jueves, 31 de mayo de 2018

Lección 193 de Un Curso de Milagros

Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda 

1. El aprendizaje es algo que le es ajeno a Dios. 2Su Voluntad, no obstante, se extiende hasta lo que Él no entiende; en el sentido de que Él dispone que la felicidad que Su Hijo heredó de Él permanezca incólume, sea perpetua y por siempre en aumento, que se expanda eternamente en la dicha de la creación plena, que sea eternamente receptiva y absolutamente ilimitada en Él. 3Ésa es Su Voluntad. 4Por lo tanto, Su Voluntad provee los medios para garantizar que se cumpla. 
2. Dios no ve contradicciones. 2Sin embargo, Su Hijo cree verlas. 3Por eso tiene necesidad de Alguien que pueda corregir su defectuosa manera de ver y ofrecerle una visión que lo conduzca de nuevo al lugar donde la percepción cesa. 4Dios no percibe en absoluto. 5Él es, no obstante, Quien provee los medios para que la percepción se vuelva lo suficientemente hermosa y verdadera como para que la luz del Cielo pueda resplandecer sobre ella. 6Él es Quien responde a las contradicciones de Su Hijo y Quien mantiene su inocencia a salvo para siempre. 
3. Éstas son las lecciones que Dios quiere que aprendas. 2Su Voluntad se refleja en todas ellas, y ellas reflejan Su amorosa bondad para con el Hijo que Él ama. 3Cada lección encierra un pensamiento central, que se repite en todas ellas. 4Su forma es lo único que varía, según las circunstancias, los acontecimientos, los personajes o los temas, los cuales parecen ser reales, pero no lo son. 5Su contenido fundamental es el mismo 6 y es éste:

7Perdona, y verás esto de otra forma. 

4. Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. 2No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma. 3Esta uniformidad es lo que hace que el aprendizaje sea algo seguro, ya que la lección es tan simple que al final no se puede rechazar. 4Nadie se puede ocultar para siempre de una verdad tan obvia, que aunque se presenta en innumerables formas, se puede reconocer con la misma facilidad en todas ellas, sólo con desear ver la simple lección que allí se encierra. 
5. Perdona, y verás esto de otra forma. 2Éstas son las palabras que el Espíritu Santo te dice en medio de todas tus tribulaciones, todo dolor y todo sufrimiento, sea cual sea la forma en que se manifiesten. 3Éstas son las palabras con las que a la tentación le llega su fin, y la culpabilidad, abandonada ahora, deja de ser objeto de reverencia. 4Éstas son las palabras que ponen fin al sueño de pecado y eliminan todo miedo de la mente. 5Éstas son las palabras mediante las cuales al mundo entero le llega la salvación. 
6. ¿No deberíamos acaso aprender a decir estas palabras cada vez que nos sintamos tentados de creer que el dolor es real y la muerte se vuelva nuestra elección en lugar de la vida? 2¿No deberíamos acaso aprender a decirlas una vez que hayamos comprendido el poder que tienen para liberar a todas las mentes de la esclavitud? 3Éstas son palabras que te dan poder sobre todos los acontecimientos que parecen tener control sobre ti. 4Ves esos acontecimientos correctamente cuando mantienes estas palabras en tu conciencia, sin olvidarte de que son aplicables a todo lo que ves o a todo lo que cualquier hermano contemple erróneamente. 
7. ¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está alguien percibiendo la lección que debería aprender? 2¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? 3Si lo parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección, 4 y que en la mente que ve el dolor a través de los ojos que ella misma dirige permanece oculta una falta de perdón. 
8. Dios no quiere que sigas sufriendo de esa manera. 2Él quiere ayudarte a que te perdones a ti mismo. 3Su Hijo no recuerda quién es, 4 y Dios no quiere que se olvide de Su Amor ni de todos los dones que Su Amor trae consigo. 5¿Renunciarías ahora a tu propia salvación? 6¿Dejarías acaso de aprender las sencillas lecciones que el Maestro celestial pone ante ti para que todo dolor desaparezca y el Hijo pueda recordar a su Padre? 
9. Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que aprendas. 2Él no deja ningún pensamiento rencoroso sin corregir, ni que ninguna espina o clavo lastime en modo alguno a Su santo Hijo. 3Él quiere asegurarse de que su santo descanso permanezca sereno e imperturbable, sin preocupaciones, en un hogar eterno que cuida de él. 4Él quiere que todas las lágrimas sean enjugadas y que no quede ni una sola más por derramar, ni ninguna que sólo esté esperando el momento señalado para brotar. 5Pues Dios ha dispuesto que la risa reemplace a cada una de ellas y que Su Hijo sea libre otra vez. 
10. Hoy trataremos de superar en un solo día miles de aparentes obstáculos a la paz. 2Deja que la misericordia llegue a ti cuanto antes. 3No trates de posponer su llegada ni un sólo día, minuto o instante más. 4Para eso se hizo el tiempo. 5Úsalo hoy para lo que es. 6Dedica, mañana y noche, el tiempo que puedas a lo que éste tiene como propósito, y no permitas que el tiempo que dediques sea menos que el que sea necesario para satisfacer tu más imperiosa necesidad. 
11. Da todo lo que puedas, y luego da un poco más. 2Pues ahora nos levantaremos apresuradamente e iremos a casa de nuestro Padre. 3Hemos estado ausentes demasiado tiempo y ya no queremos seguir demorándonos más aquí. 4Según practicamos, pensemos en todas las cosas con las que nos hemos quedado para resolverlas por nuestra cuenta y que hemos mantenido fuera del alcance de la curación. 5Entreguémoselas a Aquel que sabe cómo contemplarlas de manera que desaparezcan. 6La verdad es Su mensaje; la verdad es Su enseñanza. 7Suyas son las lecciones que Dios quiere que aprendamos. 
12. Hoy, y en los días venideros, dedica un poco de tiempo cada hora a practicar la lección del perdón tal como se indique. 2Trata de aplicarla a lo acontecido en esa hora, de manera que la próxima esté libre de todo ello. 3De esta manera, las cadenas del tiempo se desatarán fácilmente. 4No dejes que ninguna hora arroje su sombra sobre la siguiente, y cuando haya transcurrido, deja que todo lo acontecido se vaya con ella. 5De este modo, permanecerás libre y en paz eterna en el mundo del tiempo. 
13. Ésta es la lección que Dios quiere que aprendas: Hay una manera de contemplarlo todo que te acerca más a Él y a la salvación del mundo. 2A todo lo que habla de terror, responde de esta manera: 

3Perdonaré, y esto desaparecerá.

