Estas
son las lecciones que corresponden a la Segunda Parte del libro de
ejercicios. En su introducción inicial se dice al respecto:
3.
El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principales.
La primera está dedicada a anular la manera
en que ahora ves, y la segunda, a adquirir una percepción
verdadera.
Aquí
convendría recordar lo que es la percepción verdadera. El
Glosario de
Un Curso de Milagros de Kenneth Wapnick la define así:
“Ver
a través de los ojos de Cristo. La visión del perdón que corrige
las percepciones erróneas de separación del ego al reflejar la
verdadera unidad del Hijo de Dios. No identificar con la vista
física. Es la actitud que deshace las proyecciones de culpa,
permitiéndonos mirar al mundo real en lugar del mundo de pecado,
miedo, sufrimiento, y muerte.”
Como
bien dice el párrafo anterior, es una actitud de des-hacimiento de
las proyecciones, ver con el entendimiento o sin ningún tipo de
juicio. Esa actitud requiere estar “despierto” al menos al nivel
que te permita poder aplicar el perdón que pregona el curso. Luego,
con la práctica, ese “nivel” se irá haciendo más consistente,
por decirlo de alguna manera, y se hará extensivo a todas tus experiencias de vida y no sólo a unas pocas como resulta ser al
principio. Es
por eso que la Introducción de la Segunda Parte empieza diciendo:
Las
palabras apenas significarán nada ahora. Las utilizaremos únicamente
como guías de las que no hemos de depender. Pues lo único que nos
interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad.
Osea,
que no habría realmente necesidad de explicar nada de lo que se dice
en estas últimas lecciones, y es por ello que no tengo pensando escribir sobre
las mismas (al menos no como lo he hecho con las primeras 220 lecciones). Un poco más abajo la introducción a la segunda parte añade:
Las
lecciones que aún nos quedan por hacer no son más que
introducciones a los períodos en que abandonamos el mundo del dolor
y nos adentramos en la paz. Ahora empezamos a alcanzar el objetivo
que este curso ha fijado y a hallar la meta hacia la que nuestras
prácticas han estado siempre encaminadas. Lo que nos proponemos
ahora es que los ejercicios sean sólo un preámbulo. Pues aguardamos
con serena expectación a nuestro Dios y Padre. Él nos ha prometido
que Él Mismo dará el paso final.
Se
trata, en definitiva, de ir alcanzando un estado de quietud, paz y amor en el
que recordamos quienes somos, y de esa
manera sanamos todo a nuestro alrededor a la espera de que Dios dé el paso final que nos pueda llevar de vuelta a casa.
* * *
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