domingo, 10 de junio de 2018

Lección 199 de Un Curso de Milagros

No soy un cuerpo. Soy libre

1. No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo. 2El cuerpo es un límite. 3El que busca su libertad en un cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar. 4La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su presencia. 5Si esto fuese cierto, la mente sería en verdad vulnerable. 
2. La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para hacer cualquier cosa que se le pida. 2Los pensamientos de ataque no pueden entrar en una mente así, toda vez que ha sido entregada a la Fuente del amor, y el miedo no puede infiltrarse en una mente que se ha unido al amor. 3Dicha mente descansa en Dios. 4¿Y quién que viva en la Inocencia sin hacer otra cosa que amar podría tener miedo? 
3. Es esencial para tu progreso en este curso que aceptes la idea de hoy y que la tengas en gran estima. 2No te preocupes si al ego le parece completamente descabellada. 3El ego tiene en gran estima al cuerpo porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha construido. 4Es una de las partes de la ilusión que ha ayudado a mantener oculto el hecho de que él mismo es algo ilusorio. 
4. Ahí se esconde y ahí se le puede ver como lo que es. 2Declara tu inocencia y te liberas. 3El cuerpo desaparece al no tener tú ninguna necesidad de él, excepto la que el Espíritu Santo ve en él. 4A tal fin, el cuerpo se percibirá como una forma útil para lo que la mente tiene que hacer. 5De este modo se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón se extienda hasta la meta todo abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo con el plan de Dios. 
5. Ten en gran estima la idea de hoy, y ponla en práctica hoy y cada día. 2Haz que pase a formar parte de cada sesión de práctica que lleves a cabo. 3No hay pensamiento cuyo poder de ayudar no aumente con esta idea, ni ninguno que de esta manera no adquiera regalos adicionales para ti. 4Con esta idea hacemos resonar la llamada a la liberación por todo el mundo. 5¿Y estarías acaso tú excluido de los regalos que haces? 
6. El Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la libertad. 2En Él han encontrado lo que buscaban. 3El propósito del cuerpo deja de ser ahora ambiguo. 4Y su capacidad de servir un objetivo indiviso se vuelve perfecta. 5Y en respuesta libre de conflicto e inequívoca a la mente que sólo tiene como objetivo el pensamiento de libertad, el cuerpo sirve su propósito y lo sirve perfectamente. 6Al no poder esclavizar, se vuelve un digno servidor de la libertad que la mente que mora en el Espíritu Santo persigue. 
7. Sé libre hoy. 2Y da el regalo de libertad a todos aquellos que creen estar esclavizados en el interior de un cuerpo. 3Sé libre, de modo que el Espíritu Santo se pueda valer de tu liberación de la esclavitud y poner en libertad a los muchos que se perciben a sí mismos encadenados, indefensos y atemorizados. 4Permite que el amor reemplace sus miedos a través de ti. 5Acepta la salvación ahora, y entrégale tu mente a Aquel que te exhorta a que le hagas este regalo. 6Pues Él quiere darte perfecta libertad, perfecta dicha, así como una esperanza que alcanza su plena realización en Dios. 
8. Tú eres el Hijo de Dios. 2Vives en la inmortalidad para siempre. 3¿No te gustaría retornar tu mente a esto? 4Practica entonces debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo te da para el día de hoy. 5En él tus hermanos y tú os alzáis liberados; el mundo es bendecido junto contigo; el Hijo de Dios no volverá a llorar y el Cielo te da las gracias por el aumento de gozo que tu práctica le proporciona incluso a él. 6Dios Mismo extiende Su amor y felicidad cada vez que dices: 

     7No soy un cuerpo. 8Soy libre. 9Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.

* * *

Reflexión: Soy libre porque no soy un cuerpo. Sin embargo, si me identifico con el cuerpo, viviré atrapado en él, atado a sus limitaciones y exigencias. La libertad nunca se puede hallar en lo que es susceptible de tener que ser sostenido y alimentado, en lo que puede ser aprisionado, castigado, enfermado, o destruido. ¿Qué esperanzas puedes hallar entonces en él sino la de prolongar al máximo tu juventud antes de ver como tu cuerpo envejece y muere? Sólo la mente, cuando se desapega del cuerpo y de todas las creencias que tienen que ver con el cuerpo es que se vuelve libre. Incluso si la mente estuviera en el cerebro, como afirma la ciencia, estaría igualmente limitada, pero no lo está. 