4Repite estas mismas palabras ante toda aprensión, preocupación o sufrimiento. 5Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la tierra para elevarla hasta el Cielo. 6Dios Mismo dará este paso final. 7No te niegues a dar los pequeños pasos que te pide para que puedas llegar hasta Él. 
* * *
Reflexión: Volvemos a la afirmación que hacía al principio de la lección anterior. Dios desconoce este mundo basado en la percepción, así que no puede verlo ni ver la necesidad de aprendizaje de su Hijo. El título de hoy es metafórico y quiere recalcar la necesidad de que cumplamos con nuestra única función la cual es deshacer el mundo de ilusiones que hemos fabricado para despertar a la verdad, poniendo así punto final a nuestro sufrimiento; pero tenemos que aprender a hacerlo. La forma es "relativamente fácil" puesto que las oportunidades para el aprendizaje están por doquier y se presentan a todas horas. 

El mundo de la percepción basado en la dualidad propicia la ilusión de conflicto que son todas esas situaciones problemáticas que tenemos que enfrentar a diario donde nos vemos empujados a tomar decisiones. Eso nos mantiene atrapados en una dinámica aparentemente sin salida donde un problema nos lleva a otro, de manera que siempre vivimos preocupados, inquietos, insatisfechos, doloridos, angustiados, duditativos, etc. Digamos que esa es la naturaleza de la mente errónea, quien además es la que indujo el estado de sueño original. 

Afortunadamente la mente recta siempre acompaña de cerca a la mente errada y es ella la que nos puede guiar y corregir, vía Espíritu Santo. El E.S. No ve contradicciones en la percepción, no se deja engañar por ella, sino que la distingue como lo que es, pura ilusión. Así que todas las situaciones conflictivas en la vida, las que tachas de indeseables y que rechazas por serte dolorosas en realidad son oportunidades, lecciones de perdón que tienes que aprender para liberarte y alcanzar la paz de tu Ser. 

Y ahora un chiste: 

Un hombre cae al mar desde un barco de pasajeros. Inmediatamente entra en pánico, y angustiado, por su mente cruza una retahíla de pensamientos: 

- No me han visto caer y me voy a ahogar. O sí me han visto y me rescatarán, aguanta: El agua está muy fría y me congelaré; bueno, el agua está fresca pero me acostumbraré. Inmediatamente me echarán de menos y vendrán por mí; aunque no valgo nada así que ¿quién me echará de menos?. Mi mujer se va a quedar en la gloria. Habrá sido ella quien me ha empujado. Si me rescata la contramaestre, ¡está muy buena!, fingiré ahogamiento y me dejaré hacer el boca a boca. Lucharé me mantendré a flote y nadaré hasta tocar tierra, aunque mejor me dejo hundir. Las olas son muy grandes y me arrastra la marea. Aunque me mantenga a flote vendrá un tiburón y me comerá.... 

De pronto el hombre oye una voz angelical que le dice: 

- Hola, no temas. Soy el Espíritu Santo que te está hablando en tu sueño. Te acabas de orinar. ¡Despierta!. La próxima vez no bebas tanto antes de irte a la cama.

* * * 

martes, 29 de mayo de 2018

Lección 192 de Un Curso de Milagros

Tengo una función que Dios quiere que desempeñe

1. La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado, por siempre puro como Él, creado del Amor y en él preservado, extendiendo amor y creando en su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser. Mas ¿qué sentido puede tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?
2. Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas. Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender? El perdón es tu función aquí. No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad. ¿Pues, qué necesidad tiene el Cielo de perdón? En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abandonar las ilusiones. La creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra.
3. Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. No tiene sentido aquí. El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra. Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma. Dios, sin embargo, creó a Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene forma en absoluto. Lo que Él hace es forjar sueños, pero de una clase tan similar al acto de despertar que la luz del día ya refulge en ellos, y los ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen.
4. El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí. El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpabilidad desaparece. El perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende.
5. La mente no puede cometer errores sin un cuerpo. No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados. La ira se ha vuelto imposible. ¿Dónde está el terror ahora? ¿Qué temores podrían aún acosar a los que han perdido la fuente de todo ataque, el núcleo de la angustia y la sede del temor? Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. Sólo el perdón puede restituir la paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad.
6. Una vez que la ira haya desaparecido, podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y del don de la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor. ¿Es esto indeseable? ¿Es algo de lo que hay que tener miedo? ¿O bien es algo que se debe anhelar, recibir con gratitud y aceptar jubilosamente? Somos uno, por lo tanto, no renunciamos a nada. Y Dios ciertamente nos ha dado todo.
7. No obstante, necesitamos el perdón para percibir que esto es así. Sin su benévola luz, andamos a tientas en la obscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nuestros ataques. Nuestro entendimiento es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que confusión nacida del error. Nos encontramos perdidos en las brumas de sueños cambiantes y pensamientos temibles, con los ojos herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes ocupadas en rendir culto a lo que no está ahí.
8. ¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha perdonado a todos los que ve, o en los que piensa o se imagina? ¿Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo. Y los barrotes que mantienen cautivo al preso se convierten en el mundo en el que su carcelero vive allí con él. Sin embargo, de la liberación del preso depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos.
9. Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre. Los pasos a seguir son muy sencillos. Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. Y ésta te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre. Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor.
10. Sé misericordioso hoy. El Hijo de Dios es digno de tu misericordia. Él es quien te pide que aceptes el camino de la libertad ahora. No te niegues a ello. El Amor que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. Tu única función aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. Él es tal como Dios lo creó. Y tú eres lo que él es. Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él. 
* * *
Reflexión: No hay que interpretar el título de hoy al pie de la letra. Que Dios quiera algo de nosotros aquí es más que improbable, más bien imposible. Quiero decir que Dios es ajeno al mundo por lo que es inviable que nos esté pidiendo hacer absolutamente nada. ¿Qué iba Dios a necesitar si Él lo tiene todo? Dios da por sentado que su Hijo desempeña su función pero en el Cielo, más aquí en el mundo la palabra “querer” evoca tener una voluntad aparte, estar separado, y lo único que cree tener una voluntad aparte de la Dios y se siente separado es un pensamiento, una idea loca de su Hijo único manifiesto en el sueño del mundo con todos los seres que lo habitan (todos nosotros) por efecto de la culpabilidad generada a partir de creencia en la separación (Leer si acaso el párrafo 6 del apartado VIII. El "héroe" del sueño, Cap. 27. La Curación del Sueño, en el libro de texto). La sentencia de la lección de hoy se convierte así en una llamada a recordar o una manera de hacer énfasis en lo se supone que es lo único que debemos de hacer aquí en el mundo lo cual es despertar del sueño que nos envuelve. 

