Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios
1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz
y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino
Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.
2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se
presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. No deseamos las
consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, no elegimos conservarlos. Ahora se han acallado. Y
en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra
voluntad, pues hemos decidido recordarle.
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Explicación: Siempre se juzga en base a una creencia lo cual denota que no sabes quien eres verdaderamente. Juzgar es arrogancia porque das por hecho algo que no es cierto atribuyéndote la razón o la posibilidad de tenerla. Absolutamente todas las creencias son falsas, incluso las que apuntan a la verdad pues no son la verdad misma. Para no juzgar hace falta verdadera humildad. El estado más elevado de la mente es aquel en el que no sabe nada. Solamente entonces se puede oír la Voz de Dios.
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