domingo, 3 de junio de 2018

Lección 196 de Un Curso de Milagros

Es únicamente a mi mismo a quien crucifico

1. Cuando realmente hayas entendido esto, y lo mantengas firmemente en tu conciencia, ya no intentarás hacerte daño ni hacer de tu cuerpo un esclavo de la venganza. 2No te atacarás a ti mismo, y te darás cuenta de que atacar a otro es atacarte a ti mismo. 3Te liberarás de la demente creencia de que atacando a tu hermano te salvas tú. 4Y comprenderás que su seguridad es la tuya, y que al sanar él, tú quedas sanado. 
2. Tal vez no entiendas en un principio cómo es posible que la misericordia, que es ilimitada y envuelve todas las cosas en su segura protección, pueda hallarse en la idea que hoy practicamos. 2De hecho, esta idea puede parecerte como una señal de que es imposible eludir el castigo, ya que el ego, ante lo que considera una amenaza, no vacila en citar la verdad para salvaguardar sus mentiras. 3Es incapaz, no obstante, de entender la verdad que usa de tal manera. 4Mas tú puedes aprender a detectar estas necias maniobras y negar el significado que parecen tener. 
3. De esta manera le enseñas también a tu mente que no eres un ego. 2Pues las formas con las que el ego procura distorsionar la verdad ya no te seguirán engañando. 3No creerás que eres un cuerpo que tiene que ser crucificado. 4Y verás en la idea de hoy la luz de la resurrección, refulgiendo más allá de todos los pensamientos de crucifixión y muerte hasta los de liberación y vida. 
4. La idea de hoy es un paso que nos conduce desde el cautiverio al estado de perfecta libertad. 2Demos este paso hoy, para poder recorrer rápidamente el camino que nos muestra la salvación, dando cada paso en la secuencia señalada, a medida que la mente se va desprendiendo de sus lastres uno por uno. 3No necesitamos tiempo para esto, 4 sino únicamente estar dispuestos. 5Pues lo que parece requerir cientos de años puede lograrse fácilmente -por la gracia de Dios- en un solo instante. 
5. El pensamiento desesperante y deprimente de que puedes atacar a otros sin que ello te afecte te ha clavado a la cruz. 2Tal vez pensaste que era tu salvación. 3Mas sólo representaba la creencia de que el temor a Dios era real. 4¿Y qué es esto sino el infierno? 5¿Quién que en su corazón no tuviese miedo del infierno podría creer que su Padre es su enemigo mortal, que se encuentra separado de él y a la espera de destruir su vida y obliterarlo del universo? 
6. Tal es la forma de locura en la que crees, si aceptas el temible pensamiento de que puedes atacar a otro y quedar tú libre. 2Hasta que esta forma de locura no cambie, no habrá esperanzas. 3Hasta que no te des cuenta de que, al menos esto, tiene que ser completamente imposible, ¿cómo podría haber escapatoria? 4El temor a Dios es real para todo aquel que piensa que ese pensamiento es verdad. 5Y no percibirá su insensatez, y ni siquiera se dará cuenta de que lo abriga, lo cual le permitiría cuestionarlo. 
7. Pero incluso para cuestionarlo, su forma tiene primero que cambiar lo suficiente como para que el miedo a las represalias disminuya y la responsabilidad vuelva en cierta medida a recaer sobre ti. 2Desde ahí podrás cuando menos considerar si quieres o no seguir adelante por ese doloroso sendero, mientras este cambio no tenga lugar, no podrás percibir que son únicamente tus pensamientos los que te hacen caer, presa del miedo, y que tu liberación depende de ti. 
8. Si das este paso hoy, los que siguen te resultarán más fáciles. 2A partir de aquí avanzaremos rápidamente, 3pues una vez que entiendas que nada, salvo tus propios pensamientos, te puede hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer. 4No podrás seguir creyendo entonces que la causa del miedo se encuentra fuera de ti. 5Y a Dios, a Quien habías pensado desterrar, se le podrá acoger de nuevo en la santa mente que Él nunca abandonó. 
9. El himno de la salvación puede ciertamente oírse en la idea que hoy practicamos. 2Si es únicamente a ti mismo a quien crucificas, no le has hecho nada al mundo y no tienes que temer su venganza ni su persecución. 3Tampoco es necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la proyección oculta tras de sí. 4Lo que más pavor te da es la salvación. 5Eres fuerte, y es fortaleza lo que deseas. 6Eres libre, y te regocijas de ello. 7Has procurado ser débil y estar cautivo porque tenías miedo de tu fortaleza y de tu libertad. 8Sin embargo, tu salvación radica en ellas. 
10. Hay un instante en que el terror parece apoderarse de tu mente de tal manera que no parece haber la más mínima esperanza de escape. 2Cuando te das cuenta, de una vez por todas, de que es a ti mismo a quien temes, la mente se percibe a sí misma dividida. 3Esto se había mantenido oculto mientras creías que el ataque podía lanzarse fuera de ti y que éste podía devolvérsete desde afuera. 4Parecía ser un enemigo externo al que tenías que temer. 5Y de esta manera, un dios externo a ti se convirtió en tu enemigo mortal y en la fuente del miedo. 
11. Y ahora, por un instante, percibes dentro de ti a un asesino que ansía tu muerte y que está comprometido a maquinar castigos contra ti hasta el momento en que por fin pueda acabar contigo. 2No obstante, en ese mismo instante es el momento en que llega la salvación. 3Pues el temor a Dios ha desaparecido. 4Y puedes apelar a Él para que te salve de las ilusiones por medio de Su Amor, llamándolo Padre y, a ti mismo, Su Hijo. 5Reza para que este instante llegue pronto, hoy mismo. 6Aléjate del miedo y dirígete al amor. 
12. No hay un solo Pensamiento de Dios que no vaya contigo para ayudarte a alcanzar ese instante e ir más allá de él prontamente, con certeza y para siempre. 2Cuando el temor a Dios desaparece, no queda obstáculo alguno entre la santa paz de Dios y tú. 3 ¡Cuán benévola y misericordiosa es la idea que hoy practicamos! 4Acógela gustosamente, como debieras, pues es tu liberación. 5Es a ti a quien tu mente trata de crucificar. 6Mas tu redención también procederá de ti.
* * * 