Despertar es la función que tenemos que desempeñar. Tenemos que soltar el mundo ilusorio que fabricamos que es la causa de todo nuestro sufrimiento. Eso se consigue mediante el des-hacimiento del ego, liberándonos de la culpa a través del perdón, pero el perdón no entendido como el mundo lo entiende, sino según la definición que enseña el curso. Dicha función se va a experimentar como una experiencia dolorosa. Parece contradictorio que escapar del sufrimiento requiera más sufrimiento pero es la manera de hacerlo. El ego está construido sobre el miedo, la culpa y el dolor. Si construyes un espeso muro a lo largo de tu camino, con miedo, para protegerte de lo que te causó culpa a espalda tuya, tendrás que derribarlo con esfuerzo y sufrimiento para abrirte paso en el camino de vuelta; eso es des-hacimiento. Hay que hacer frente a todos los obstáculos que hemos interpuesto a la verdad hasta que se perciban como lo que son en realidad, ilusiones, y entonces se trascienden o perdonan, en palabras del curso. Ten en cuenta que el ego se opondrá con todas sus fuerzas y artimañas pues él es todos esos obstáculos. El ego está compuesto básicamente por todo el conjunto de justificaciones, miedos, creencias, imaginaciones, etc. que tu mismo sostienes y que nos separan de la verdad, y tratará por todos los medios de evitar que lo desmontes impidiendo que mires en tu interior pues podrías ponerlo en evidencia, revelar su secreto, su vacuidad; pero mientras sigas identificándote con él, le darás vida hasta que te des cuenta de su falta de poder y su ilusoriedad. 

Conforme vayas deshaciendo y eliminando creencias, memorias subconscientes sin sanar irán aflorando, y el dolor y sufrimiento aparecerán. Visto de esta manera atemoriza y puede que te replantees la necesidad de realizar el curso si te sientes ahora bien contigo mismo. De hecho, este fenómeno es lo que hace que algunos estudiantes se cuestionen su efectividad. Quizás no sepan que cuando empiezan a sentirse mal, después de practicar cierto tiempo los ejercicios, significa que el curso está funcionado. Se les está abriendo la oportunidad de sanar lo que estaba subconsciente, de romper obstáculos a la verdad. Otros cogen miedo y terminan dejándolo, otorgándole al libro todo tipo de prejuicios: que si no funciona, que parece haber empeorado mis problemas, que si el libro es demoniaco, etc. Hay que pensar que los alumnos que lo dejan es porque aún no les ha llegado su hora o el curso no es el sistema de estudios que mejor se adapta a sus condiciones y punto. Pero si te lanzas de lleno al estudio y práctica de UCdM es de aplicación el símil de los 40 años del pueblo judío vagando por el desierto, tiempo durante el que tuvo que enfrentarse a muchos obstáculos antes de llegar a la tierra prometida. 

Normalmente el curso, al principio no se entiende, y su práctica y estudio es sostenido por la fe, la atracción que ejerce o el efecto que emana de la persona que lo enseña, pero sobre todo por el deseo de alcanzar la paz y la libertad personal. Pero el sistema de pensamiento del ego, que es muy tenaz y sibilino, tratará de obstaculizar y frenar el proceso hasta el último momento utilizado todo tipo de subterfugios cada vez más sutiles y engañosas, así que no es de extrañar que por periodos añores tu antigua vida como esclavo del faraón (hablando metafóricamente). El curso ofrecerá una experiencia parecida. Aparecerán tentaciones, obstáculos y muchas dudas a lo largo del proceso de des-hacimiento que podrá durar el tiempo que sea necesario, 40 días, 40 años o 40 vidas. Eso depende de guión que le toque vivir al alumno. UCdM es por ello enteramente un ejercicio de fe, porque no sabes dónde te estás metiendo; el camino se presenta inhóspito (como el desierto), se vaga sin rumbo y tienes que soltar completamente la auto-confianza engañosa del ego para empezar a confiar en el nuevo guía que se te da, el Espíritu Santo. Tu función es aprender a dejarte llevar por él sin interferir. Cuando por fin lo hagas y te rindas entregándote confiado al proceso, el último paso lo dará Dios. 

Para la lección de hoy recomiendo la lectura de los cuatro primeros apartados del Manual para el Maestro. En el título 3. "¿Cuáles son los niveles de enseñanza?" se establece la importancia de las relaciones pues es a través de ellas que uno se libera al liberar a sus hermanos. No existe liberación del sueño ni tu función puede llevarse a cabo sin perdonar al “otro”. Esta es la clave. Lo de las comillas es para señalar que en realidad no existe “otro” sino uno mismo mirándose en un espejo roto. Y en el título 4. "¿cuáles son las características de los maestros de Dios?" se explican las fases por las que el alumno comprometido con el curso suele pasar (puede haber variaciones particulares), sus características, así como cual puede ser dolorosa y el motivo. 

