Sí, he escrito "perdonar a dios" y no "perdonar a Dios".
Quizás has llegado aquí sin saber nada acerca de Un Curso de Milagros (UCdM). Si es así te pido que no te vayas y que tengas un poco de paciencia para leer hasta el final, pues creo necesario hacer antes un explicación de la metafísica de este libro para que entiendas del porqué la diferencia entre "dios" y "Dios". Es una explicación que puede sonarte muy fantástica, pero con frecuencia la realidad supera la ficción y no pierdes nada con ello. Por el contrario, puedes llegar a alguna conclusión provechosa que te haga pensar que al final ha valido la pena quedarte aquí 10 minutos más. En cualquier caso seguro que piensas que tienes algo que perdonar porque te sientes resentido con el mundo en general, con la vida o con dios, ya que consideras que has sido injustamente tratado por alguno de ellos (o todos a la vez) y aflora en ti ahora mucha rabia. Entonces no te importará quedarte y tratar de comprender lo que voy a contar en este post.
UCdM dice que el universo no es creación de Dios. Dios es ajeno a nuestro mundo pues Él no puede ser causa de la injusticia, del dolor ni de la muerte. Yo no sé tú pero yo lo veo muy lógico. Desde joven ya me planteaba esta cuestión pues no me parecía razonable que un Dios que es "Todo Amor" permitiera el mundo que percibimos. ¿Entonces? La causa de toda esta locura que vivimos, según UCdM, está en nosotros mismos, en realidad en el Hijo de Dios, quien entró en un estado de sueño queriendo experimentar la separación de Dios, y ahora no sabe como despertar. ¡Estamos viviendo un sueño!
Lo anterior quiere decir que el dios creador de este mundo es la mente dormida del Hijo de Dios, mente que UCdM llama "mente errada" porque sueña con la irrealidad y con algo que realmente no está teniendo lugar sino de forma fantástica en la imaginación de esa mente, que como digo, está espoleada por el sentimiento de culpa, miedo y carencia que le causó la creencia en la separación de Dios. Así que tratando de huir de esos sentimientos tan terribles fue que, de una manera muy astuta, la mente fabricó este universo de espacio-tiempo en el proceso que comenzó con el conocido "Big Bang", proyectándose a sí misma en infinitas partes que dieron origen a infinitos lugares, seres e historias diferentes con el objeto de expulsar esa culpa y ese miedo fuera de sí misma; ésto digo, tratando de ocultarse de Dios por lo que creía haber hecho.
Si lo piensas detenidamente lo anterior no suena muy descabellado del todo pues el miedo, la culpa y la carencia son los tres ejes en torno a los que se desarrolla y gira la vida aquí en la Tierra. Basta que consideres la explicación anterior como una posibilidad para que ahora tu situación personal empiece a cobrar un poco de más sentido, aunque no tengo intención de convencerte de nada pues ese es tu trabajo. Yo personalmente voy a dar por hecho que la cosa ocurrió de la manera en que la cuento (o de forma más o menos parecida), sino no estaría escribiendo este post. Por otro lado, y lo que me llevó también a escribir fue mi propia experiencia de rabia hacia dios porque yo también me he sentido injustamente tratado en numerosas ocasiones.
En realidad y desde un punto de vista de UCdM, cuando hablamos de perdonar a dios estamos hablando de perdonarnos a nosotros mismos, pues ese dios castigador, vengativo y caprichoso, no es sino nuestra propia mente errada, mejor conocida como ego o mente-demiurgo. ¿Puedes entender que tú eres una infinitésima fracción de esa mente soñándose en el mundo de una forma tan vívida que parece real? ¿También que sigues un guión predeterminado por esa mente errada? Parece que tienes libre albedrío aquí en el sueño y que puedes tomar decisiones pero en realidad no puedes hacer nada por tu cuenta. Tu único poder es el de elegir cómo te vas a sentir en cada paso que crees tomar, bien rechazando lo que te ocurre o bien aceptándolo de buen grado. Claro que ésta posibilidad tan simple es desconocida para el 99% de las personas quienes sufren de emociones sin controlar y creen poder actuar por voluntad propia y con total autonomía. ¿Si no puedes controlar tu propia respiración cómo crees que vas a controlar tu vida? Todo es una construcción ilusoria como lo son tus sueños cuando duermes. En tus sueños el soñado cree tener voluntad propia pero cuando despiertas descubres que no es verdad.
