico sino también al emocional. Puede ser una honda depresión pero también esa leve punzada de descontento con las cosas que nos impide disfrutar de tranquilidad y dicha. El dolor, en todas sus variantes, siempre es una forma de negación de lo que realmente somos, espíritu, y también una resistencia a lo que está ocurriendo afuera en el momento presente. La lección de hoy se refiere a él, con razón, como un engaño a nosotros mismos, y luego añade que el dolor no existe. Llegamos así a una de las afirmaciones más difíciles de aceptar del curso. En realidad no es más difícil que aceptar el resto del curso puesto que éste niega la existencia del mundo y del cuerpo, y el dolor es inseparable a la creencia en el cuerpo y a la experiencia de vivir en el mundo. Esto es porque mientras creas ser un cuerpo, te identifiques con él y cargues sobre él todos tus problemas inventados, también serás susceptible de creer sentir dolor. 

Creerse un cuerpo no sólo es un error sino que te condena a tu propia destrucción. ¿Cómo no puede ser eso doloroso?, y ¿cómo no vas a creer que Dios es cruel y vengativo por lo que hace contigo?. Lo sería si realmente Dios hubiera creado cuerpos pero no los creó ni sabe nada de este mundo, afirma UCdM. Ahora, en tu buena voluntad por querer aprender este curso empiezas a sospechar en lo más profundo de ti que quizás lo anterior sea verdad, entonces podrás negar que estás en un cuerpo y creer que Dios es realmente amoroso, aunque eso no bastará para evitarte el sufrimiento. Necesitas invertir de manera efectiva tu manera de pensar. Eso es un proceso que lleva su tiempo. 

El curso aclara que no existe nada exterior a la propia mente (y todo es mente). Nada puede herir o hacer daño a la mente puesto que no existe causa más allá de ella y ésta no se puede ver afectada por lo que piense. Pero la mente puede soñar con la separación y la individualidad, encarnándose en un cuerpo para sufrir y sentir dolor (sin verse ella misma afectada, repito), siendo el motivo la culpa subconsciente. Así que, como mentes que somos, hemos entregado nuestro poder a nuestra propia proyección, al mundo, el cual no es más que la representación de nuestros propios deseos y temores, y ahora es el mundo el que nos dicta cómo debemos sentirnos. Vemos lo que pasa ahí afuera y no podemos dejar de sentir indignación, miedo, ira, culpa y un montón de sentimientos contradictorios; y eso es porque hemos olvidado quienes realmente somos y lo que hemos hecho siendo responsables de ello. 

Invertir la forma de pensar es despertar dándote cuenta de tu responsabilidad en lo que ves y en lo que experimentas. Entonces abandonas todo pensamiento de miedo, ataque, juicios y peligro. Ya no intentas controlar lo que sucede porque sucederá lo que tenga que suceder, ni tampoco tratas de cambiar nada porque sabes que su causa está en la mente; antes bien, cambias tu pensamiento acerca de ello y esa nueva actitud acaba de raíz con tu dolor y con tu sufrimiento. Ahora te dejas llevar y fluyes con la vida adaptándote a lo que pase, con confianza. La paz te envuelve y alcanzas el júbilo de Dios. Al invertir nuestra forma de pensar acerca del mundo y del dolor elegimos la única alternativa válida que nunca podremos elegir pues siempre se elige entre las ilusiones y la verdad, entre dolor y júbilo, entre el Cielo y el infierno, termina diciendo la lección de hoy. 

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