En la mente se distinguen tres partes. La mente errada es la que aloja al ego, llena de creencias, miedo y culpa, es susceptible al ataque y mediante el deseo proyecta lo que quiere ver, moviéndose dentro del campo de la dualidad y la percepción para lo que emplea las ilusiones del tiempo y del espacio. La mente recta ilimitada e invulnerable es donde habita el Espíritu Santo, está libre de creencias pudiendo hacer cualquier cosa, trasciende tiempo y espacio y descansa en la paz de Dios pues desconoce la culpa y el miedo. La tercera parte es la que toma partido por una u otra de las dos anteriores y podemos llamarla "la mente tomadora de decisiones".

Para tu progreso en el curso, dice la lección, es esencial que aceptes la idea de hoy, que no eres el cuerpo. Es verdad que lo ves y lo sientes. No tienes que negarlo, pero no te confundas con él. Antes bien, es el vehículo para expresarte en el sueño como una individualidad, para moverte en él como podrías alquilar temporalmente un coche para viajar por carretera (hacer el viaje de tu vida), y en el trayecto de acomodas a sus prestaciones, pero nada más. El ego tendrá la tendencia a confundirte con él pues cree que tú eres el vehículo, así que te procurará mantener muy ocupado cuidándolo o quizás abusándolo sobremanera. No es más que una distracción para que no te fijes en el proceso de conducción que es lo verdaderamente importante. Ni siquiera importa el camino porque la carretera principal y las desviaciones que tomes ya están trazadas. Lo importante del trayecto es la manera como te conduces pero la mayoría cree que son las aventuras que puedan tener con el coche, como también el tamaño y la belleza de su línea, el reprís, la capacidad de frenada, el agarre en las curvas... incluso el tiempo que pasas adentro, su calidad y comodidad: que si tiene climatizador, ordenador de a bordo, equipo alta fidelidad, navegador, etc. Y si no tiene todas estas cosas, buscas incorporarlas a lo largo del viaje, aunque dicho sea de paso, luego resulta que lo que encuentras son baches, o te quedas sin gasolina, falla la batería, se te pincha una rueda, te pierdes en un cruce y luego en el siguiente, te fallan los fusibles, se funden las luces cuando atraviesas un túnel... y el colmo es que tengas un accidente. Resumiendo, lo que iba a resultar una gran aventura se vuelve una auténtica pesadilla. 

Tu progreso pasa por restar total importancia a todas esas ideas del ego que al final no llevan a nada, si acaso en el mejor de los supuestos a coleccionar un montón de recuerdos, fotos de viaje y puede que a escribir un libro para que quien venga detrás lo lea y también se distraiga. Sin embargo no te vas a llevar nada de eso al otro lado. Al final del viaje abandonas el coche agotado, y tu ego se habrá salido con la suya, habrá logrado distraerte durante otra vida más. Te habrás quedado sin cumplir el verdadero propósito que te ofrecía el viaje. 

No eres un cuerpo. No eres el coche que conduces. La idea, y es lo que te dice el E.S., es que aproveches tu tiempo y no te distraigas para evitar percances que te retrasen en la carretera innecesariamente, que te ahorren pasarlo mal y sufrimiento, pues de lo que se trata es de alcanzar la maestría en el proceso de conducción a la vez que aprendes a ser feliz. Y cuando alcances la maestría te darás cuenta de que ya no necesitas más viajar en coche ni recorrer determinadas carreteras que no sabías a donde te llevaban puesto que ya estarás donde tienes que estar. No necesitas habitar más cuerpos, puedes valerte sin él pues eres libre y nunca lo necesitaste. Has perdonado la ilusión de los deseos porque ahora descansas en la meta donde lo tienes todo y que, paradójicamente, está donde mismo estaba la salida de tu viaje. Todo era inventado. Has estado todo el tiempo soñando que viajabas, ciertamente en círculo buscándote a ti mismo. Idiota ¿verdad? Ese es el ego. 

* * * 

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