Esa mente errada demiurgo creó el universo en su huida para hacer perder la pista al verdadero Dios (sobra decir que Dios no puede entrar en este sueño o lo convertiría en real), así que creó multitud de niveles y un trillón de fragmentaciones de sí misma manifiestas en todos los seres habidos y por haber. No es de extrañar que no recuerdes nada de ti ni de tu origen. El sistema está hecho así a consciencia para que ahora te sientas débil, frágil e inocente, ¡una víctima! Este mismo sistema creó un falso cielo y un falso dios, el dios del antiguo testamento, Jehová, iracundo y vengativo que no dudaba en ordenar pasar a cuchillo a los enemigos de su pueblo elegido o de matar él mismo a los pecadores e infieles con las más horrendas plagas y catástrofes. Digo que este dios creó su propio cielo donde nos reciclamos después de cada vida en el proceso que se llama "reencarnación" para volver una y otra vez en distintos personajes con disposición de aprender lecciones de vida que nos ayudarán a evolucionar hacia la perfección; porque se te ha enseñado y aún se te sigue repitiendo hasta la saciedad que eres totalmente imperfecto, que estás sin formar, que eres pecador, malo por naturaleza, culpable ya de nacimiento y otro sarta de tonterías. Todo ésto porque así te vuelves dependiente y manipulable.
He hablado de la mente errada pero no lo he hecho de la mente recta. La mente recta es la parte de la mente que no duerme y por lo tanto no sueña. Es una reminiscencia de la mente de Dios donde se aloja el Espíritu Santo, a Quien trajimos con nosotros al sueño, y un oasis de cordura que todavía nos habla de nuestra verdadera naturaleza, de la verdad, aunque lo oímos más como una voz lejana e imperceptible que muchos solemos ignorar. A Su guía nos atenemos para despertar del sueño y regresar a nuestro estado original del que nunca nos fuimos, junto a Dios, pues en un sueño no vas a ninguna parte. Sigues donde siempre has estado pero como estás dormido no te das cuenta de ello.
Y ahora sí, hablemos del perdón. Decíamos que posiblemente te sientas injustamente tratado por dios, por la vida, el mundo o su gente. No es para menos porque igual has procurado comportarte lo mejor posible siempre, has sido honesto, diligente, y a pesar de todo no has podido evitar que te pasen ciertas cosas desagradables, que pierdas a seres queridos o te hayan ocurrido otras desgracias. Lo cierto es que sientes que no te lo mereces y no entiendes tampoco para qué ni qué sentido tiene que ocurran estas cosas en tu existencia. Ahora que ocurrió o sigue ocurriendo ha sido cuando te has empezado a preocupar y a hacerte preguntas al respecto y quieres respuestas. Sientes rabia con dios, que no con Dios, quien no contesta tan siquiera a tus plegarias. Pero Dios no tiene nada que ver con este mundo ni con nada de lo que te ocurre. Ya lo dije antes.
Ahora, independientemente de tu religión o creencias, es verdad que existe ese otro dios dentro del sueño que te hace reencarnar y vivir vida tras vida, sujeto a guiones preestablecidos (dicen los investigadores del tema "vida después de la muerte", que no se te obliga a nada y que eres tú mismo quien estableces antes de nacer, el cuándo, el dónde, tu futura familia y el tipo de cuerpo que vas a ocupar), para volver a vivir una vida llena de lecciones y aprendizaje, y por cierto, también de sacrificio, dolor y sufrimiento para tu bien y el de tu evolución... En este cielo nunca te dirán que ya eres perfecto y que no necesitas reencarnar más ni sufrir ni evolucionar pues ya existe otro cielo, el real, y que todo es un invento, una treta de la mente ego-demiurgo para perpetuarse a sí misma en el estado de ensoñación y evitar enfrentarse al verdadero Dios, lo cual supondría para ella su propia desaparición, cosa que trata de evitar a toda costa. La vida en el universo se rige por eso por la culpa, el miedo, la carencia y también por el instinto de supervivencia (que olvidé mencionar antes).
