viernes, 20 de febrero de 2015

Pon tu Vida a Funcionar (lo que sirve y lo que no sirve)


Todas las cosas en la vida están para que tú te sirvas de ellas, no para que tú las sirvas a ellas. No me refiero, sin embargo, a las personas, que tienes que mirar de igual a igual. Lo mismo tú les tienes que servir a ellas que ellas a ti, porque no hay otra diferencia entre vosotros que simplemente la forma, las apariencias. No caigas en altanería pero tampoco en servilismo.

Un hobby es para que te sirva como distracción a ratos, no para que tú le sirvas a él y te distraiga eternamente de lo que en verdad eres. Igualmente, el ocio es para que te sirva de diversión no para servir tú al ocio y que te vuelvas un haragán o un aburrido.

Un coche es para que te sirva y te lleve donde necesites ir, no para que tú le sirvas a él y pases el día cuidándolo o arreglándolo.

Una casa es para que te sirva para vivir, para descansar y estar cómodo dentro de ella, no para que tú sirvas a la casa y te incomodes por ella hasta el punto de que pongas en juego tu salud, el sueño por las noches o pierdas tu voluntad hipotecándote de por vida.

El dinero es para que te sirva a ti y no para que tú le sirvas a él. ¿Cuántas veces te has vendido por dinero?

La salud es para que te sirva y te ayude a vivir mejor, no para tu servir a la salud. No hay que exagerar con el deporte. Una medicina es para que te sirva a sanar, no para servir tú a la medicina y termines dependiente de ella.

Una comida es para que te sirva a reponer energías, y si te gusta y la disfrutas, mejor. La comida no está para que tú seas un adicto a ella y te pases el día comiendo.

El sexo es para que te sirva y lo disfrutes placenteramente y sin culpa, no para volverte un adicto dependiente de él.

El cuerpo en general, es para que te sirva, no para que tú le sirvas a él.

El conocimiento, los estudios, la educación… son para que ellos te sirvan a ti, no para que tú pierdas la cabeza en ellos, perdiendo también de vista otras maravillas que te ofrece la vida.
El trabajo es para que te sirva a vivir. La vida no es para servir al trabajo. Trabaja para vivir pero no vivas solo para trabajar.

Un amigo está para serviros mutuamente y no para que tú le sirvas a él o para que lo utilices en interés propio nada más. Por lo mismo, tú pareja, si has decidido que quieres tenerla, y la familia y las demás personas, están para serviros mutuamente.

El gobierno, las administraciones y servicios públicos (como personas) están para que os sirváis mútualmente, no para tú les sirvas solamente a ellos pagando impuestos y obedeciendo resignadamente a todo. Las instituciones y otros servicios como tales están hechos para que sean útiles a todos, no para que tú estés solamente al servicio de unos pocos privilegiados. Igualmente las leyes son para que te sirvan y hacernos la vida fácil a todos, no para fastidiarnos a la mayoría. Quienes te digan lo contrario están buscando, consciente o inconscientemente, que tú les sirvas a ellos.

La tecnología es para que te sirva, no para estar tú al servicio de la tecnología.

Tu mente es para que te sirva, no para que ella se sirva de ti y te abduzca.

Los sentimientos y emociones, sin son positivos, son para que tú te sirvas de ellos siendo feliz, inspirándote para escribir, bailar, cantar, pintar, trabajar, relacionarte, etc. Sin son sentimientos o emociones negativos son para que los trasciendas y aprendas lecciones de la vida. No son para que tus les sirvas y te dejes arrastrar por ellos al dolor, conviertas tu vida en un melodrama y tú en una víctima de las circunstancias.

Los valores y la moral son para servirte tú de ellos y elevarte por encima de ti mismo, de tus condicionamientos y creencias hasta hacerte y sentirte más grande que lo que pensabas que eras, y no para que tú sirvas a los valores y la moral cambiante, según la moda social, comparándote y criticando a los demás.

Los problemas son para servirte y para superarte a ti mismo, no para que tú sirvas a los problemas y te hundas en ellos.

