lunes, 4 de julio de 2016

Para salvar al mundo hay que sentirse bien

¿Has visto alguna de esas películas hollywoodienses donde salvan al mundo? Los protagonistas tienen que enfrentar una situación muy peligrosa de manera heroica, rodeados de muerte, destrucción y sufrimiento; siempre en un estado que procura de todo menos seguridad y tranquilidad. Al final suelen morir los malos que provocaron que casi la Tierra se fuera a tomar viento, pero si los protagonistas son realmente nobles, les perdonan la vida para dejar argumento a una segunda parte. Entonces, como reza la película de James Bond, el mundo nunca es suficiente, y los malos sin rehabilitar vuelven para vengarse, esta vez tratando de destruir todo el sistema solar.

La anterior se corresponde a una descripción fantástica de lo que es salvar el mundo, según el ego, en un cuento sin fin. Pero ¿y si te digo que tú también puedes salvarlo, pero que la acción y emociones en las que te verás envuelto no tienen nada que ver con ningún rollo peliculero?. Dice la lección 186 de UCdM que "De mí depende la salvación del mundo"...

... El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma en el Cielo. No obstante, lo que aquí se necesite, aquí se concederá. Valiéndote de esta forma puedes desempeñar tu función incluso aquí, si bien el amor significará mucho más para ti cuando se haya restaurado en ti el estado de amorfía. La salvación del mundo depende de ti que puedes perdonar. Ésa es tu función aquí". 
(L-186.14.2:6)

Desde un punto de vista de UCdM, salvar y perdonar al mundo es lo mismo. Perdonar no es en el sentido convencional que todos conocemos, sino en el de no conceder realidad a lo que nosotros consideramos tal, pensando sinceramente "esto no importa". ¿Cómo se puede lograr tal nivel de desapego y aplomo? ¡Con lo que está cayendo!. No es probable que se haga por las buenas ciertamente, sino más bien a las duras y las maduras. Quiero decir que uno puede haber recibido tantos golpes que ante la impotencia de no saber como escapar de ellos, uno llegue al punto de decir ¡basta ya!, y se cuestione seriamente (pero que muy seriamente) si no hay otra manera de vivir la vida. Aprendemos a perdonar cuando a base de sufrimiento nos cuestionamos su sentido. Es por ello que el sufrimiento tiene un gran potencial iluminador.

"¿No te das cuenta de que todo tu sufrimiento procede de la extraña creencia de que eres impotente?"
(T-21.VII.1.1)

Lo de sentirse impotente en la frase anterior no se refiere a querer y no poder hacer nada con respecto a algo, sino que hace mención a que somos demasiado permisivos con nuestra mente, nuestros pensamientos y emociones, y eso nos hace creer que somos vulnerables y, por lo tanto, víctimasEs verdad que las cosas suceden, quieras o no, escapando la mayoría de las veces a nuestro control y entendimiento, pero siempre tenemos el poder de elegir qué sentir al respecto; aunque nuestra laxitud mental hace que no lo parezca. 

Es verdad que el sistema en el que vivimos nos ha enseñado a darle prioridad a los hechos por delante de la manera en que los percibimos, de modo que así es como nos dejamos manipular por las emociones, sobre todo por el miedo. Enloquecemos emocionalmente cuando sucede algo que nos produce miedo. Por otro lado también hemos escuchado demasiadas veces que si no sentíamos nada en algunas ocasiones especiales, que si algo no nos provocaba determinadas emociones, éramos fríos, puede que unos monstruos y que no teníamos corazón. ¡Tonterías!

No quiero mezclar sentimientos y emociones. Yo entiendo que la emoción es energía fuera de control y nos enajena. El sentimiento es más una emoción controlada en la que nos podemos observar. Dicho de otra manera, el sentimiento es más inteligencia emocional pues te permites darle forma y expresarlo (¡que se lo digan sino a los poetas!), aceptando e incluso entendiendo aquello que lo causa. Controlar tus emociones y sentimientos te permite conducirte hasta tus pensamientos más profundos y al motivo por el que los piensas. Eso concede un gran autodominio y poder personal.

Y ahora, sabiendo que eres poseedor de ese autodominio, de que no eres impotente, ¿quién quiere sentirse mal?. Es más, ¿para qué sirve sentirse mal?. ¿No es mejor sentirse bien?. Siempre has querido ser feliz y ahora descubres que depende enteramente de ti, de tu actitud, así que ves lo que sucede afuera en el mundo y ya no lo juzgas, lo aceptas como es, y lo perdonas. Has descubierto que perdonar y sentirse bien van juntos. Se derrumbó el mito de que para salvar el mundo tienes que sufrir y pasar por pruebas indecibles, y que sólo el dolor te hará acreedor de la felicidad. ¡Menuda milonga!. Esa es la justificación del ego sólo para salvarse él mismo, pues su manera de sobrevivir es arrasado en lágrimas y desolación bajo promesas de un renacimiento más fuerte dispuesto para la cruel venganza.

La verdadera salvación del mundo nunca puede ser dramática, pues no puede ser que pase a través del mito del sacrificio, ni por encima del cadaver o las cenizas de nadie, por muy justo o necesario que parezca. Como dice UCdM:

La ira nunca está justificada. El ataque no tiene fundamento.
(T-30.VI.1.1:2)

La verdadera salvación sólo ocurre cuando te sientes tan bien de ánimo que puedes perdonar con un sonrisa interior, ya que nada de lo que sucede en tu mundo te puede perturbar en absoluto. 

* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Regresar a Dios

  "Imagen satelital del río Amazonas fundiéndose con el Océano Atlántico.  Fuente: Agencia Espacial Europea (ESA), dominio público. La ...