Basado en las enseñanzas de Un Curso de Milagros
Si te va mal en la vida, estás desesperad@, y quieres que Dios pare el mundo para bajarte de él, te tengo dos noticias, una buena y otra mala (como en los chistes). ¿Cuál quieres que te cuente primero?
Te voy a contar primero la mala noticia, y es que Dios no puede parar el mundo porque Él tan siquiera lo conoce. Es verdad que creemos que Dios es su creador, pero no es más que una creencia. Piensa detenidamente: ¿Cómo iba Dios a crear un lugar de caos, culpa, injusticia, carencia, dolor y miedo si Él Es Todo Amor?. Aún suponiéndolo posible porque tú personalmente creas que Dios es vengativo, ¿cómo podría Dios enfrentarse a las fuerzas del mal luchando de Igual a igual si Él es omnipotente? Entonces Dios sería un dios menor dejándose ningunear; o quizás sería egocéntrico y caprichoso, como el de mi caricatura jugando con los mundos y con las personas. Definitivamente lo anterior no tiene sentido.
El mundo que tú percibes no pudo haber sido creado por el Padre, pues el mundo no es tal como tú lo ves. Dios creó únicamente lo eterno, y todo lo que tú ves es perecedero. Por lo tanto, tiene que haber otro mundo que no estás viendo. (T-11.VII.1.1-3)
La buena noticia es que, si Dios no creó el mundo, éste no existe pues sólo lo que Dios creó puede existir. Pero, si no existe, ¿cuál es su causa? ¿Cómo es que lo experimentamos tal real? A nivel cosmogónico, el mundo es una fabricación de la mente del Hijo de Dios en estado de ensoñación (de enajenación mental o locura), lo que vamos a llamar Mente-Ego o Mente-Demiurgo, siendo cada alma-ego individual un diminuto fragmento de esa misma Mente-Ego proyectándose en un cuerpo y en un punto concreto del espacio-tiempo; de esta manera la Mente-Ego experimenta sus múltiples fantasías sin ser consciente de sí misma. Es por ello que todo lo que ocurre en el mundo no puede tener más consecuencias que las que tiene un sueño cuando despiertas de él. ¿Dónde queda el sueño cuando despiertas? ¿Era real?. No, sólo lo parecía. Por la misma razón, lo que pase en el mundo no puede afectar a la realidad de lo que tú eres; me refiero, por supuesto, a tu verdadero ser, tu espíritu. Necesitas comprender ésto antes de que sigamos.
El sueño del mundo (y de todos los mundos y seres en este universo y universos paralelos) surgió cuando el Hijo de Dios quiso conocer cómo sería la experiencia de crear (sin conseguirlo) separado de Dios, lo que es imposible, y resultó en un experimento que se le escapó de control pero que terminó tan sólo un instante después, aunque lo experimentamos como si estuviese produciéndose ahora. Eso ocurre porque lo estamos recordando.
Retomando la cuestión que me ha llevado a escribir este post, la cual era ¿cómo puede uno apearse del mundo sabiéndose un personaje proyectado por la Mente-Ego? Preguntado de otra manera: ¿Puede el personaje de un sueño decidir acabar con su sueño? La respuesta evidente es que no, pero el personaje puede (aparentar) volverse consciente de que está soñando. Es lo que se llama un sueño lúcido, que entenderás si lo has tenido alguna vez por la noche. Esa capacidad, volverte lúcido del sueño del mundo, es lo que finalmente te abre la puerta a poder abandonarlo. De hecho es así que ocurre, pues el Hijo de Dios logra finalmente tomar consciencia de Su estado de ensoñación a través de los personajes que proyecta (tú, yo y todos) cuando éstos últimos se vuelven conscientes de su conexión con lo divino a través de una voz o intuición (La Voz del Espíritu Santo o ES, Guía Divino, Ángel Guardián o como prefieras llamarlo) que les susurra al oído que despierten; que les sugiere que ellos son algo más que un personaje ocupando un cuerpo, y que la vida tiene un propósito mucho más elevado que el que perciben sus sentidos físicos.