El tiempo es para que te sirva a ti, no para que tú andes siempre corriendo agobiado detrás de él. Si no tienes tiempo, es porque tú estás sirviendo al tiempo y no al revés.

Incluso el dios externo que nos han inculcado desde pequeños… ese está para servirte a ti; tú no estás para servirlo a él. Y quienes te digan lo contrario, posiblemente también te dirán que saben cuál es la voluntad de ese dios para ti. Sin duda buscan, consciente o inconscientemente, que tú les sirvas a ellos.

Dios (con mayúscula), o la Vida, si no crees en Dios, es para que os sirváis mutuamente, porque tú también eres parte de Dios/La Vida. En realidad no existe un Dios/Vida aparte separado de ti.


Tu Vida es para que tú te sirvas de Ella y La Vida de ti, no para que la vida (con minúscula) se sirva de ti.  

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sábado, 14 de febrero de 2015

No somos números

Las personas no somos números aunque la mente y quienes se dejan arrastrar por ella se empeñen en reducirnos a eso, a puras estadísticas, a objetivos cumplidos o incumplidos, pérdidas y ganancias, a rentas medias, cuotas íntegras, productividad, días trabajados, PIB, intereses de la deuda, hipotecas, número de votos, porcentajes, mayorías y minorías, edad, longevidad, días cotizados a la Seguridad Social, cuantía de la pensión, y cuando finalmente te estás muriendo, días de vida que te restan, costo del entierro y cuantía de la herencia para los hijos. ¿Te suena a algo todo esto?

Si estamos como estamos es porque se ha cuantificado al ser humano, y nosotros vamos… ¡Y nos lo creemos! Claro que desde la escuela ya nos enseñan a pensar en la vida como si sólo importaran los números, y nos educan en la “mediocridad”, porque solo los números entiende de medias y términos medios. Al acabarla se nos califica finalmente con una nota (un número más): aprobado, bien, notable o sobresaliente. Para entonces, el daño ya está hecho.

Sólo los números son manipulables: Puedes sumarlos, restarlos, multiplicarlos y dividirlos, pelearlos, defenderlos, comerciarlos, mercantilizarlos, intercambiarlos, engañarlos, y cuando ya no te interesen, multiplicarlos por cero y desaparecerlos. Si vives tu vida como si fueras una cifra, ya sabes a lo que estás sujeto, a lo que te expones. Pero el ser humano es mucho más que eso. El espíritu no se puede cuantificar. La esencia del ser humano es su cualidad, no su cantidad, sólo que tú lo has olvidado. No te dejes.

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sábado, 7 de febrero de 2015

¡MEA CULPA!

¡Eh! Que no estoy diciendo nada en latín. Quiero que entiendas literalmente el título de este artículo. Llevamos la culpa en los huesos. Orínala. Exúdala. Ya verás qué gran alivio sientes. La culpa es tan tóxica que mata el cuerpo. Deshacerte de ella es tu función natural, aunque siempre ha habido y habrá personas e instituciones de todo tipo a tu alrededor que parecen empeñarse en hacértela aguantar para que te sientas culpable, para que revientes; personas que tú mismo has proyectado inconscientemente en tu vida, no lo olvides. No le eches a nadie la “culpa” de lo que te pasa ni cargues tú mismo con el peso de tus errores. Lo que pasó, pasó y punto; asume sus consecuencias y aprende de ello. Esto último es una muestra de responsabilidad y crecimiento para contigo mismo.


Tu victimismo, motivado por tu culpa inconsciente, te mantiene estancado y es la manera en que tú mismo te dejas manipular pareciendo que son los demás, incluso Dios o la Vida misma (si no crees en Dios), quienes parecen estar amargándote la existencia con la aparición de gente manipuladora que conspira a tu espalda, con la mala suerte, las crisis económicas, las enfermedad, las malas noticias, las catástrofes y otros castigos divinos, etc. No importa la forma que adopte, el victimismo es la manera en que tu propia mente inconsciente se enreda ella misma para que no te des cuenta de que la culpa procede de ti mismo, pues mirando siempre hacia afuera no encontrarás su origen. Así eludes cualquier posibilidad de cambio y lo que es verdaderamente importante, que tú llegues a estar en algún momento en paz contigo mismo, porque eso supondría ser libre. Entonces te volverías no manipulable por nadie ni por nada, y tu personalidad ya no tendría ningún sentido. Te volverías un donnadie. Ese es el precio de la libertad que nadie quiere pagar, aunque sea a costa de su eterna infelicidad.




