viernes, 22 de mayo de 2020

Un solo problema y una única solución


Piensa en cualquier tipo de problema que tengas o hayas tenido alguna vez en tu vida. Todos parecen derivar de la falta de algo, p.e.: los problemas económicos de la falta de dinero; los problemas de salud de la falta de fortaleza en tu cuerpo o de su falta de protección; los problemas de autoestima de la falta de amor propio y los de pareja porque faltó confianza o fidelidad en la relación. La realidad es que en todos los problemas anteriores, creyendo saber cuál es la causa, no sabes cómo conseguir ese algo que los solucionaría.
Despair-Gerd Altmann en Pixabay

Hay otras veces que creyendo saber cómo resolver el problema, lo que te falta es voluntad; más no puedes carecer de voluntad. Si lo piensas bien, la “no voluntad” es la voluntad de no tenerla. Esto quiere decir que la voluntad siempre está ahí pero la puedes dirigir en sentido negativo sintiéndote desmotivado. Un problema debido a la falta de voluntad se convierte así en un problema de falta de emotividad sintiéndote incapaz, lo que es un tipo de ignorancia acerca de ti mismo.

Por último, existen aquellos problemas de los que desconoces sus causas, y puesto que las desconoces no sabes cómo puedes resolverlos aunque quisieras.

Así tenemos que el común denominador de todos los problemas es una carencia, el desconocimiento de algo, o bien de cómo debes actuar o bien de que puedes simplemente actuar. Pero sobre todo desconoces que tu ignorancia tiene un origen común que es el sistema de pensamiento de la mente errónea o mente-ego. La forma de pensar del ego está basada en la idea misma de carencia, causada a su vez por la creencia en la separación de tu Fuente, ambas creencias enterradas en tu subconsciente lejos de tu vista. 

Resumiendo, el desconocimiento de todos esos “algos faltantes" en tu vida causando “tus problemas” se deben a la creencia inconsciente de que estás separado de tu Fuente, Dios o como quieras llamarLe, pero también al impulso sistemático por negar este hecho ignorándolo, ya que sientes miedo y culpa por lo que crees que lo originó. ¡Por eso no quieres saber! ¡Por eso no recuerdas nada!. A tu ego no le interesa.
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Así que la carencia es algo que le resulta tan natural a tu sistema de pensamiento que la consideras algo normal. Esta creencia tiene su reflejo en un mundo basado en la percepción, donde todo se muestra dividido y separado. Tu mente errónea o ego se alimenta a partir de esta creencia y luego la proyecta afuera en el mundo. Lo haces tan automáticamente que no ves cómo el proceso tiene lugar, y por ello no lo piensas ni lo consideras el problema que crea tus problemas (valga la redundancia) pues ves lo que quieres ver, ya que tu ego quiere verse y sentirse especial y la manera de hacerlo es a través de experimentar la separación, lo que conlleva irremediablemente el sentimiento de carencia. Que esa idea se mantenga oculta de tu consciencia es la garantía de que tu ego permanecerá intacto.

No puedes resolver un problema a menos que sepas de qué se trata. Incluso si ya está resuelto, lo seguirás teniendo porque no reconocerás que ya se ha resuelto. Ésta es la situación del mundo. El problema de la separación, que es en realidad el único problema que hay, ya se ha resuelto. No obstante, la solución no se ha reconocido porque no se ha reconocido el problema. (L-79.1)

Todos los problemas no son más que el mismo problema vestido de formas diferentes causados por la forma de pensar de tu ego. La manera que él tiene de tratar de solucionarlos es abordarlos individualmente, uno por uno, fragmentando y separándolos aún más. Lo que no te dice el ego es que así lo que consigues es crear más problemas de manera que se multiplican y nunca terminan.
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Toda esta complejidad no es más que un intento desesperado de no reconocer el problema y, por lo tanto, de no permitir que se resuelva. Si pudieses reconocer que, sea cual fuere la forma en que se manifieste, el único problema que tienes es el de la separación, aceptarías la respuesta, puesto que verías su relevancia. Si advirtieras el común denominador que subyace a todos los problemas a los que pareces enfrentarte, comprenderías que dispones de los medios para resolverlos todos. Y emplearías los medios porque habrías reconocido el problema. (L-79.6)