Ahora, independientemente de tu religión o creencias, es verdad que existe ese otro dios dentro del sueño que te hace reencarnar y vivir vida tras vida, sujeto a guiones preestablecidos (dicen los investigadores del tema "vida después de la muerte", que no se te obliga a nada y que eres tú mismo quien estableces antes de nacer, el cuándo, el dónde, tu futura familia y el tipo de cuerpo que vas a ocupar), para volver a vivir una vida llena de lecciones y aprendizaje, y por cierto, también de sacrificio, dolor y sufrimiento para tu bien y el de tu evolución... En este cielo nunca te dirán que ya eres perfecto y que no necesitas reencarnar más ni sufrir ni evolucionar pues ya existe otro cielo, el real, y que todo es un invento, una treta de la mente ego-demiurgo para perpetuarse a sí misma en el estado de ensoñación y evitar enfrentarse al verdadero Dios, lo cual supondría para ella su propia desaparición, cosa que trata de evitar a toda costa. La vida en el universo se rige por eso por la culpa, el miedo, la carencia y también por el instinto de supervivencia (que olvidé mencionar antes).
Bueno, y si es verdad lo que cuento, me preguntarás ¿cómo se perdona a dios, que no a Dios?. La toma de conciencia es el primer paso. No se puede perdonar algo cuya procedencia o causa desconoces, a no ser que por el paso del tiempo lo olvides y lo superes con otras cosas adicionales que vengan a suplir aquello que perdiste, pero entonces quedas expuesto a repetir el mismo episodio. Eso es lo que nos ocurre a la mayoría. Vivimos experiencias que nos destrozan y nos curamos poco a poco con el tiempo, pagando un alto precio de dolor y resentimiento, o reemplazando a la persona que tanto amábamos por otra, o aquel objeto o el trabajo que perdimos por otro diferente, pero dejando siempre una cicatriz oculta.
Ahora ya sabes cómo funciona el mundo. Por el simple hecho de vivir en el sueño ya estás expuesto a toda clase de pérdidas. También eres consciente de que ese dios que dicta tu vida eres tú mismo a otro nivel y en otra dimensión, por llamarlo de alguna manera. Tu resentimiento es en realidad hacia ti mismo pues dios lo proyecta en ti y tú lo proyectas en dios; un círculo vicioso que persigue dar vueltas y vueltas para perpetuarse sin que puedas escapar de él. Lo mismo es de aplicación con respecto a lo que crees que te hacen "otros" porque esos otros o "tus hermanos" son parte intrínseca de ti haciendo su papel. Ellos son tú y tú eres ellos. Ninguno tenéis culpa aunque la sintáis, y sintáis terror o carencia o la inquietud por la supervivencia que causa vivir identificados con el cuerpo en un mundo de dualidad lleno de limitaciones, peligros y escasez. Todo ésto forma parte de la naturaleza del sueño y parece a todas vistas imposible de cambiar porque son sus reglas de juego.
Ahora ya sabes cómo funciona el mundo. Por el simple hecho de vivir en el sueño ya estás expuesto a toda clase de pérdidas. También eres consciente de que ese dios que dicta tu vida eres tú mismo a otro nivel y en otra dimensión, por llamarlo de alguna manera. Tu resentimiento es en realidad hacia ti mismo pues dios lo proyecta en ti y tú lo proyectas en dios; un círculo vicioso que persigue dar vueltas y vueltas para perpetuarse sin que puedas escapar de él. Lo mismo es de aplicación con respecto a lo que crees que te hacen "otros" porque esos otros o "tus hermanos" son parte intrínseca de ti haciendo su papel. Ellos son tú y tú eres ellos. Ninguno tenéis culpa aunque la sintáis, y sintáis terror o carencia o la inquietud por la supervivencia que causa vivir identificados con el cuerpo en un mundo de dualidad lleno de limitaciones, peligros y escasez. Todo ésto forma parte de la naturaleza del sueño y parece a todas vistas imposible de cambiar porque son sus reglas de juego.
Resumiendo, eres consciente de la naturaleza del mundo, sabes que los cambios y las pérdidas son inevitables y sabes también que eres tú mismo el que te estás infringiendo ésto a ti mismo. El siguiente paso es el de tomar responsabilidad por ello. ¿Puedes hacerlo? Sin responsabilizarte no puedes perdonar y seguirás indefinidamente echando la culpa afuera, a dios, a la vida o al mundo entero. Serás una víctima para siempre, o un verdugo si decides vengarte, pero has de saber que no hay diferencia entre víctimas y verdugos. Ninguno de ellos escapa a la naturaleza del sueño.
He transcrito más abajo el apartado VIII del Capítulo 27 titulado "LA CURACIÓN DEL SUEÑO" de UCdM que aconsejo encarecidamente que leas despacio. Interesan sobre todo los párrafos 8 en adelante, porque además de ser un estupendo resumen de lo dicho, en el 9 vas a conocer el último paso que necesitas aplicar para el perdón de dios (y el perdón en general) que ya te adelanto y que es entregar todos tus pensamientos y tus juicios al Espíritu Santo en tu mente recta. Eso quiere decir que para perdonar primero tienes que estar despierto en tal grado que te permita reconocer que todo lo que (te) ocurre es irreal, y en esa consciencia de Ser, entregar tus pensamientos y juicios a Él. Si no lo estás (quiero decir despierto, y si sigues atrapado en tus pensamientos...) difícilmente podrás entregarlos y dejar de juzgar.
El despertar es un proceso largo y doloroso en sí, un crisol donde se va fundiendo el ego poco a poco hasta desaparecer; y la iluminación es el último paso de ese despertar. Con la iluminación escapas definitivamente del mundo y de su esclavitud. No será hasta que hayas completado totalmente tu proceso de perdón que estarás condenado a reencarnarte una y otra vez para servir a ese dios del cual formas parte, y repetir las mismas experiencias de pérdida, sufrimiento y sacrificio en diferentes cuerpos, escenarios y tiempos para perpetuarte aquí en el sueño. ¿Es eso lo que quieres? Tú decides.
VIII. El "héroe" del sueño
El despertar es un proceso largo y doloroso en sí, un crisol donde se va fundiendo el ego poco a poco hasta desaparecer; y la iluminación es el último paso de ese despertar. Con la iluminación escapas definitivamente del mundo y de su esclavitud. No será hasta que hayas completado totalmente tu proceso de perdón que estarás condenado a reencarnarte una y otra vez para servir a ese dios del cual formas parte, y repetir las mismas experiencias de pérdida, sufrimiento y sacrificio en diferentes cuerpos, escenarios y tiempos para perpetuarte aquí en el sueño. ¿Es eso lo que quieres? Tú decides.
VIII. El "héroe" del sueño
1. El cuerpo es el personaje central en el sueño del mundo. Sin él no hay sueño, ni él existe sin el sueño en el que actúa como si fuese una persona digna de ser vista y creída. Ocupa el lugar central de cada sueño en el que se narra la historia de cómo fue concebido por otros cuerpos, cómo vino al mundo externo al cuerpo, cómo vive por un corto tiempo hasta que muere, para luego convertirse en polvo junto con otros cuerpos que, al igual que él, también mueren. En el breve lapso de vida que se le ha concedido busca otros cuerpos para que sean sus amigos o sus enemigos. Su seguridad es su mayor preocupación; Su comodidad, la ley por la que se rige. Trata de buscar placer y de evitar todo lo que le pueda ocasionar dolor. Pero por encima de todo, trata de enseñarse a sí mismo que sus dolores y placeres son dos cosas diferentes, y que es posible distinguir entre ellos.
2. El sueño del mundo adopta innumerables formas porque el cuerpo intenta probar de muchas maneras que es autónomo y real. Se engalana a sí mismo con objetos que ha comprado con discos de metal o con tiras de papel moneda que el mundo considera reales y de gran valor. Trabaja para adquirirlos, haciendo cosas que no tienen sentido, y luego los despilfarra intercambiándolos por cosas que ni necesita ni quiere. Contrata a otros cuerpos para que lo protejan y para que coleccionen más cosas sin sentido que él pueda llamar suyas. Busca otros cuerpos especiales que puedan compartir su sueño. A veces sueña que es un conquistador de cuerpos más débiles que él. Pero en algunas fases del sueño, él es el esclavo de otros cuerpos que quieren hacerle sufrir y torturarlo.
3. Las aventuras del cuerpo, desde que nace hasta que muere, son el tema de todo sueño que el mundo jamás haya tenido. El "héroe" de este sueño jamás cambiará, ni su propósito tampoco. Y aunque el sueño en sí adopta muchas formas y parece presentar una gran variedad de lugares y situaciones en los que su "héroe" cree encontrarse, el sueño no tiene más que un propósito, el cual se enseña de muchas maneras. Ésta es la lección que trata de enseñar una y otra vez: que el cuerpo es causa y no efecto. Y que tú que eres su efecto, no puedes ser su causa.
4. De esta manera, tú no eres el soñador, sino el sueño. Y, por lo tanto, deambulas fútilmente entrando y saliendo de lugares y situaciones que él maquina. Que esto es todo lo que el cuerpo hace, es cierto, pues no es más que una figura en un sueño. Mas ¿quién reaccionaría ante las figuras de un sueño a no ser que las considerase reales? En el instante en que las reconoce como lo que verdaderamente son, éstas dejan de tener efectos sobre él porque entiende que fue él quien les dio los efectos que tienen, al causarlas y hacer que pareciesen reales.
5. ¿Cuán dispuesto estás a escaparte de los efectos de todos los sueños que el mundo jamás haya tenido? ¿Es tu deseo no permitir que ningún sueño parezca ser la causa de lo que haces? Examinemos, pues, el comienzo del sueño, ya que la parte que ves no es sino la segunda parte, cuya causa se encuentra en la primera. Nadie que esté dormido y soñando en el mundo recuerda el ataque que se infligió a sí mismo. Nadie cree que realmente hubo un tiempo en el que no sabía nada de cuerpos y en el que no habría podido concebir que este mundo fuese real. De otro modo, se habría dado cuenta de inmediato de que estas ideas son una mera ilusión, tan ridículas que no sirven para nada, excepto para reírse de ellas. ¡Cuán serias parecen ser ahora! Y nadie puede recordar aquel entonces cuando habrían sido motivo de risa e incredulidad. Pero lo podemos recordar, sólo con que contemplemos directamente su causa. Y al hacerlo, veremos que son motivo de risa, no de temor.
6. Devolvámosle al soñador el sueño del que se desprendió, el cual él percibe como algo que le es ajeno y que se le está haciendo a él. Una diminuta y alocada idea, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse, se adentró en la eternidad, donde todo es uno. A causa de su olvido ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales. Juntos podemos hacer desaparecer ambas cosas riéndonos de ellas, y darnos cuenta de que el tiempo no puede afectar a la eternidad. Es motivo de risa pensar que el tiempo pudiese llegar a circunscribir a la eternidad, cuando lo que ésta significa es que el tiempo no existe.
7. Una intemporalidad en la que se otorga realidad al tiempo; una parte de Dios que puede atacarse a sí misma; un hermano separado al que se considera un enemigo y una mente dentro de un cuerpo son todos diferentes aspectos de un círculo vicioso, cuyo final empieza en su comienzo y concluye en su causa. El mundo que ves te muestra exactamente lo que creíste haber hecho. Excepto que ahora crees que lo que hiciste se te está haciendo a ti. La culpabilidad que sentiste por lo que habías pensado la proyectaste fuera de ti mismo sobre un mundo culpable que es el que entonces sueña tus sueños y piensa tus pensamientos por ti. Es su venganza la que recae sobre ti, no la tuya propia. Te mantiene estrechamente confinado a un cuerpo, al que castiga por todos los actos pecaminosos que éste comete en su sueño. Y no puedes hacer que el cuerpo deje de cometer sus actos depravados porque tú no eres su hacedor y, por lo tanto, no puedes controlar sus acciones, su propósito o su destino.