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domingo, 27 de mayo de 2018

Lección 191 de Un Curso de Milagros

Soy el santo Hijo de Dios Mismo

1. He aquí la declaración de tu liberación de las cadenas del mundo. Y he aquí asimismo la liberación del mundo entero. No te das cuenta de lo que has hecho al asignarle al mundo el papel de carcelero del Hijo de Dios. ¿Qué podría ser entonces sino un mundo depravado y temeroso, amedrentado por las sombras, vengativo y salvaje, desprovisto de razón, ciego y enajenado por el odio?
2. ¿Qué has hecho para que éste sea tu mundo? ¿Qué has hecho para que sea eso lo que ves? Niega tu Identidad, y ése es el resultado. Contemplas el caos y proclamas que eso es lo que tú eres. No ves nada que no dé testimonio de ello. No hay sonido que no te hable de la flaqueza que hay dentro y fuera de ti; ni aliento que respires que no parezca acercarte más a la muerte; ni esperanza que alientes que no haya de acabar en llanto.
3. Niega tu verdadera Identidad y no podrás escaparte de la locura que dio lugar a este extraño, antinatural y fantasmal pensamiento que se burla de la creación y se ríe de Dios. Niega tu verdadera Identidad, y te enfrentas al universo solo, sin un amigo: una diminuta mota de polvo contra legiones de enemigos. Niega tu verdadera Identidad y contemplarás la maldad, el pecado y la muerte, y verás la desesperanza arrebatarte de las manos todo vestigio de esperanza, dejándote solamente con ansias de morir.
4. Sin embargo, ¿qué podría ser esto sino un juego en el que puedes negar tu Identidad? Eres tal como Dios te creó. Creer cualquier otra cosa es absurdo. Con este solo pensamiento todo el mundo se libera. Con esta sola verdad desaparecen todas las ilusiones. Con este solo hecho se proclama que la impecabilidad es eternamente parte integral de todo, el núcleo central de su existencia y la garantía de su inmortalidad.
5. Deja que la idea de hoy encuentre un lugar entre tus pensamientos, y te habrás elevado muy por encima del mundo, así como por encima de todos los pensamientos mundanos que lo mantienen prisionero. Y desde este lugar de seguridad y escape retornarás a él y lo liberarás. Pues aquel que puede aceptar su verdadera Identidad realmente se salva. Y su salvación es el regalo que les hace a todos, como muestra de gratitud hacia Aquel que le mostró el camino a la felicidad que cambió toda su perspectiva acerca del mundo.
6. Basta con un solo pensamiento santo como éste para liberarte: tú eres el santo Hijo de Dios mismo. Y con este pensamiento santo comprendes asimismo que has liberado al mundo. No tienes necesidad de usarlo cruelmente, y luego percibir esa misma necesidad en él. Lo liberas de tu aprisionamiento. No verás una imagen devastadora de ti mismo vagando por el mundo llena de terror, mientras que éste se retuerce en agonía porque tus miedos han dejado impreso en su corazón el sello de la muerte.
7. Alégrate hoy de cuán fácilmente desaparece el infierno. No necesitas más que decirte a ti mismo: Soy el santo Hijo de Dios Mismo. No puedo sufrir ni sentir dolor, no puedo sufrir pérdidas ni dejar de hacer todo lo que la salvación me pida. Y con ese pensamiento todo lo que contemples cambiará por completo.
8. Un milagro ha iluminado todas las lúgubres y viejas cavernas en las que los ritos de la muerte reverberaban desde los orígenes del tiempo. Pues el tiempo ya no tiene dominio sobre el mundo. El Hijo de Dios ha venido radiante de gloria a redimir a los que estaban perdidos, a salvar a los desvalidos y a darle al mundo el regalo de su perdón. ¿Quién podría ver el mundo como un lugar siniestro y pecaminoso cuando el Hijo de Dios ha venido por fin a liberarlo nuevamente?
9. Tú que te percibes a, ti mismo como débil y frágil, lleno de vanas esperanzas y de anhelos frustrados; nacido sólo para morir, llorar y padecer, escucha esto: se te ha dado todo poder en la tierra y en el Cielo. No hay nada que no puedas hacer. Juegas el juego de la muerte, el de ser impotente, el de estar lamentablemente encadenado a la disolución en un mundo que no tiene misericordia contigo. No obstante, cuando tengas misericordia con él, su misericordia resplandecerá sobre ti.
10. Deja entonces que el Hijo de Dios despierte de su sueño, y que al abrir sus ojos santos, regrese para bendecir el mundo que él fabricó. Éste nació de un error, pero acabará en el reflejo de la santidad del Hijo de Dios. Y éste dejará de dormir y de soñar con la muerte. Únete a mí hoy. Tu gloria es la luz que salva al mundo. No sigas negándote a conceder la salvación. Contempla el mundo que te rodea, y observa el sufrimiento que se abate sobre él. ¿No está acaso dispuesto tu corazón a llevarles descanso a tus fatigados hermanos?
11. Ellos tienen que esperar hasta que tú te liberes. Permanecen encadenados hasta que tú seas libre. No pueden ver la misericordia del mundo hasta que tú la encuentres en ti mismo. Sufren hasta que tú niegues que el dolor te atenaza. Mueren hasta que tú aceptes tu propia vida eterna. Eres el santo Hijo de Dios Mismo. Recuerda esto, y el mundo entero se libera. Recuerda esto, y la tierra y el Cielo son uno.
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Reflexión: La lección de hoy no requiere más explicaciones. Es muy clara en su exposición, y su afirmación, que es muy poderosa, lo dice todo. Y Sin embargo, si aún después de leer la lección y su encabezado sigues dudando y haciendo preguntas, eso es porque no te reconoces como un hijo de Dios ya que sigues identificado con tu ego. Nuestro propósito es cambiar eso, nuestra manera de vernos a nosotros mismos.

Sin saber ciertamente como iba a enfocar un tema como el de hoy, he buscado inspiración en internet para averiguar qué opina el mundo acerca de lo que hace falta para cambiar uno mismo y me he topado con los "hábitos" (entiéndase también "programas"), así que he enfocado este post sobre ellos. En unos sitios dice que se necesitan 21 días y otros que 66 para cambiarlos de forma permanente. También los hay que dividen el proceso de cambio en 5, 6, 7 y hasta 12 pasos. Pero permíteme decirte que todo eso no es más que una pérdida de tiempo.

Todos hemos seguido alguno de esos métodos alguna que otra vez, pero lo que somos no está sujeto a ningún método porque es ajeno a éste mundo. Lo que buscas ser ya lo eres, aunque bien es cierto que se necesita disciplina (un poco de buena voluntad) para hacerlo manifiesto. El cambio que buscamos los estudiantes de UCdM no consiste en un cambio en la forma de nuestras costumbres. No tratamos de ser mejores. No se trata de cambiar un hábito malo por otro mejor, sino que es un reconocimiento de lo que es verdad en nosotros, y lo buscamos en su experiencia. El ego mismo es un conjunto de hábitos así que cuando cambias unos por otros lo único que haces es cambiar la forma del ego, de tu personalidad, pero el ego sigue siendo ego. 

Si quieres buscar tu Ser en el mundo usando metodologías que el mundo ha creado, estás destinado al fracaso porque tú no eres de este mundo. Dice UCdM, que el lema del ego es "busca pero no halles". Pero puedes desprenderte de tus creencias y de sus hábitos y reconocer que debajo de ellas está tu Ser. Ello no requiere que olvides tus creencias sino que las reconozcas como falsas, y tampoco es necesario que te retires a un lugar apartado para hacer vida de eremita; no. No se supera una obstáculo superponiendo otro o eludiéndolo, sino mirándolo concienzudamente y trascendiéndolo.