El ego construyó el mundo tal como lo percibe, pero el Espíritu Santo -el reintérprete de lo que el ego construyó- ve el mundo como un recurso de enseñanza para llevarte a tu hogar. (T-5.III.11.1)
Tú, como personaje, ciertamente no puedes hacer nada para bajarte del mundo mientras te limitas a interpretar estrictamente el guion que la Mente-Ego está soñando para ti. Pero, una vez que te haces consciente de tu conexión divina gracias a La Voz, cuentas con el poder de decidir acerca de cómo re-interpretar tu experiencia. Mientras te identificas con tu personaje, aparentas ser libre para elegir entre una multitud de “diferentes” ilusiones las cuales te mantienen atrapado a la única gran ilusión que existe. Ahora que estás despertando, sin embargo, tu elección puede ser entre creerte las ilusiones que hayas escogido experimentar, o utilizarlas para recordarte que la realidad te está aguardando. Ciertamente solo tienes ésta última elección puesto que ahora sabes que vivir para las ilusiones no es una elección que te lleve a ningún lado. Reinterpretar todo lo que ves bajo la guía de La Voz en lugar de bajo la guía del ego es la única manera de empezar a escapar del sueño del mundo. A ésto es lo que se le llama “perdón” en el Curso de Milagros, y “expiación” al proceso completo de perdonar .
En tu mente hay dos maneras de contemplar al mundo, y tu percepción reflejará el asesoramiento que hayas elegido.(T-12.VII.5.6)
El mundo reinterpretado a la vista del ES es lo que el Curso llama el “mundo real”, el cual es un escalón intermedio entre este mundo de caos, miedo y sufrimiento, o “mundo irreal” proyectado por la Mente-Ego, y el Cielo, que es nuestro verdadero hogar.
Percibir únicamente el mundo real te conducirá al Cielo real, ya que te capacitará para comprenderlo. (T-11.VII.3.9)
Aunque aquí te experimentas como un personaje encarnado dentro de un cuerpo, sólo es una alucinación fabricada por la Mente-Ego. Tu mente “individual” es una copia diminuta de la Mente del Hijo de Dios (holograma), y por ello aún conserva una parte de cordura, ¡la Voz!, que es la parte de tu mente que no sueña y te vincula inalterablemente a Dios. Recuerda: nada que Dios haya creado puede dejar de ser ni perderse, ni nada que Dios no haya creado puede existir. El mundo real es este mismo mundo pero visto desde la perspectiva de esa fracción de tu mente que en realidad es tu verdadera mente. Recuperar su recuerdo en detrimento del uso de tu mente-ego es lo que te devolverá al Cielo porque el Cielo no es más que el estado mental de la mente despierta.
De todo lo que has fabricado, el mundo real es lo único que el Espíritu Santo ha conservado para ti, y la salvación consiste en percibir únicamente eso, ya que es el reconocimiento de que la realidad es únicamente lo que es verdad. (T-11.VII.4.9)
Puesto que ahora sabemos que sólo la realidad nos sacará del mundo, vale la pena analizar atentamente los siguientes párrafos de la sección del Curso titulada “Cómo invertir en la realidad”:
Te pedí una vez que vendieses todo cuanto tuvieses, que se lo dieses a los pobres y que me siguieras. Esto es lo que quise decir: si no inviertes tu atención en ninguna de las cosas de este mundo, puedes enseñarle a los pobres dónde está su tesoro. Los pobres son sencillamente los que han invertido mal, ¡y vaya que son pobres! Puesto que están necesitados, se te ha encomendado que los ayudes, pues te cuentas entre ellos. Observa lo bien que aprenderías tu lección si te negases a compartir su pobreza, pues la pobreza no es otra cosa que insuficiencia, y sólo hay una insuficiencia, ya que sólo hay una necesidad (T-12.III.1.)