La solución es tan simple que tu ego se niega a reconocerla porque va en contra de su manera de pensar y por tanto, de sí mismo. Se trata de perdonar, entendido el perdón desde el punto de vista de UCdM. Perdonar así no es más que reconocer la creencia ilusoria de que tienes problemas; ésto es, darse cuenta que esos problemas no existen como tales sino como parte del gran teatro del mundo, más allá del cual no tienen ninguna consecuencia. Por decirlo de otra manera: tu único problema es creer que tienes problemas porque te crees un personaje en un cuerpo luchando contra el mundo entero para sobrevivir. Lo que no sabes es que tú no eres un cuerpo. Eres espíritu inmortal teniendo una experiencia onírica terrenal.

Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación. (L-80.1)

Así que la solución a tus problemas, espiritualmente hablando, es muy sencilla y para todos por igual ya que no hay unos problemas más difíciles que otros pues todos son lo mismo. La solución trata de ver de otra manera; o de hacer un simple reconocimiento interno por tu parte aceptando de buena fe que la solución ya ha sido dada.
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Hoy quiero recordar la simplicidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar. (L-90.1.4-6)

Ahora sabes la causa de tus problemas. Ya no puedes alegar ignorancia si bien la resistencia de tu ego a reconocer que sabes no es más que parte de su estrategia de defensa. Ahora tus problemas se han convertido en un sólo problema de voluntad por cuanto que el estudiante de UCdM tiene que enfrentarlos como un único problema de fe, pues debes adoptar el sistema de pensamiento recto del E.S. para abandonar el sistema de pensamiento erróneo del ego. Dicha corrección no admite transigencias, tiene que ser total pues no caben excepciones; ésto parece llevar tiempo y esfuerzo. Las trampas del ego aquí serán ponerte todo tipo de zancadillas para entorpecer y dilatar tu proceso al máximo, que de consumarse acabaría con él (p.e. haciéndote dudar de que la separación ha ocurrido de verdad, haciéndote sentir culpable concentrándote en el error en lugar de en la solución, tratando de convencerte de que tu misión es imposible, haciéndote dudar de tu identidad espiritual, distrayéndote con cosas del mundo para hacerte perder el tiempo, etc). Sería pues ahora un descuido por tu parte que subestimes el tesón y el ingenio del ego para hacerte fracasar.

Lo que tú crees, es cierto para ti. En este sentido la separación ha ocurrido, y negarlo sería utilizar incorrectamente la negación. Concentrarse en el error, no obstante, no es más que otro error. El procedimiento correctivo inicial consiste en reconocer temporalmente que hay un problema, mas solo como señal de que tiene que ser corregido de inmediato. Esto da lugar a un estado mental en el que la Expiación puede ser aceptada sin demora. Debe señalarse, no obstante, que, en última instancia, no puede haber transigencia alguna entre lo que lo es todo y lo que no es nada. El tiempo es esencialmente un recurso por medio del cual se puede abandonar toda idea de transigencia al respecto. Este proceso parece ser gradual debido únicamente a que el tiempo en sí comprende intervalos que no existen. (T-2.VII.5.5-12)
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Sin tener perseverancia el curso se olvida muy fácilmente y también el estado mental que necesitas. Es por eso que tienes que mantenerte en guardia en favor de Dios y de su Reino (T-6.V.C). Por eso quiero insistir sobre todo en el caso concreto cuando te empeñas en hallar soluciones a tus problemas donde éstas no se encuentran a sabiendas de cual es la única solución. Eso ocurre porque sigues queriendo ilusiones, sigues fantaseando con ellas y creyendo en falsos ídolos. 

