La lección 187 de Un Curso de Milagros reza: “Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo”. Pero no creas que porque simplemente recites esta frase una y otra vez o la escribas muchas veces realmente estás bendiciendo al mundo. Puede que sí o puede que no. Las palabras solas no hacen nada, expresan una intención, pero no hacen nada si no van acompañadas de algo más. Son palabras muertas que se lleva el viento.
Analicemos la frase.
Es condición para bendecir al mundo que yo me bendiga primero a mí mismo; esto es, no se puede dar lo que no se tiene. Primero me tengo que bendecir yo. Si digo que “voy a arreglar el coche” pero no he aprendido mecánica antes, no voy a arreglar ningún coche. Es imposible. De igual modo, si yo no me he bendecido primero, si no me he liberado, si no he despertado a la Presencia, a mí Ser (y eso es lo que significa bendecirse a uno mismo), difícilmente podré bendecir al mundo. Todo serán intenciones. El que pueda entender que entienda.
Analicemos la frase.
Es condición para bendecir al mundo que yo me bendiga primero a mí mismo; esto es, no se puede dar lo que no se tiene. Primero me tengo que bendecir yo. Si digo que “voy a arreglar el coche” pero no he aprendido mecánica antes, no voy a arreglar ningún coche. Es imposible. De igual modo, si yo no me he bendecido primero, si no me he liberado, si no he despertado a la Presencia, a mí Ser (y eso es lo que significa bendecirse a uno mismo), difícilmente podré bendecir al mundo. Todo serán intenciones. El que pueda entender que entienda.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario