La vida es como un espejo que refleja lo que enfrentas a él. De ninguna otra forma puede comprobarse mejor que la vida funciona como una proyección. Todo es resultado de tus deseos: Ves lo que esperas ver; oyes lo que esperas oír, te ocurre lo que esperas que te suceda. Y no digas “ésto no lo he deseado”. El hecho de pensarlo, aunque creas que no lo quieres, ya es deseo, porque el universo no sabe restar, no entiende el signo negativo. Querer y no querer es lo mismo, es desear.
Suelta el deseo. Deja de querer y no querer. Vuélvete neutro. Hazte transparente. Acepta todo tal como es. Si dejas de presionar a la vida con tus deseos, la vida deja de presionarte a ti. Y entonces te sentirás más liviano.
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