El más grande de todos los hábitos es pensar, imaginar y creer que eres un cuerpo, pues todos los demás hábitos derivan de ese. Los hábitos son artificiales, modelan la personalidad. El Ser es natural y su expresión obedece a lo espontaneo, no tiene personalidad. Los hábitos te esclavizan; vivir desde el Ser te libera. El ego y el hábito se construyen sobre el hacer más y más para que ellos mismos sean. El Ser no tiene que hacer nada en absoluto pues ya lo es. El hábito es caprichoso, es cambiante y sujeto a principio y fin. El Ser es constante, inmutable, sin principio ni final... ¿En cuál de las dos descripciones anteriores te reconoces? ¿En el ego y sus hábitos o en el Ser?

Tu Ser te está esperando. Olvida todo lo que creíste acerca de ti y de lo que tenías que hacer y entra en el silencio; obsérvate, ya estás ahí, pleno, atento, inmutable, impecable, imperecedero, en completa paz... esa es tu realidad. ¡Despierta a ella! No es hasta que tú te liberes a ti mismo reconociendo lo que es verdad en ti que no liberarás al mundo contigo. Si tu te salvas el mundo se salva contigo. No esperes lo contrario. No esperes que nada ni nadie en el mundo, ni siquiera el mismo Jesucristo, venga a solucionar los problemas que te has inventado. Eso nunca sucederá, porque el Cristo vive ya en ti. Tu santo Ser, Hijo de Dios, es parte de Él. Sois Uno. La segunda venida es tu propio despertar.

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sábado, 26 de mayo de 2018

Lección 190 de Un Curso de Milagros

Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor

1. El dolor es una perspectiva errónea. Cuando se experimenta en cualquier forma que sea, es señal de que nos hemos engañado a nosotros mismos. El dolor no es un hecho en absoluto. Sea cual sea la forma que adopte, desaparece una vez que se percibe correctamente. Pues el dolor proclama que Dios es cruel. ¿Cómo podría entonces ser real en cualquiera de las formas que adopta? El dolor da testimonio del odio que Dios el Padre le tiene a Su Hijo, de la pecaminosidad que ve en él y de Su demente deseo de venganza y de muerte.
2. ¿Es posible acaso dar fe de semejantes proyecciones? ¿Qué podrían ser sino falsedades? El dolor no es sino un testigo de los errores del Hijo con respecto a lo que él cree ser. Es un sueño de una encarnizada represalia por un crimen que no pudo haberse cometido; por un ataque contra lo que es completamente inexpugnable. Es una pesadilla en la que hemos sido abandonados por el Amor Eterno, el cual jamás habría podido abandonar al Hijo que creó como fruto de Su Amor.
3. El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo. Si Dios es real, el dolor no existe. Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe. Pues la venganza no forma parte del amor. Y el miedo, negando el amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.
4. ¡Que la paz ponga fin a semejantes necedades! Ha llegado el momento de reírse de ideas tan absurdas. No es necesario pensar en ellas como si fuesen crímenes atroces o pecados secretos de graves consecuencias. ¿Quién sino un loco podría pensar que son la causa de algo? Su testigo, el dolor, es tan demente como ellas, y no se debe tener más miedo de él que de las dementes ilusiones a las que ampara, y que trata de demostrar que no pueden sino seguir siendo verdad.
5. Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte. No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte o de debilitarte. Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres. Conforme percibas su inocuidad, ellas aceptarán como suya tu santa voluntad. Y lo que antes inspiraba miedo se convierte ahora en una fuente de inocencia y santidad.
6. Santo hermano mío, piensa en esto por un momento: el mundo que ves no hace nada. No tiene efectos. No es otra cosa que la representación de tus pensamientos. Y será completamente distinto cuando elijas cambiar de parecer y decidas que lo que realmente deseas es el júbilo de Dios. Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás. ¿Le negarías a un pequeño rincón de tu mente su propia herencia y lo conservarías como hospital para el dolor, como un lugar enfermizo a donde toda cosa viviente tiene que venir finalmente a morir?
7. Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. Sin embargo, al no tener causa, no tiene el poder de ser la causa de nada. Al ser un efecto, no puede producir efectos. Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. Tus vanos deseos constituyen sus pesares. Tus extraños anhelos dan lugar a sus sueños de maldad. Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo, mientras que en tu benévolo perdón halla vida.
8. El dolor es la forma en que se manifiesta el pensamiento del mal causando estragos en tu mente santa. El dolor es el rescate que gustosamente has pagado para no ser libre. En el dolor se le niega a Dios el Hijo que Él ama. En el dolor el miedo parece triunfar sobre el amor, y el tiempo reemplazar a la eternidad y al Cielo. Y el mundo se convierte en un lugar amargo y cruel, donde reina el pesar y donde los pequeños gozos sucumben ante la embestida del dolor salvaje que aguarda para trocar toda alegría en sufrimiento.
9. Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud. Abandona todo pensamiento de miedo y de peligro. No permitas que el ataque entre contigo. Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad.
10. Así entenderás que el dolor no existe. Así el júbilo de Dios se vuelve tuyo. Éste es el día en que te es dado comprender plenamente la lección que encierra dentro de sí todo el poder de la salvación: el dolor es una ilusión; el júbilo es real. El dolor es dormir; el júbilo, despertar. El dolor es un engaño, y sólo el júbilo es verdad.
11. Por lo tanto, volvemos nuevamente a optar por la única alternativa que jamás se puede elegir, ya que sólo elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y el júbilo, entre el Cielo y el infierno. Que la gratitud hacia nuestro Maestro invada nuestros corazones, pues somos libres de elegir nuestro júbilo en vez de dolor, nuestra santidad en vez de pecado, la paz de Dios en vez de conflicto y la luz del Cielo en lugar de las tinieblas del mundo.
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Reflexión: ¿Qué es el dolor? El dolor toma muchas formas y no viene referido solamente al dolor físico sino también al emocional. Puede ser una honda depresión pero también esa leve punzada de descontento con las cosas que nos impide disfrutar de tranquilidad y dicha. El dolor, en todas sus variantes, siempre es una forma de negación de lo que realmente somos, espíritu, y también una resistencia a lo que está ocurriendo afuera en el momento presente. La lección de hoy se refiere a él, con razón, como un engaño a nosotros mismos, y luego añade que el dolor no existe. Llegamos así a una de las afirmaciones más difíciles de aceptar del curso. En realidad no es más difícil que aceptar el resto del curso puesto que éste niega la existencia del mundo y del cuerpo, y el dolor es inseparable a la creencia en el cuerpo y a la experiencia de vivir en el mundo. Esto es porque mientras creas ser un cuerpo, te identifiques con él y cargues sobre él todos tus problemas inventados, también serás susceptible de creer sentir dolor. 