No invertir tu atención en ninguna de las cosas de este mundo significa que no te las crees y que les das la importancia justa en tu pensamiento al objeto de vivir despierto, y sin ser víctima de los dramas en los que nos suele hacer caer la mente-ego al darles realidad. Por supuesto que puedes y tienes que tratar con las cosas mundanas porque es imposible vivir sin ocuparte de ciertas tareas. La pobreza o insuficiencia no es más que vivir para sobrevivir, pensando sin otra perspectiva que la del cuerpo tratando de colmar sus necesidades, y desconociendo que la única insuficiencia que existe es creernos separados de Dios. Identificad@ con tu ego, tus pensamientos mundanos no hacen más que hundirte en estados de pobreza (incertidumbre, preocupación, tristeza, indignación, enfado, queja, carencia...), que son intercalados a veces con algún momento de respiro (un placer pasajero o alguna ilusión cumplida), que te ayuda a hacer el sueño un poco más llevadero, evitando plantearte en serio cómo escapar de este mundo.
La insuficiencia se des-aprende enseñando a los demás que tú no necesitas compartir con ellos su mentalidad de pobreza; ésto es, dando ejemplo de tu des-identificación con las creencias y necesidades del ego.
Identificarte con el ego es atacarte a ti mismo y empobrecerte. Por eso es por lo que todo aquel que se identifica con el ego se siente desposeído. Lo que experimenta entonces es depresión o ira, ya que lo que hizo fue intercambiar su amor hacia Sí Mismo por odio hacia sí mismo, y como consecuencia de ello, tiene miedo de sí mismo. Él no se da cuenta de esto. Aun si es plenamente consciente de que está sintiendo ansiedad, no percibe que el origen de ésta reside en su propia identificación con el ego, y siempre trata de lidiar con ella haciendo algún "trato" demente con el mundo. Siempre percibe este mundo como algo externo a él, pues esto es crucial para su propia adaptación. No se da cuenta de que él es el autor de este mundo, pues fuera de sí mismo no existe ningún mundo. (T-12.III.6)
Todo está en tu mente y lo proyectas afuera. El mundo es la pantalla donde ves reflejados tus pensamientos; los del ego como el mundo irreal, pero de igual modo los pensamientos amorosos de tu mente recta (el ES en ti) como el mundo real.
El sistema de pensamiento del ego es conflictivo porque nació a partir del trauma de miedo-culpa causado al creerte separad@ de Dios cuando quisiste experimentar por tu cuenta que sería sentirse especial. Como te identificas con dicho sistema de pensamiento, no lo cuestionas a nivel profundo pues te pondrías en entredicho a ti mism@; por lo tanto, tratas de manejarlo buscando respuestas y soluciones en el mundo exterior donde lo único que consigues es fracasar y frustrarte una y otra vez pues el lema secreto del ego es “busca pero no encuentres”. Proyectar tu conflicto afuera se convierte así en la garantía de que no te librarás de él perpetuando al ego, el cual se alimenta de cualquier experiencia en el intervalo que va desde el más leve desasosiego hasta la más profunda agonía.