Recuerda: tú proyectas todo lo que está afuera desde tu interior. No salpiques a los demás. Mea contento pero mea dentro.
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domingo, 1 de febrero de 2015

La importancia de fluir


La vida es como es aunque nuestro ego se empeña en resistirse queriendo controlar y cambiar todo lo que nos ocurre. ¿Cuántas veces hemos hecho planes que no se han cumplido? Por eso uno se agota tratando de nadar contracorriente pero haciendo lo que da dinero en lugar de lo que realmente le gusta; haciendo lo que dicen los demás que tienes que hacer y es mejor para ti, bien sean tus padres, tu pareja, tus amigos o la sociedad, en lugar de lo que realmente quieres; haciendo lo que evite que los otros hablen mal en lugar de hacer lo que sientes que debes hacer sin importarte lo que piensen y digan los demás; de hacer lo que todo el mundo hace para encajar en el sistema en vez de ser tú mismo y sentirte bien contigo mismo por encima de todo; y así un largo etc. No entendemos que resistirse a la corriente de la vida es como dejarse atrapar por los remolinos del ego, donde el agua te revuelca, te hunde y te ahoga.


Déjate llevar, deja de gastar energía en criticar, en poner peros, en quejarte y tratar de cambiar las cosas. Acepta la vida tal como es. Sobre todo aceptate tu mismo tal como eres. Suelta tu mente y no tengas miedo. No te aferres a ninguna rama, y menos aún, a ninguna roca por muy sólida que aparente ser: el agua la terminará horadando igual; disfruta del paseo, sin juzgar y deja que la vida te lleve allí a donde te tiene que llevar, sin remedio, hasta un final donde te fundirás dichosamente con el Gran Océano.

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martes, 20 de enero de 2015

¿Verdad o mentira?


La verdad es tan simple, tan transparente, que a la mayoría nos cuesta verla, entenderla. Por ello, con frecuencia, simplemente la creemos o no la creemos, y no paramos a profundizar más sobre ella. No solemos dedicarle tiempo. Simplemente es. La verdad no necesita defensa ni justificación, se sostiene sola: es valiente. La verdad es humilde, limpia e ilumina. La verdad libera. Ninguna definición, dogma, historia, norma o ley puede ser nunca la verdad. El dedo del Buda que apunta a la verdad no es la verdad. Que no me venga nadie con ningún cuento chino. Nadie puede poseer la verdad, sin embargo, se puede experimentar y vivir en la verdad, y se puede compartir. La verdad es participativa y solidaria. La verdad permite obrar y actuar con libertad.

La mentira, sin embargo, es fácil de creer porque es opaca, parece algo sólido, racional, provechoso, se puede palpar, es espesa, va adherida a todo tipo de explicaciones, de tretas para justificarse, de marañas para ocultarse y por eso le gusta la parafernalia. La mentira necesita defenderse porque tiene miedo de que la descubran. Es arrogante, orgullosa, prepotente y presumida. También es sectaria, partidista y egoísta. Por lo general, la mentira entretiene y nos roba el tiempo que necesitamos para descubrir la verdad. La mentira necesita mucha energía y dedicación, mucho desgaste. La mentira ata y te impide actuar. Nos hemos acostumbrado a su prima, la complejidad, y lo llamamos “modernidad”, como si fuera una ventaja ser moderno, complicarse la existencia y perder el tiempo con tanta sofisticación como garantía de calidad de vida, cuando en realidad, es todo lo contrario.