Creerse un cuerpo no sólo es un error sino que te condena a tu propia destrucción. ¿Cómo no puede ser eso doloroso?, y ¿cómo no vas a creer que Dios es cruel y vengativo por lo que hace contigo?. Lo sería si realmente Dios hubiera creado cuerpos pero no los creó ni sabe nada de este mundo, afirma UCdM. Ahora, en tu buena voluntad por querer aprender este curso empiezas a sospechar en lo más profundo de ti que quizás lo anterior sea verdad, entonces podrás negar que estás en un cuerpo y creer que Dios es realmente amoroso, aunque eso no bastará para evitarte el sufrimiento. Necesitas invertir de manera efectiva tu manera de pensar. Eso es un proceso que lleva su tiempo. 

El curso aclara que no existe nada exterior a la propia mente (y todo es mente). Nada puede herir o hacer daño a la mente puesto que no existe causa más allá de ella y ésta no se puede ver afectada por lo que piense. Pero la mente puede soñar con la separación y la individualidad, encarnándose en un cuerpo para sufrir y sentir dolor (sin verse ella misma afectada, repito), siendo el motivo la culpa subconsciente. Así que, como mentes que somos, hemos entregado nuestro poder a nuestra propia proyección, al mundo, el cual no es más que la representación de nuestros propios deseos y temores, y ahora es el mundo el que nos dicta cómo debemos sentirnos. Vemos lo que pasa ahí afuera y no podemos dejar de sentir indignación, miedo, ira, culpa y un montón de sentimientos contradictorios; y eso es porque hemos olvidado quienes realmente somos y lo que hemos hecho siendo responsables de ello. 

Invertir la forma de pensar es despertar dándote cuenta de tu responsabilidad en lo que ves y en lo que experimentas. Entonces abandonas todo pensamiento de miedo, ataque, juicios y peligro. Ya no intentas controlar lo que sucede porque sucederá lo que tenga que suceder, ni tampoco tratas de cambiar nada porque sabes que su causa está en la mente; antes bien, cambias tu pensamiento acerca de ello y esa nueva actitud acaba de raíz con tu dolor y con tu sufrimiento. Ahora te dejas llevar y fluyes con la vida adaptándote a lo que pase, con confianza. La paz te envuelve y alcanzas el júbilo de Dios. Al invertir nuestra forma de pensar acerca del mundo y del dolor elegimos la única alternativa válida que nunca podremos elegir pues siempre se elige entre las ilusiones y la verdad, entre dolor y júbilo, entre el Cielo y el infierno, termina diciendo la lección de hoy. 

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lunes, 21 de mayo de 2018

Lección 189 de Un Curso de Milagros

Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora

1. Hay una luz en ti que el mundo no puede percibir. Y con sus ojos no la podrás ver, pues estás cegado por él. No obstante, tienes ojos con los que poder verla. Está ahí para que la contemples. No se puso en ti para que se mantuviese oculta de tu vista. Esta luz es un reflejo del pensamiento con el que practicamos ahora. Sentir el Amor de Dios dentro de ti es ver el mundo renovado, radiante de inocencia, lleno de esperanza y bendecido con perfecta caridad y amor.
2. ¿Quién podría sentir temor en un mundo así? Dicho mundo te da la bienvenida, se regocija de que hayas venido y te canta alabanzas mientras te mantiene a salvo de cualquier peligro o dolor. Te ofrece un hogar cálido y tranquilo en el que permanecer por un tiempo. Te bendice a lo largo del día, y te cuida durante la noche, cual silencioso guardián de tu sueño santo. Ve en ti la salvación, y protege la luz que mora en ti, en la que ve la suya propia. Te ofrece sus flores y su nieve como muestra de agradecimiento por tu benevolencia.
3. Éste es el mundo que el Amor de Dios revela. Es tan diferente del mundo que ves a través de los enturbiados ojos de la malicia y del miedo, que uno desmiente al otro. Sólo uno de ellos puede percibirse en absoluto. El otro no tiene ningún significado. A aquellos que ven surgir del ataque un mundo de odio listo para vengarse, asesinar y destruir, les resulta inconcebible la idea de un mundo en el que el perdón resplandece sobre todas las cosas y la paz ofrece su dulce luz a todo el mundo.
4. Sin embargo, el mundo del odio es igualmente invisible e inconcebible para aquellos que sienten dentro de sí el Amor de Dios. Su mundo refleja la quietud y la paz que refulge en ellos; la tranquilidad y la inocencia que ven a su alrededor; la dicha con la que miran hacia afuera desde los inagotables manantiales de dicha en su interior. Contemplan lo que han sentido dentro de sí, y ven su inequívoco reflejo por todas partes.
5. ¿Cuál de ellos quieres ver? Eres libre de elegir. Mas debes conocer la ley que rige toda visión y no dejar que tu mente se olvide de ella: contemplarás aquello que sientas en tu interior. Si el odio encuentra acogida en tu corazón, percibirás un mundo temible, atenazado cruelmente por las huesudas y afiladas garras de la muerte. Mas si sientes el Amor de Dios dentro de ti, contemplarás un mundo de misericordia y de amor.
6. Hoy pasamos de largo las ilusiones, según intentamos llegar hasta lo que es verdad en nosotros y sentir su infinita ternura, su Amor que sabe que somos tan perfectos como él mismo, y su visión, el don que su Amor nos ofrece. Hoy aprenderemos el camino, el cual es tan seguro como el Amor mismo, al que nos conduce. Pues su sencillez nos protege de las trampas que las descabelladas complicaciones del aparente razonar del mundo tienen como propósito ocultar.
7. Haz simplemente esto: permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. No conserves nada. No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado, ni ninguna creencia que, sea cual sea su procedencia, hayas aprendido con anterioridad. Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ve a tu Dios.
8. ¿No es acaso Él Quien sabe como llegar a ti? Tú no necesitas saber cómo llegar a Él. Tu papel consiste simplemente en permitir que todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo y Dios el Padre sean eliminados silenciosamente para siempre. Dios hará lo que le corresponde hacer en gozosa e inmediata respuesta. Pide y recibirás. Mas no vengas con exigencias, ni le señales el Camino por donde Él debe aparecer ante ti. La manera de llegar a Él es simplemente dejando que Él sea lo que es. Pues de esa forma se proclama también tu realidad.
9. Así pues, hoy no elegiremos el camino por el que vamos a Él. Pero sí elegimos dejar que Él venga a nosotros. Y con esta decisión descansamos. Su Amor se abrirá paso por su cuenta en nuestros corazones serenos y en nuestras mentes abiertas. Es indudable que lo que no ha sido negado se encuentra ahí, si es que es verdad y puede alcanzarse. Dios conoce a Su Hijo y sabe cómo llegar a él. No necesita que Su Hijo le muestre el camino. A través de cada puerta abierta Su Amor refulge hacia afuera desde su hogar interno e ilumina al mundo con inocencia.
10. Padre, no sabemos cómo llegar a Ti. Pero te hemos llamado y Tú nos has contestado. No interferiremos. Los caminos de la salvación no son nuestros, pues te pertenecen a Ti. Y es a Ti a donde vamos para encontrarlos. Nuestras manos están abiertas para recibir Tus dones. No tenemos ningún pensamiento que no pensemos contigo, ni abrigamos creencia alguna con respecto a lo que somos o a Quién nos creó. Tuyo es el camino que queremos hallar y seguir. Y sólo pedimos que Tu Voluntad, que también es la nuestra, se haga en nosotros y en el mundo, para que éste pase a formar parte del Cielo. Amén.

