jueves, 28 de marzo de 2024

¡El Mar, Idiota, el Mar!

Acabo de tener una conversación con Chaty (Chat GPT) acerca de la autoría de la famosa expresión que da nombre a este artículo. Ambos, al final, nos debatimos sobre si "El mar, idiota, el mar" proviene de la obra "La Conquista del Everest" escrita por Alberto Vázquez-Figueroa, o si fue popularizada con anterioridad por los Payasos de la Tele en los años 70, y luego fue Vázquez-Figueroa quien simplemente la adoptó en su libro. No importa. Lo que sí dice Chaty es que la frase se utiliza en el contexto de la novela para transmitir la idea de que el mar es un elemento que desafía y domina al hombre, recordándole su insignificancia y vulnerabilidad frente a la naturaleza. La expresión es realizada por uno de los protagonistas, quien la utiliza para enfatizar la importancia y el poder del océano en contraste con las ambiciones y preocupaciones humanas. Y sobre eso va este artículo, acerca de esas preocupaciones, porque, ¿qué son las preocupaciones?, ¿qué da lugar a ellas?. ¿Los problemas existen por sí mismo o son interpretaciones que hacemos condicionados por quienes creemos ser?

Imagen generada con la colaboración de inteligencia artificial (ChatGPT de OpenAI)

El mundo parece estar protagonizado por individuos, cada uno con nuestros intereses particulares y separados. Nos agitamos en nuestros juicios y maniobramos según los mismos para defendernos de las amenazas y para solucionar los problemas que parecen ir surgiendo, tratando de mantener a salvo nuestro pequeño submundo conocido y su círculo afecto. Nuestra seguridad depende de esa identificación, y por eso sacamos las armas contra todo lo que parece amenazar el concepto de nuestro yo. En el contexto de la vida en general e ignorando qué somos en realidad, actuamos creyendo ser como gotas de agua independientes unas de otras en un inmenso mar, disponiendo de libre albedrío, y que podemos optar a movernos hacia un lado u otro, hacia arriba o abajo cuando así lo deseamos con todas nuestras fuerzas. ¿Pero es verdad?


Desconocemos que la condición del mar es que forma un conjunto único e inseparable, así que quizás no somos gotas separadas: ¡somos el mar, idiota, el mar! Condicionados y limitados por los sentidos físicos y por las creencias en nuestra mente, no alcanzamos a ver más allá de lo que nos muestran lo ojos de nuestro disminuido y ciego yo, el ego, esa gota “egotista” (gota egoísta), que surgida del pensamiento de vulnerabilidad y del miedo pretende dirigir su vida queriendo controlar cada aspecto de ella.


En nuestro delirios de existencia individual y separada, centrados en nuestro radio más inmediato, perdemos de vista la inmensidad y también nuestra energía nadando contracorriente contra lo que parecen envestidas de las olas que sentimos nos salpican y dan la vuelta, ahora somos hundidos a lo más profundo, ahora nuevamente elevados a una cresta, y en toda esa agitación y vaivén creemos que aún podemos hacer algo. ¡Es el mar, idiota, el mar!


No somos gotas separadas luchando por su supervivencia (los más “afortunados” por vivir mejor). No podemos movernos conforme a la propia voluntad ni generar nuestro futuro, aunque parezca que podemos (qué nombre más absurdo). Jesús lo dijo: "Pero aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues”. Vivimos un delirio donde la voluntad es la del Soñador del sueño soñando con todo el océano al mismo tiempo. Cada gota (parte indivisible de ese Soñador) somos la expresión del sueño tomando un punto de vista único y concreto en el espacio-tiempo, pero eso no nos hace separados y autónomos. Este conocimiento tampoco ha de conducir a volvernos indiferentes pensando que, como no tenemos potestad alguna, ya no hago nada. Aún nos queda la potestad de decidir qué creemos, qué pensamos, qué sentimos y cómo queremos percibir el mar, el mundo. La magia consiste en saber fluir con la corriente de la vida, y la desconfianza sólo parece mantenernos separados de ella. Pero para empezar a fluir hay que confiar en que las cosas tienen su razón de ser aunque no nos guste y no lo entendamos. Con confianza, los miedos y los pensamientos que agitaban se van aquietando, y lo que antes observábamos como un mar embravecido y amenazador se va convirtiendo en una balsa, un espejo del Cielo. Aún no es el Cielo mismo, seguimos soñando dentro del mar pero ahora la quietud nos permite mirar con esperanza hacia allá arriba. 

 

 * * *


Nota aclaratoria: Haciendo pesquisas no consigo verificar que Vazquez-Figueroa escribiese el libro titulado "La conquista del Everest" que menciona Chaty en su conversación.  Sí encuentro otros con el mismo título pero de los autores Abel Esquiroz, o George Lowe y Huw Lewis Jones. En cualquier caso y por experiencia, recomiendo verificar siempre toda la información facilitada por esta llamada IA o "inteligencia artificial", que de inteligente no tiene nada. Como hay que tomárselo con humor te recomiendo que veas el siguiente vídeo. Pincha aquí: https://www.youtube.com/watch?v=aoa1mKfeZcU


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