Si sólo los pensamientos amorosos del Hijo de Dios constituyen la realidad del mundo, el mundo real tiene que estar en su mente. Sus pensamientos descabellados tienen que estar también en su mente, pero él no puede tolerar un conflicto interno de tal magnitud. Una mente dividida está en peligro, y el reconocimiento de que alberga dentro de sí pensamientos diametralmente opuestos es intolerable. Proyecta, por consiguiente, la división, no la realidad. Todo lo que percibes como el mundo externo no es otra cosa que tu intento de mantener vigente tu identificación con el ego, pues todo el mundo cree que esa identificación es su salvación. Observa, sin embargo, lo que ha sucedido, pues los pensamientos tienen consecuencias para el que los piensa. Estás en conflicto con el mundo tal como lo percibes porque crees que el mundo es antagónico a ti. Ésta es una consecuencia inevitable de lo que has hecho. Has proyectado afuera aquello que es antagónico a lo que está adentro, y así, no puedes por menos que percibirlo de esa forma. Por eso es por lo que debes darte cuenta de que tu odio se encuentra en tu mente y no fuera de ella antes de que puedas liberarte de él, y por lo que debes deshacerte de él antes de que puedas percibir el mundo tal como realmente es. (T-12.III.7)
Mantenerte anclad@ al mundo es mantenerte anclad@ al ego, y viceversa. Mientras sigas ubicando la causa de tu sentir (tanto de felicidad como de infelicidad) en el mundo, no podrás sanar (deshaciendo el sistema de pensamiento del ego) pues has separado causa y efecto. Por eso es que, siendo tú la causa del mundo, éste se manifiesta como un lugar en el que has perdido el control, sintiéndote su víctima pues te crees viviendo en un lugar peligroso. Es la forma en que, como hemos dicho ya, aseguras la irresolución del conflicto que existe dentro de tu mente, la cual no es más que una diminuta representación de lo que ocurre en la Mente-Ego. Puesto que la Mente-Ego teme a Dios (y por lo tanto, tú también en el rincón más oculto de tu subconsciente), el mundo ha sido fabricado como un lugar totalmente ajeno a Dios donde se ataca Su verdad. No tienes más que ver el uso generalizado de la mentira y el engaño. Este mundo y los cuerpos, fabricados también por la Mente-Ego, son totalmente opuestos a la creación de Dios. Sin embargo reina la creencia de que todo ha sido creado por Dios, a pesar de lo cual el mundo se puede destruir y los cuerpos pueden morir o ser asesinados, con lo que el ego se siente entonces más poderoso que Dios Quien da vida eterna. La muerte es la forma en la que la Mente-Ego niega a Dios.
El mundo que percibes es un mundo de separación. Quizá estés dispuesto a aceptar incluso la muerte con tal de negar a tu Padre. Sin embargo, Él no dispuso que fuese así, y, por lo tanto, no es así. Tu voluntad sigue siendo incapaz de oponerse a lo que la Suya dispone, y ésa es la razón de que no tengas ningún control sobre el mundo que fabricaste. No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la voluntad. El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sentido ni significado alguno. Se compone de lo que tú no deseas, lo cual has proyectado desde tu mente porque tienes miedo de ello. Sin embargo, un mundo así sólo se puede encontrar en la mente de su hacedor, junto con su verdadera salvación. No creas que se encuentra fuera de ti, ya que únicamente reconociendo dónde se encuentra es como podrás tener control sobre él. Ciertamente tienes control sobre tu mente, ya que la mente es el mecanismo de decisión. (T-12.III.9)
Este es el truco de prestidigitación del ego que nos mantiene engañados en/con el mundo: Ves lo que detestas porque, a la vez que lo temes, te atrae y lo deseas ocultamente. Es por eso que lo proyectas fuera de ti distanciándote de ello sin perderlo de vista, como si no tuviera nada que ver contigo. El pensamiento-ego es así de retorcido y de morboso pues “sarna con gusto no pica”. Y lo mejor es que la culpa de todo lo que ocurre en el mundo ya no es tuya, es de los demás. En conclusión: Ves lo que ves porque lo proyectas afuera donde dejas de hacerte responsable de ello, pues el reconocimiento de que tú eres su causa podría llevar sanación a tu locura y pondría fin a tu mente-ego, a tu personaje y a tu sueño de separación y especialismo. Pero no deseas eso, ni que acabe tu sueño, ya que no quieres dejar de sentirse especial y diferente a pesar de todo el dolor y la infelicidad que ello te produce.
El ego es morboso y le gusta sentirse víctima por las recompensas ocultas que obtiene con ello. Si tú eres la causa de la manera en como ves y experimentas el mundo, no puedes sino ser también el responsable de cualquier tipo de ataque que percibas, pues no es lo que percibes lo que te ataca sino la interpretación que tú haces de ello. Reconocer ésto es llevar la mentira ante la verdad. En ese lugar de tu consciencia reside tu paz y tu capacidad para extender paz hacia afuera y ver el mundo real.