8. El mundo no hace sino demostrar una verdad ancestral: creerás que otros te hacen a ti exactamente lo que tú crees haberles hecho a ellos. Y una vez que te hayas engañado a ti mismo culpándolos, no verás la causa de sus actos porque desearás que la culpabilidad recaiga sobre ellos. ¡Cuán infantil es la insolente maniobra de querer defender tu inocencia descargando tu culpabilidad fuera de ti mismo, aunque sin deshacerte de ella! No es fácil percibir tal ironía cuando lo que tus ojos ven a tu alrededor son sus graves consecuencias, mas no su frívola causa. Sin causa, sus efectos parecen ciertamente ser tristes y graves. Sin embargo, no son más que consecuencias. Su causa, en cambio, es lo que no es consecuencia de nada, al no ser más que una farsa.
9. El Espíritu Santo, sonriendo dulcemente, percibe la causa y no presta atención a los efectos. ¿De qué otra manera podría corregir tu error, cuando has pasado por alto la causa enteramente? Él te exhorta a que lleves todo efecto temible ante Él para que juntos miréis su descabellada causa y os riáis juntos por un rato. Tú juzgas los efectos, pero Él ha juzgado su causa. Y mediante Su juicio se eliminan los efectos. Tal vez vengas con los ojos arrasados en lágrimas, mas óyele decir: "Hermano mío, santo Hijo de Dios, contempla tu sueño fútil en el que sólo algo así podría ocurrir". Y saldrás del instante santo riendo, con tu risa y la de tu hermano unida a la de Él.
10. El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.
11. Basta con que aprendas esta lección para que te libres de todo sufrimiento, no importa la forma en que éste se manifieste. El Espíritu Santo repetirá esta lección inclusiva de liberación hasta que la aprendas, independientemente de la forma de sufrimiento que te esté ocasionando dolor. Esta simple verdad será Su respuesta, sea cual sea el dolor que lleves ante Él. Pues esta respuesta elimina la causa de cualquier forma de pesar o dolor. La forma no afecta Su respuesta en absoluto, pues Él quiere mostrarte la única causa de todo sufrimiento, no importa cuál sea su forma. Y comprenderás que los milagros reflejan esta simple afirmación: "Yo mismo fabriqué esto, y es esto lo que quiero deshacer".
12. Lleva, pues, toda forma de sufrimiento ante Aquel que sabe que cada una de ellas es como las demás. Él no ve diferencias donde no las hay, y te enseñará cuál es la causa de todas ellas. Ninguna tiene una causa diferente de las demás, y todas se deshacen fácilmente con una sola lección que realmente se haya aprendido. La salvación es un secreto que sólo tú has ocultado de ti mismo. Así lo proclama el universo. Pero haces caso omiso de sus testigos porque de lo que ellos dan testimonio es algo que prefieres no saber. Parecen mantenerla oculta de ti. Sin embargo, no necesitas sino darte cuenta de que fuiste tú quien eligió no escuchar ni ver.
13. ¡Qué diferente te parecerá el mundo cuando reconozcas esto! Cuando le perdones al mundo tu culpabilidad, te liberarás de ella. Su inocencia no exige que tú seas culpable, ni tu inocencia se basa en sus pecados. Esto es obvio, y es un secreto que no le has ocultado a nadie salvo a ti mismo. Y es esto lo que te ha mantenido separado del mundo y lo que ha mantenido a tu hermano separado de ti. Ahora sólo necesitas reconocer que los dos sois o inocentes o culpables. Lo que es imposible es que seáis diferentes el uno del otro; o que seáis ambas cosas. Éste es el único secreto que aún te queda por aprender. Mas no será un secreto que has sanado.
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