Reflexión: Si aspiras a ser una buena persona en la vida te tengo una mala noticia, y es que realmente no importa que seas buena o menos buena; eso no va a establecer ninguna diferencia significativa para librarte del efecto de tus propios pensamientos. De pequeño, y aún todavía, oigo mucho la frase “es una buena persona”, o “aspiro a ser una buena persona”, o “lo importante es que sea una buena persona”. Esto denota que aún creemos, o queremos creer, en todas esos cuentos y películas con moraleja acerca del hombre bueno y honrado que haciendo el bien es recompensando al final, mientras que el villano muere o es castigado. Cuando somos adultos todos sabemos cómo cambia el cuento, pues toda esa creencia se cae, no vemos ningún final, y puedes advertir que tu bondad no te ahorra problemas, dificultades y sufrimientos, así que crees justificado que en algunas situaciones comprometidas termines recurriendo a contar alguna mentirijilla, o a hacer alguna trampa o trapicheo. Parece que incluso los que son más mentirosos y sin escrúpulos viven mejor que uno, disfrutan más, progresan más rápido, burlan las leyes y se hacen ricos. 

Sí, ser bueno parece tener un componente morboso que te lleva a sufrir pues soportas a cierta gente y evitas discutir con ella para tragarte lo que tienes que decir. También sobrevives materialmente tratando de ser justo y honrado, pero ves injusticias y abusos por todas partes, sientes indignación y mucha frustración, o te deprimes por cómo están muchas cosas y entonces quieres que todo sea distinto y echas la culpa a los "malos". Ser malo no está exento del mismo sufrimiento que ser bueno, pues ya es un dolor en si mismo vivir exudando desprecio, crueldad y ganas de aprovecharse de los más débiles y "tontos", sentir continuamente ansia de poder y lujuria, no tener nunca suficiente o estar aterrado de que te atrapen o te quiten lo que tienes. 

Realmente no hay diferencia entre unos y otros pues ambos grupos, el de buenos y malos, se atacan mutuamente; sólo las maneras en que lo hacen aparenta diferenciarlos como víctimas o verdugos. ¿No te has dado cuenta de que el mundo es la eterna representación de la lucha entre el bien y el mal? ¿Y que si la lucha nunca acaba es porque una veces ganan los unos y otras veces los otros indistintamente, siendo unas veces el final feliz y otras triste y desgraciado? 

A lo mejor no estás de acuerdo conmigo en la exposición anterior y aún defiendes las virtudes de ser bueno. Eso está bien si es ese el propósito que te mueve, pues puestos a elegir yo mismo estoy a favor del bien. Pero para mí el propósito de la vida tiene más que ver con querer ser feliz, indistintamente de que uno sea bueno o menos bueno. La mayoría de la gente tiende a asociar ser bueno con ser feliz y ser malo con sufrir, pero como explicaba antes, ambos grupos están sujetos a la felicidad e infelicidad por igual, pero de una manera inestable y pasajera, de modo que se van alternando periodos de una cosa y de la otra en sus vidas. ¿Dónde queda la estabilidad?

Para la inmensa mayoría de la gente, el bienestar del cuerpo forma parte del propósito de ser felices, así que se organizan en torno a la adquisición de dinero que les facilite la consecución de una vida confortable. Para ello, tanto las buenas personas como las que son menos buenas tratan de vivir su sueño de felicidad utilizando los medios disponibles que consideran oportunos. Es así que eligen entre las distintas y variadas alternativas que parece ofrecerles el mundo, aunque no se dan cuenta de que la única elección que pueden ejercer cuando están dormidas es el sueño mismo. Quiero decir que entre el amplio abanico de elecciones que aparentan disponer siempre eligen lo mismo pues sólo cambia la forma aparente, pero el contenido o trasfondo es siempre igual. Esas personas son víctimas de sus propias creencias acerca de como debe ser su vida, así que cuando las cosas les van bien, son felices, pero cuando no salen como ellas esperaban, sufren. Viven expuestas, cautivas a lo que dicte el guión de su historia el cual no depende de ellas, y aunque pueda parecer que tienen cierto control, no es verdad.

Pero existe un pequeño grupo de gente cada vez más nutrido que es consciente de que tiene una alternativa real distinta. Esa alternativa es despertar del mundo. En realidad es la única alternativa posible para escapar del sufrimiento porque elegir el mundo no ofrece ninguna. Estas personas se ha dado cuenta de que liberarse del sufrimiento no tiene nada que ver con la moralidad la cual es una creencia sujeta a la moda pasajera del tiempo, y por consiguiente, con ser buenos o malos, pues advirtieron que el sufrimiento está en los propios pensamientos y que sólo sus propios pensamientos temibles son los que los crucifican. También han descubierto que no existen buenos y malos pues todos somos un mismo Ser experimentándose a sí mismo desde múltiples puntos de vista, representando diferentes papeles dentro de un drama demente de miedo, culpabilidad, dolor, víctimas y verdugos. Es ese "darse cuenta" lo que les permite perdonar, recorriendo amorosamente el camino que conduce a la salvación del mundo, a su propia liberación y a la paz de Dios.

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