Si reconocieses que cualquier ataque que percibes se encuentra en tu mente, y sólo en tu mente, habrías por fin localizado su origen, y allí donde el ataque tiene su origen, allí mismo tiene que terminar. Pues en ese mismo lugar reside también la salvación. El altar de Dios donde Cristo mora se encuentra ahí. Tú has profanado el altar, pero no has profanado el mundo. Cristo, sin embargo, ha puesto la Expiación sobre el altar para ti. Lleva todas tus percepciones del mundo ante ese altar, pues es el altar a la verdad. Ahí verás tu visión transformarse y ahí aprenderás a ver verdaderamente. Desde este lugar, en el que Dios y Su Hijo moran en paz y en el que se te da la bienvenida, mirarás en paz hacia el exterior y verás el mundo correctamente. Mas para encontrar ese lugar tienes que renunciar a tu inversión en el mundo tal como lo proyectas, y permitir que el Espíritu Santo extienda el mundo real desde el altar de Dios hasta ti. (T-12.III.10)
Recordarás la frase bíblica “no se puede servir a dos señores a la vez”. Una interpretación es que no puedes llevar una vida coherente y plena sirviéndote de dos sistemas de pensamiento opuestos a la vez. La división que ello causa en tu mente es lo que te hace perder la paz que por derecho te pertenece por tu condición de Hijo de Dios. Nunca podrás deshacer tu nexo con la mente recta ni con tu divinidad porque siempre serás tal como Dios te creó, pero puedes ignorar tu condición velándola bajo el espeso manto de los pensamientos y deseos de tu mente-ego, la cual es la generadora de dicha división, provocando la percepción de la dualidad, y de la percepción de un mundo dividido siempre en conflicto.
Dije anteriormente que lo que proyectas o extiendes depende de ti, pero tienes que hacer una u otra cosa, ya que ello es una ley de la mente, y antes de mirar afuera tienes que mirar adentro. Al mirar adentro eliges al guía cuya visión deseas compartir. Y luego miras afuera y contemplas sus testigos. Por eso es por lo que siempre encuentras lo que buscas. Lo que desees para ti es lo que manifestarás, y lo aceptarás del mundo porque al desearlo lo ubicaste en él. Cuando crees que estás proyectando lo que no deseas, es porque todavía lo deseas. Esto conduce directamente a la disociación, puesto que representa la aceptación de dos objetivos, cada uno de los cuales se percibe en un lugar diferente y separado del otro porque hiciste que fueran diferentes. La mente ve entonces un mundo dividido fuera de sí misma, pero no dentro de ella. Esto le da una ilusión de integridad y le permite creer que está yendo en pos de un solo objetivo. Sin embargo, mientras sigas percibiendo un mundo dividido, no habrás sanado. Pues haber sanado es ir en pos de un solo objetivo, al haber aceptado uno solo y no desear más que uno solo. (T-12.VII.7)
Cuando deshagas la división en tu mente aceptando solo los pensamiento de tu mente recta podrás sanar y ser feliz de forma permanente; pero no lo conseguirás rechazando los pensamientos y creencias del ego. No se trata de taparte los ojos negando la negación. No se trata de negar al ego como antes negabas tu divinidad. Tienes que observarlo y reconocerlo en su acción, y luego sencillamente abandonarlo a un lado reconociendo su futilidad para permitir que tu mente recta brille con su luz. Entonces será cuando te des cuenta de que el mundo no es un lugar caótico y peligroso, sino un salón de clases para re-conocerte a ti mism@ despertando a lo que siempre has sido.
Pues cuando el Cielo y la tierra se vuelvan uno, dejarás de ver incluso el mundo real. El mundo no acabará destruido, sino que se convertirá en el Cielo. Lo que constituye la reinterpretación del mundo es la transformación de toda percepción en conocimiento. (T-11.VIII.1.7-9)
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