jueves, 18 de mayo de 2017

Adicciones

Existen muchas y diversas adicciones conocidas y otras no tanto que se están desarrollando ahora o aparecerán en el futuro. Todas son el resultado de lo mismo. Juegos de azar, drogas en toda su diversidad, sexo, poder, comprar y gastar descontroládamente, trabajar en exceso, utilizar el móvil compulsívamente, victimizar o ser víctima (relaciones tóxicas), etc. son sólo algunos tipos.
Primero las emociones, luego diversos síntomas físicos, que del malestar pasan al dolor, terminan revelando la enfermedad que se convierte en la evidencia contundente de que padecemos una adicción grave. Ya no podemos negarlo por más tiempo. Entonces vemos necesario iniciar y someternos a un tratamiento de desintoxicación. Pero todas esas adicciones que he nombrado son variantes agudas de otra adicción general que consideramos algo "normal" pero que es el origen de todas: la adicción a pensar.
Cuando caemos en lo que llamamos una adicción, en realidad lo que estamos haciendo es concentrar en exceso nuestro pensamiento en algo determinado, que cuando es evidentemente destructivo lo llamamos vicio, pero que si no lo es tanto o no lo parece lo llamamos virtud. Pero incluso lo que parece bueno puede terminar no siéndolo. Todos hemos escuchado de los problemas de adaptación y vida trágica de muchos superdotados y genios. En este mundo todo depende de la cantidad. 
Sí; lo que parece determinar una "buena salud mental" es el equilibrio psíquico que no es otra cosa que pensar sin construir demasiados castillos en el aire ni concentrar demasiados pensamientos en algo determinado durante mucho tiempo para no volverlo una obsesión, porque si no, podríamos volvernos de-mentes, locos de remate. Entonces, cuando somos "normales", los pensamientos revolotean, nos hacemos ilusiones y nos caemos de la nube de vez en cuando, pero en general nos levantamos para ilusionarnos con otra cosa y los pensamientos se neutralizan unos a otros. En este batiburrillo mental la vida se nos hace llevadera, como sucede a la mayoría de la gente, la gente del montón. Por eso nuestra sociedad es una sociedad de mediocres, pero una sociedad enferma de mediocridad al fin y al cabo. Cuanto más mediocre seas más posibilidades tendrás de adaptarte a ella y sobrevivir llevando una vida normal, sin sobresalir.
En el mundo de la mediocridad siempre sobresalen algunos. Son los "ideólogos" y los "espabilados" que practican el pensamiento por sistema pero que son tan adictos o más que los demás. Piensan que piensan mejor, que para eso son de tal familia, han estudiado o se han formado (adoctrinado) creyéndose más sabedores que nadie de la verdad, guardándola en secreto en clubes selectos, enriqueciéndose y cubriéndose entre ellos. Si un pobre loco supone un riesgo porque puede dañar a los que están en su entorno inmediato, los ideógos y espabilados son peligrosísimos cuando llegan a ostentar un cargo de influencia y poder porque pueden hundir naciones enteras. Desgraciadamente estas mentes sapiensales, por su naturaleza, son las que se interesan en escalar, pero no hay que tenerles miedo, cumplen su papel. Indirectamente son las que ayudan a despertar a quienes permanecen ensimismados en la mediocridad. Respétalas y bendícelas.
La raza humana sufre de pensamiento de forma generalizada y el planeta tierra se asemeja a algo así como a un gran internado gobernado por los más astutos y ambiciosos ocupando la planta superior. No hay error en esta composición. Y ocurre como en los chistes de manicomios. La única manera de salir de él es dejar de pensar compulsívamente, despertando, haciendo que el pensamiento trabaje para ti y no tú para el pensamiento.
En una manicomio superpoblado decidieron hacer una prueba para liberar a unos cuantos y dejar espacio ¡No cabían todos! Así que los jefes se reunieron y se dijeron:
- Nosotros gestionamos, hacemos los números y escribimos los informes. Trabajamos con lápiz y papel todo el tiempo, así que repartamos lápiz y papel entre todos los internos y quien sea capaz de escribir un libro, lo soltamos. Será la prueba de que supera en cordura a todos los demás, aunque claro, nosotros seguimos siendo los más listos.
Repartieron el material, pasaron unas semanas y congregaron a todos de nuevo para recoger y evaluar los trabajos. El resultado era un auténtico desastre. Muchos habían destrozado el papel y los lápices, otros los habían quemado, otros garabateado el papel sin sentido... hasta que llegaron a uno que muy diligentemente entregó su manuscrito. Lo había titulado "La gran cabalgata" Fascinados, entraron a leer la primera página:
- El cowboy montó sobre su caballo y lo arreó con las espuelas para atravesar la gran llanura que se extendía hacia el horizonte. ¡Arre caballo, arre! Tocotó, tocotó, tocotó, tocotó...
En la segunda página: Tocotó, tocotó, tocotó, tocotó...
En la tercera: Tocotó, tocotó, tocotó, tocotó...
....
En la página 500: Tocotó, tocotó, tocotó, tocotó...
Por fin, en la última página: Sóooooo caballo. Fin.
Eso es lo que se promueve desde los gobiernos, una gran cabalgada. Educar no es ir a la escuela y con suerte luego más tarde a la universidad. Tal como está planteado el sistema, ahí solo se enseña a espolear al caballo de la mente más y más y a convertir a uno en un caballo de carreras con quien hacer apuestas o, puestos a lo peor, en una bestia de carga que tire de la carreta. Los que están arriba no están interesados en que tú sanes, te liberes y te vuelvas una amenaza para el sistema. No quieren masificación pero tampoco quieren quedarse sin internos porque viven de tu adicción y procurarán que sigas con ella por la cuenta que les trae. En fin, que Jiddu Krishnamurti ya lo advertía: "no es bueno estar adaptado a una sociedad profundamente enferma"
Sanar tu pensamiento es también sanar cualesquiera otras adicciones que tengas, y con ellas toda tu vida. Ello se hace despertando al Ser, a la consciencia. Con ello ayudarás también a sanar a todos los demás de todos sus adicciones. Es lo más grande e importante que puedes hacer por el mundo, aunque él ni nadie dentro de él lo quieran hacer ni te lo reconozcan. Las personas tienen miedo de gente como tú. Como el cowboy (o la cowgirl) del chiste, te tocará atravesar la gran llanura en solitario o casi en solitario. Quien sabe, igual encuentras a alguien más que te pueda acompañar un trecho. Es una gran aventura sólo para valientes.
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