En este instante santo llega la salvación
1. ¡Qué alegría tan grande la de hoy! Éste es un día de una celebración especial. Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su liberación. Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece. La gloria de la salvación alborea hoy sobre un mundo que ha sido liberado. Éste es un tiempo de esperanza para millones de seres. Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. Pues hoy tú me perdonarás a mí.
2. Ahora nos hemos perdonado los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. ¡Qué contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder recordar que todos somos uno!
1. ¡Qué alegría tan grande la de hoy! Éste es un día de una celebración especial. Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su liberación. Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece. La gloria de la salvación alborea hoy sobre un mundo que ha sido liberado. Éste es un tiempo de esperanza para millones de seres. Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. Pues hoy tú me perdonarás a mí.
2. Ahora nos hemos perdonado los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. ¡Qué contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder recordar que todos somos uno!
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Reflexión: El instante santo es el instante en el que abandonamos el tiempo, pasado y futuro dejando los pensamientos de lado, para adentrarnos en la eternidad del momento presente. Trata de imaginar tu vida si no estuvieras condicionado por el tiempo, si no dependieras de él.
¿Puedes imaginarte lo que sería no tener inquietudes, preocupaciones ni ansiedades de ninguna clase, sino simplemente gozar de perfecta calma y sosiego todo el tiempo? Ése es, no obstante, el propósito del tiempo: aprender justamente eso y nada más.
(T-15.I.1)
El propósito del tiempo es aprender a liberarte del tiempo. El tiempo es más que limitante; es uno de las columnas sobre la que está construida la percepción dualista de la ilusión, pendulando continuamente desde la preocupación por el pasado a la del futuro y viceversa, pasando de manera inadvertida por el presente, que es siempre el ahora, donde se encuentra la puerta a la salvación.
¿Cómo se libera uno del tiempo? A través del instante santo conectas con el ser que eres, entonces pasado y futuro desaparecen. Y cuando no existe pesar por el ayer ni preocupación por el mañana ¿qué queda? Queda solamente la eternidad del ahora, este instante presente, siempre fresco y vivificante donde son posibles los milagros.
Quizás hayas pensado que te llevará demasiado tiempo aprender este curso y que tu iluminación llegará en un momento lejano en el futuro, pero el cielo no conoce el tiempo. En él siempre es ahora y la salvación también sucede siempre en este instante.
Si sientes la tentación de desanimarte pensando cuánto tiempo va a tomar poder cambiar de parecer tan radicalmente, pregúntate a ti mismo: "¿Es mucho un instante?" ¿No le ofrecerías al Espíritu Santo un intervalo de tiempo tan corto para tu propia salvación? Él no te pide nada más, pues no tiene necesidad de nada más. Requiere mucho más tiempo enseñarte a que estés dispuesto a darle a Él esto, que lo que Él tarda en valerse de ese ínfimo instante para ofrecerte el Cielo en su totalidad. A cambio de ese instante, Él está listo para darte el recuerdo de la eternidad.
(T-15.I.11)
Ahora mismo puedes disfrutar de un pequeño adelante del cielo si lo deseas y es a eso a lo que te invita el ejercicio de hoy. No tienes que esperar en absoluto. Lo único que parece demorar su llegada definitiva es tu resistencia a entregarte en tu totalidad, deshaciéndote de tus dudas, tus miedos y todas las creencias que te atan a la ilusión, pero llegará una vez te hayas desecho de ello de manera absoluta.
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