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Reflexión: Hay dos maneras de ver el mundo y las dos son incompatibles entre sí, puesto que, o verás una o verás la otra. Una es un mundo de dolor, culpa, malicia y miedo, y la otra es un mundo totalmente inocente, de misericordia y amor ¿De qué depende contemplar cada manera?. Permíteme ayudarme de una película para explicártelo. En “El Sexto Sentido” se desarrolla el siguiente diálogo entre Bruce Willis, quien hace el papel de un prestigioso psicólogo infantil, y Haley Joel, un niño llamado Cole, que puede ver y hablar con los fantasmas. Dice el niño a Bruce Willis:

- En ocasiones veo muertos.

- ¿En tus sueños? - Responde Bruce.

El niño niega con la cabeza.

- ¿Estando despierto? - Vuelve a preguntar Bruce.

El niño asiente con la cabeza.

- ¿Ves muertos en tumbas y ataúdes?

Cole vuelve a negar con la cabeza y responde:

- Andando como personas normales. No se ven unos a otros. Sólo ven lo que quieren ver. No saben que están muertos.

- ¿Los ves a menudo? - pregunta de nuevo Bruce

- Todos los días. Están en todas partes. ¿No le contará a nadie el secreto, verdad?

- No. Lo prometo.

Pero yo sí te lo cuento a ti para que lo sepa todo el mundo. Ya sé que es una película, pero es muy buena. Te recomiendo que las veas. Así que no sé si ya habrás adivinado la respuesta a la pregunta anterior al diálogo. Te la recuerdo de nuevo: ¿De qué depende contemplar un mundo u otro? La respuesta es la ley de la visión la cual dice que contemplarás lo que desees ver. Ves lo que te atrae ver. Depende de una elección de la que, sin embargo, la mayoría de las personas no son conscientes; por eso en la película el niño dice que los fantasmas ven sólo lo que quieren ver sin saber que están muertos. A la mayoría de la gente le ocurre igual, viven como fantasmas preocupados solamente por las cosas del mundo desconociendo que pueden elegir otra manera de mirar. No se cuestionan asuntos fundamentales lo suficiente, desconocen que el Amor de Dios está dentro de ellos y que sólo han de decidir sentirlo para ver el mundo de una manera diferente.

Ahora ya conoces la otra opción. Sólo necesitas tener un poco de buena voluntad para situarte en tu centro dejando atrás todo tipo de creencias y preocupaciones, vaciando tu mente, y completamente entregado descansar sin esperar nada permitiendo ir todos los obstáculos que has interpuesto entre tú y Dios. No intentes hacer nada más sino rendirte. Todo lo que se te ocurra hacer aparte de eso es innecesario y contraproducente para sentir el Amor de Dios. Cuando lo sientas de verdad podrás ver un mundo totalmente renovado.

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Lección 188 de Un Curso de Milagros

