miércoles, 1 de agosto de 2018

Lección 49 de Un Curso de Milagros

La Voz de Dios me habla durante todo el día

1. Es muy posible escuchar la Voz de Dios durante todo el día sin que ello interrumpa para nada tus actividades normales. 2La parte de tu mente donde reside la verdad está en constante comunicación con Dios, tanto si eres consciente de ello como si no. 3Es la otra parte de tu mente la que opera en el mundo y la que obedece sus leyes. 4Ésa es la parte que está constantemente distraída, y que es desorganizada y sumamente insegura. 
2. La parte que está escuchando a la Voz de Dios es serena, está en continuo reposo y llena de absoluta seguridad. 2Es la única parte que realmente existe. 3La otra es una loca ilusión, frenética y perturbada, aunque desprovista de toda realidad. 4Trata hoy de no prestarle oídos. 5Trata de identificarte con la parte de tu mente donde la quietud y la paz reinan para siempre. 6Trata de oír la Voz de Dios llamándote amorosamente recordándote que tu Creador no se ha olvidado de Su Hijo. 
3. Hoy necesitaremos por lo menos cuatro sesiones de práctica de cinco minutos cada una, e incluso más si es posible. 2De hecho, trataremos de oír la Voz de Dios recordándote a Dios y a tu Ser. 3Abordaremos el más santo y gozoso de todos los pensamientos llenos de confianza, sabiendo que al hacer esto estamos uniendo nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. 4Él quiere que oigas Su Voz. 5Te la dio para que la oyeses. 
4. Escucha en profundo silencio. 2Permanece muy quedo y abre tu mente. 3Ve más allá de todos los chillidos estridentes e imaginaciones enfermizas que encubren tus verdaderos pensamientos y empañan tu eterno vínculo con Dios: 4Sumérgete profundamente en la paz que te espera más allá de los frenéticos y tumultuosos pensamientos, sonidos e imágenes de este mundo demente. 5No vives aquí. 6Estamos tratando de llegar a tu verdadero hogar. 7Estamos tratando de llegar al lugar donde eres verdaderamente bienvenido. 8Estamos tratando de llegar a Dios. 
5. No te olvides de repetir la idea de hoy frecuentemente. 2Hazlo con los ojos abiertos cuando sea necesario, pero ciérralos siempre que sea posible. 3Y asegúrate de sentarte quedamente y de repetir la idea cada vez que puedas, cerrando los ojos al mundo, y comprendiendo que estás invitando a la Voz de Dios a que te hable.

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Reflexión: Igual que cuando hablamos de la Visión (espiritual) en Un Curso de Milagros (UCdM) no nos referimos a la visión física, escuchar la Voz de Dios no ha de entenderse necesariamente como oír la voz de alguien que se dirige a nosotros; aunque quien ha manifestado escucharla la describe de esa manera sorprendente, ¡sin haber nadie a su alrededor!. Ahora, lo que no se puede negar es la experiencia de escuchar la voz del ego resonando en el interior de nuestras cabezas, la cual nos habla literalmente de forma insistente y chillona para criticar y advertirnos, creándonos desconfianza y desasosiego. La conclusión mayoritaria es que es raro que alguien escuche una voz dándole un buen consejo pues seguramente proceda de su ego. 

Tanto la vista como el oído pertenecen al ámbito de la percepción y de la mente errónea, aquella parte que sueña y proyecta creencias. Sin embargo, el Espíritu Santo (E.S.) puede servirse de la percepción para dirigirse a ti. La Visión (espiritual) y la Voz son fruto de un estado de conexión interna con la mente recta, porque es en ella que se aloja el E.S. 
woman - Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

La Voz es lo que normalmente se ha venido a llamar como la intuición y también la voz de la consciencia, y no es más que la memoria amorosa que te habla en favor de Dios y de su Hijo (el Cristo) en nosotros, la cual trajimos acompañándonos a este exilio. Así que ella habla siempre en favor de la verdad, sirviéndote de guía a través de las trampas de la percepción para sacarte de ésta última y conducirte de vuelta a casa, al estado de conocimiento.

Una propiedad de la Voz es que siempre está disponible, a cualquier hora y en cualquier sitio, y el escucharla es sólo cuestión de querer hacerlo. La condición es que te sitúes interiormente en la parte de tu mente que es receptiva, que está tranquila y permanece abierta a escuchar. Esto no se puede hacer o es muy difícil desde un estado alterado o de incredulidad como es el ego, pues al igual que ocurre con el sentimiento de miedo, escuchar la Voz es por encima de todo una cuestión de con quien te identificas, sin con el ego o con el Cristo. 

Por supuesto que tú puedes ser uno de esos casos que escuchan la Voz como si estuviese escuchando a una persona hablándole a su lado (entonces estarías sonriendo al leer ésto), pero casi nadie lo hace de esa manera. Lo que es seguro es que, si se manisfetara de esa manera, lo haría siempre sin causarte miedo y dándote buenos consejos los cuales sólo te aportarían paz.

Son muy pocos los que pueden oír la Voz de Dios, y ni siquiera éstos pueden comunicar Sus mensajes directamente por medio del Espíritu que se los dio. (M-12.3.3)

Esa Voz tomará con mucha más probabilidad, como digo, otras formas como un mensaje que te llega por teléfono o cualquier otro medio, como la letra de una canción, un letrero en la calle, una intuición, un encuentro casual, un sueño, etc; pero no cualquier mensaje ni cualquier letra sino justo lo que precisas saber. Cuando te llegue sabrás con seguridad que es la respuesta a una inquietud que tenías y que habías pedido te fuera revelada.

Sea - Imagen de Comfreak en Pixabay


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