La verdad es tan simple como necesario es lo simple y que eliminemos lo complejo, escondite de la mentira, de todo lo falso. Por eso huyo de lo que no entiendo, por sistema. Si alguien trata de venderme algo que no comprendo, lo rechazo. Eso me ha librado hasta ahora de ser engañado muchas veces. Si todos rechazáramos lo que no entendemos, participar en juegos ocultos, el mundo sería diferente. Si eso que nos ofrecen es tan bueno ¿por qué parece que me lo están imponiendo? ¿Por qué insisten tanto? 


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lunes, 19 de enero de 2015

El palo y la zanahoria

Vivimos en un mundo imaginario que funciona como un "gran salón de los espejos". Sí, el mundo es mental, es una "gran Matrix". Cuesta creerlo porque nadie quiere reconocer que vive fragmentado en su mente. Todo lo que vemos es el resultado de las proyecciones de nuestra múltiple personalidad esquizofrénica. Nuestra mente-ego es paranoide y todo se mueve al unísono de cómo piensa. ¡Un gran truco de magia! Además, son tantos los espejos ahí afuera que es casi imposible darse cuenta que todos son reflejos de alguna parte de tu propio yo: unas son tu frontal, otras tu lado izquierdo, otras el derecho, tu espalda, tu cabeza, tus pies, etc. Piensas: "Ese es un tío simpático pero ese otro me cae mal, y aquel ni fu ni fa".

Otra manera más simple de explicar este fenómeno extraordinario es si te hablo del burro que perseguía su propia zanahoria (Disculpa la similitud). Aún así puede que te resulte difícil de comprender porque las cosas van sucediendo cada vez más rápido, y en lugar de como un burro te sientas más como un caballo, uno de carreras, o como caballo semental, ¡quien sabe! Así tu ego vanidoso se sentirá más orgulloso. 

La cuestión es que son cada vez más las preocupaciones y entretenimientos para mantenerte alejado de tu causa y seguir arrastrando carretas, así que NO tenemos oportunidad de darnos cuenta que perseguimos zanahorias que nosotros mismos pendemos de palos atados al cuello de nuestra voluptuosidad; cosas como una nueva casa, un nuevo trabajo, unos nuevos estudios, un nuevo coche, un nuevo electrodoméstico, una nueva pareja, una nueva moda, etc. Pero párate un instante y la zanahoria dejará de moverse delante de ti. Detente y también se detendrán todas las imágenes que ves en los múltiples espejos de tu vida.



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domingo, 18 de enero de 2015

Don nadie y las dicotomías de la vida


Cuando era pequeño, cuando no era nadie, era feliz, pero me enseñaron que había que ser “alguien” cuando fuera mayor. Y así hice. Ahora que soy mayor y soy “alguien”, ya no soy tan feliz. Y es que infelicidad y personalidad van de la mano. La personalidad pesa, aplasta con su compleja estructura, sus preocupaciones, sus planes y sus deberes. Sin embargo, cuando eres “nadie” eres liviano, pues careces del peso de tu historial, de pensamientos que justificar y que defender, de las preocupaciones por el futuro y de la culpa del pasado. Cuando eres alguien, cualquier viento gélido o caliente que sopla te abofetea la cara, trata de derribarte y tienes que agarrarte fuertemente a cualquier asidero; te vuelves un esclavo de tu posición. Por eso ahora que soy mayor quiero volver a ser "nadie", quiero ser otra vez como un niño. Cuando eres poca cosa, casi que eres transparente; ganas una especie de empatía con lo invisible. Entonces, si sopla el viento, sientes su caricia en la cara y/o te elevas dejándote llevar, como una cometa. Ya no estás acosado por las exigencias de la vida ni por pensamientos acerca de cómo deben ser las cosas; al contrario, las aceptas, te conformas con poco, con lo que es, y entonces eres más feliz. ¡Eres libre! 

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Regresar a Dios

  "Imagen satelital del río Amazonas fundiéndose con el Océano Atlántico.  Fuente: Agencia Espacial Europea (ESA), dominio público. La ...