La paz de Dios refulge en mí ahora

1. ¿Por qué esperar al Cielo? Los que buscan la luz están simplemente cubriéndose los ojos. La luz ya está en ellos. La iluminación es simplemente un reconocimiento, no un cambio. La luz es algo ajeno al mundo, y tú en quien mora la luz eres asimismo un extraño aquí. La luz vino contigo desde tu hogar natal, y permaneció contigo, pues es tuya. Es lo único que trajiste contigo de Aquel que es tu Fuente. Refulge en ti porque ilumina tu hogar, y te conduce de vuelta al lugar de donde vino y donde finalmente estás en tu hogar.
2. Esta luz no se puede perder. ¿Por qué esperar a encontrarla en el futuro, o creer que se ha perdido o que nunca existió? Es tan fácil contemplarla que los argumentos que demuestran que no puede existir se vuelven irrisorios. ¿Quién podría negar la presencia de lo que contempla en sí mismo? No es difícil mirar en nuestro interior, pues ahí nace toda visión. Lo que se ve, ya sea en sueños o procedente de una Fuente más verdadera, no es más que una sombra de lo que se ve a través de la visión interna. Ahí comienza la percepción y ahí termina. No tiene otra fuente que ésta.
3. La paz de Dios refulge en ti ahora, y desde tu corazón se extiende por todo el mundo. Se detiene a acariciar cada cosa viviente, y le deja una bendición que ha de perdurar para siempre. Lo que da no puede sino ser eterno. Elimina todo pensamiento de lo efímero y de lo que carece de valor. Renueva todos los corazones fatigados e ilumina todo lo que ve según pasa de largo. Todos sus dones se le dan a todo el mundo, y todo el mundo se une para darte las gracias a ti que das y a ti que has recibido.
4. El resplandor de tu mente le recuerda al mundo lo que ha olvidado, y éste a su vez, restituye esa memoria en ti. Desde ti la salvación irradia dones inconmensurables, que se dan y se devuelven. A ti que das el regalo, Dios Mismo te da las gracias. Y la luz que refulge en ti se vuelve aún más brillante con Su bendición, sumándose así a los regalos que tienes para ofrecérselos al mundo.
5. La paz de Dios jamás se puede contener. El que la reconoce dentro de sí tiene que darla. Y los medios a través de los que puede hacerlo residen en su entendimiento. Puede perdonar porque reconoció la verdad en él. La paz de Dios refulge en ti ahora, así como en toda cosa viviente. En la quietud la paz de Dios se reconoce universalmente. Pues lo que tu visión interna contempla es tu percepción del universo.
6. Siéntate en silencio y cierra los ojos. La luz en tu interior es suficiente. Sólo ella puede concederte el don de la visión. Ciérrate al mundo exterior, y dale alas a tus pensamientos para que lleguen hasta la paz que yace dentro de ti. Ellos conocen el camino. Pues los pensamientos honestos, que no están mancillados por el sueño de cosas mundanas externas a ti, se convierten en los santos mensajeros de Dios Mismo.
7. Éstos son los pensamientos que piensas con Él. Ellos reconocen su hogar y apuntan con absoluta certeza hacia su Fuente, donde Dios el Padre y el Hijo son uno. La paz de Dios refulge sobre ellos, pero ellos no pueden sino permanecer contigo también, pues nacieron en tu mente, tal como tu mente nació en la de Dios. Te conducen de regreso a la paz, desde donde vinieron con el sólo propósito de recordarte cómo regresar.
8. Ellos acatan la Voz de tu Padre cuando tú te niegas a escuchar. Y te instan dulcemente a que aceptes Su Palabra acerca de lo que eres en lugar de fantasías y sombras. Te recuerdan que eres el co-creador de todas las cosas que viven. Así como la paz de Dios refulge en ti, refulge también en ellas.
9. El propósito de nuestras prácticas de hoy es acercarnos a la luz que mora en nosotros. Tomamos rienda de nuestros pensamientos errantes y dulcemente los conducimos de regreso allí donde pueden armonizarse con los pensamientos que compartimos con Dios. No vamos a permitir que sigan descarriados. Dejaremos que la luz que mora en nuestras mentes los guíe de regreso a su hogar. Los hemos traicionado al haberles ordenado que se apartasen de nosotros. Pero ahora les pedimos que regresen y los purificamos de cualquier anhelo extraño o deseo Confuso. Y así, les restituimos la santidad que es su herencia.
10. De esta forma, nuestras mentes quedan restauradas junto con ellos, y reconocemos que la paz de Dios refulge todavía en nosotros, y que se extiende desde nosotros hasta todas las cosas vivientes que comparten nuestra vida. Las perdonamos a todas, y absolvemos al mundo entero de lo que pensábamos que nos había hecho. Pues somos nosotros quienes construimos el mundo como queremos que sea. Ahora elegimos que sea inocente, libre de pecado y receptivo a la salvación. Y sobre él vertemos nuestra bendición salvadora, según decimos: La paz de Dios refulge en mí ahora. Que todas las cosas refuljan sobre mí en esa paz, y que yo las bendiga con la luz que mora en mí.
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Reflexión: Nuevamente el objetivo del ejercicio de hoy es tomar contacto con nuestro ser, el "yo soy" u observador, el testigo silencioso e inmutable dentro de nosotros o presencia consciente. Lo he llamado de todas estas maneras para facilitar que logres identificarte con él, si es que aún no lo has hecho. Los alumnos más aventajados de UCdM saben a qué me refiero. La experiencia de su reconocimiento es en todos nosotros la misma, aún si sólo la has experimentado ocasionalmente, pero igual tú te sientes más identificado con alguno de estos términos mejor que con la palabra “luz” que es la que utiliza la lección de hoy. En cualquier caso la etiqueta que utilicemos da igual (Si gustas puedes probar a cambiar en el texto la palabra "la luz" por "el Ser" o cualquiera de las otras que he dado, y el contenido no cambia). 

De lo que trata la lección en definitiva es de que nos centremos en ese espacio interior en el que nos reconocemos a nosotros mismos para lo que se nos invita a aquietarnos. En ese recogimiento podemos tomar las riendas de nuestros pensamientos errantes para armonizarlos con los "pensamientos de Dios". Aquí recordamos que el curso distingue dos tipos de pensamientos, los pensamientos falsos que son todos aquellos que generan un estado de ilusión, son privados y los reconocemos porque son los que normalmente llamamos pensamientos sin más; y luego están los Pensamientos de Dios los cuales no se parecen en nada a los pensamientos falsos. Éstos últimos son lo que te dan vida (verdadera vida), son eternos, sin principio ni fin, compartidos (no privados), y son los pensamientos que pensamos con el E.S. y nos conducen de salida del sueño de vuelta con el Padre (Ver también lección 165). El Pensamiento de Dios es, en definitiva, la luz, el "yo soy" u observador, el testigo silencioso e inmutable dentro de nosotros o presencia consciente, nuestro verdadero ser hecho a imagen y semejanza del Padre. Lo que vamos a tratar de hacer hoy es centrarnos en Él. 

Al aquietarnos observaremos muchos pensamientos falsos cruzando nuestra mente, pero sin tratar de cambiarlos y sin dejarnos arrastrar por ellos, permaneceremos muy quedos y pendientes de nosotros mismos. Cada vez que no abstraigamos con algún pensamiento falso o mundano, regresamos rápidamente a nuestro centro, a la luz, donde reconocemos que la paz de Dios refulge en no­sotros. Esa paz que irradiamos cuando estamos en el Pensamiento de Dios es compartida a todos los seres a nuestro alrededor. Todo el mundo conoce la frase “esa persona me transmite mucha paz” y no es por casualidad. Desde ese estado de paz y tranquilidad, podemos observar desapegados todos esos pensamientos mundanos cruzando por la mente y perdonamos a todas las personas involucradas en ellos, reconociendo que somos nosotros los constructores de lo que pensábamos nos habían hecho. Retiramos toda culpa sobre esas personas y vemos solamente inocencia. De ese modo hacemos que literalmente la paz de Dios refulja dentro de nosotros, ahora, hacia todos los seres que nos rodean y de los que somos conscientes.

Así vemos que la luz, el ser o Pensamiento de Dios siempre permanece con nosotros, disponible en cualquier momento, ¡ahora!, pues es lo que somos aunque oculto detrás de los pensamientos corrientes que nos cruzan continuamente. ¿Para qué esperar a encontrar la paz en el futuro si la puedes encontrar en este momento? En la luz puedes escuchar la Voz de Dios recordándote dulcemente quien eres pues en ella reside Su paz porque es Su creación, inmutable e imperecedera. Cuando nos centramos en la luz en nosotros extendemos Su paz porque la luz está en todas partes a la vez y en todo tiempo. Hoy se te invita a que te cierres al mundo exterior por un rato para tomar contacto con ella. 
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Regresar a Dios

  "Imagen satelital del río Amazonas fundiéndose con el Océano Atlántico.  Fuente: Agencia Espacial Europea (ESA), dominio público. La ...