Los substitutos de cualquier aspecto de una situación son los testigos de tu falta de fe. Demuestran que no creíste que la situación y el problema estuviesen en el mismo lugar. El problema era la falta de fe, y esto es lo que demuestras cuando lo separas de su fuente y lo pones en otro lugar. Como resultado de ello, no ves el problema. De no haberte faltado la fe de que podía ser resuelto, el problema habría desaparecido. Y la situación habría tenido sentido para ti porque se habría eliminado cualquier interferencia que hubiese impedido que la entendieses. Trasladar el problema a otro lugar es perpetuarlo, pues te desentiendes de él y haces que sea irresoluble. (T-17.VII.1)

Trasladar de nuevo tus problemas al mundo es quizás la tentación más común y repetida de cualquier estudiante de UCdM, y es motivo de gran decepción e impotencia pues es el intento de querer hacer realidad lo ilusorio depositando tu fe en ello.
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No hay ningún problema que la fe no pueda resolver. Si trasladas cualquier aspecto de un problema a otro lugar, ello hará que sea imposible solventarlo. Pues si trasladas parte del problema a otro lugar, el significado del problema inevitablemente se pierde, y la solución del problema radica en su significado. ¿No es posible acaso que todos tus problemas ya se hayan resuelto, pero que tú te hayas excluido a ti mismo de la solución? (T-17.VII.1)

Recuerda que...

Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación. (T-17.VII.4.1)

Cuando insistes en resolver tus problemas en el mundo desde el ego los estás haciendo realidad. Por lo tanto te está faltando fe, aunque...

No es posible que al Hijo de Dios le falte fe, pero sí puede elegir dónde desea depositarla. La falta de fe no es realmente falta de fe, sino fe que se ha depositado en lo que no es nada. La fe que se deposita en las ilusiones no carece de poder, pues debido a ello el Hijo de Dios cree ser impotente. De ese modo, no se es fiel a sí mismo, pero sí tiene gran fe en las ilusiones que abriga acerca de sí mismo. Pues tú inventaste la fe, la percepción y la creencia a fin de perder la certeza y encontrar el pecado. Este rumbo demente fue tu propia elección, y al depositar tu fe en lo que habías elegido, fabricaste lo que deseabas.(T-21.III.5)

No puedes depositar tu fe en la verdad y en la ilusión al mismo tiempo, ni "servir a dos señores a la vez", pues el sistema de pensamiento del E.S. y del ego son incompatibles.
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Es imposible tener fe en dos orientaciones opuestas. La fe que depositas en el pecado se la quitas a la santidad. Y lo que le ofreces a la santidad se lo has quitado al pecado. (T-21.III.3.5-7)

La fidelidad que muestres a uno u otro sistema de pensamiento será una medida fiable de cual es tu grado de avance hacia la verdad.


El grado de fe de un maestro de Dios indica cuán avanzado se encuentra en su programa de estudios. ¿Pone en práctica este aprendizaje sólo en algunos aspectos de su vida mientras mantiene otros aparte? De ser así, su progreso es lento y su confianza aún no se ha arraigado firmemente. La fe es la confianza que el maestro de Dios tiene de que la Palabra de Dios ha de resolver todas las cosas perfectamente. No sólo algunas, sino todas. (M-4.IX.1.1-4)

Sobre todo guárdate de invertir tu fe en la ilusión para destruir la fe que aún te quede en lo que es real, lo que muchas veces suele salir a la luz cuando dices frases como “Dios me ha abandonado”, “Dios no me concede lo que le he pedido” y otras similares. Ésto es una manera de regatear tus ilusiones con Dios.

La falta de fe que se lleva ante la fe nunca será un escollo para la verdad. Pero usar la falta de fe contra la verdad siempre destruirá la fe. Si te falta fe, pide que se te restituya allí donde se perdió, y no intentes que se te indemnize por ella en otra parte, como si se te hubiese privado injustamente de ella.(T-17.VII.3.9-11)

Tu fe en Dios no debe depender de que Él te dispense Sus favores. Dios no hace favores especiales a nadie ni sabe de este mundo, así que no esperes que Él intervenga arreglando "tus problemas". 

Jesús le dijo: También está escrito: "NO TENTARAS AL SEÑOR TU DIOS" (Mt-4.7)

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