Introducción
¿Qué significa "la Expiación como defensa"? No se puede responder a esta pregunta sin entender qué es la Expiación. El tema del que voy a hablar hoy es acerca del apartado del mismo nombre correspondiente a la lección 2 del libro de Texto de UCdM. Quiero empezar con el siguiente diagrama: La escalera de la salvación.
Con este dibujo he querido representar gráficamente un resumen de la metafísica del Curso de Milagros, desde la caída, al estado de sueño dando lugar a la aparición del espacio y del tiempo, y luego cómo la Expiación nos lleva de nuevo de regreso al estado de consciencia Cielo donde se produjo la caída. La Expiación es el proceso de deshacimiento del error original que es la creencia en la separación. Con cada experiencia que perdonamos se produce una corrección en nuestra percepción, un milagro, y despertamos (o subimos en el gráfico) un poco de nuevo hacia el estado de la Mente Una.
Conforme ascendemos por la escalera también el tiempo se va acelerando, lo que quiere decir que todo acontecimiento va concentrándose cada vez más en un tiempo aparente más reducido que es el momento presente. También el espacio se va estrechando entre "el yo" y "el resto" de cosas y personas, de modo que sentimos todo cada vez más cercano a nosotros, ya que es más nuestra responsabilidad por sentirlo parte de nosotros mismos. Pero dejemos de lado esta breve introducción para entrar de lleno a analizar el apartado del Curso motivo de este post.
La Expiación como defensa (T-2.II)
1.1-2. Puedes hacer cualquier cosa que yo te pida. Te he pedido que obres milagros, y he dejado claro que los milagros son naturales, correctivos, sanadores y universales.
Aquí Jesús (a partir de ahora "J") te pide que obres milagros, pero en el apartado "Principios de los milagros" (T-1.1) J dice también que los milagros han de ocurrir naturalmente, como hábitos, y que deben ser por lo tanto involuntarios. Esta aparente ambigüedad entre pedirte que hagas pero que no lo hagas de manera intencional, yo veo que se resuelve en el principio número 7 "todo el mundo tiene derecho a los milagros", si entiendes que lo que J quiere decir es que está en tu mano el que se produzcan milagros en tu vida, pues no es algo que dependa del azar fruto de una fuerza externa a ti. Me explicaré de otra manera...
Hay un refrán popular que dice que "el hombre propone y Dios dispone", y los milagros siguen la misma línea: tú tienes que proponerlos y J los obra, aunque posiblemente no se resuelvan como tú esperas que lo hagan. Quiero decir que al tiempo de proponerlos tienes que desistir de toda intencionalidad acerca de cómo han de producirse por creer tú qué es lo mejor. Por eso, repito, no vale de nada la intencionalidad ya que la intencionalidad apunta en sí misma a querer controlar lo que tú crees que debiera suceder en cualquier situación. Sencillamente ni tú ni nadie sabemos qué es lo mejor en ninguna situación. ¡No somos tan sabios!
Los milagros responden, por ejemplo, a la fórmula conque dio aparición el mismo Curso cuando en la Universidad de Columbia en Nueva York, el doctor Bill Thetford, atrapado en la rivalidad del ego con Helen Schucman, le dijo a ésta con el corazón en la mano: "tiene que haber otra manera" (otra manera de tratarnos entre nosotros y hacer las cosas sin sentirnos mal). Esta misma fórmula que dio origen al milagro del Curso tiene su evocación en la lección 28 del libro de ejercicios titulada "Por encima de todo quiero ver esto de otra manera". Así que, resumiendo, el milagro obedece al deseo desde el corazón de ver las cosas diferentes a como las vemos; me refiero a una manera que nos produzca paz de verdad, sin que nosotros sepamos qué tenemos que hacer ni cuál es la mejor forma que han de tomar los asuntos que nos alteran.
Continuamos...
1.3-4. No hay nada que no puedan lograr, pero no pueden llevarse a cabo con un espíritu de duda o de temor. Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño.
Aquí aclara que los milagros no pueden llevarse a cabo en un estado de duda y miedo. Tanto la duda, el miedo, así como la intencionalidad son producto del ego. El ego no puede hacer milagros porque el ego es básicamente de naturaleza opuesta al milagro. A nivel metafísico, al ser el ego producto de la mente errónea, no existe, mientras el milagro es lo único que hay. El milagro siempre está ahí, esperando, y surge cuando abres una ventana en tu mente para proponer una corrección a una situación que estás soñando, que se experimenta problemática y la cual quieres percibir desde tu mente recta. Pongamos por caso que Helen Schucman se hubiera atemorizado de tal modo al escuchar la voz interior por primera vez dictándole el curso que se hubiera negado en redondo a canalizarla (aunque sabemos que de hecho se resistió y la tergiversó al principio. Nadie es perfecto); o que Bill Thetford no la hubiera animado a recibir ni tomar nota de lo que escuchaba porque simplemente hubiera dudado al pensar que estaba volviéndose loca. Entonces no hubiera sido posible que naciera el Curso, al menos no en la forma en que lo conocemos hoy.
El ego pide con intencionalidad; quiero decir que él siempre cree que sabe qué es lo mejor en cada situación. Pero en nuestro ejemplo, ni Helen ni Bill sabían qué estaba sucediendo. Ellos no pensaron: "Mira, los dos somos adultos y expertos psicólogos, sabemos y podemos manejar nuestro problema personal; hagamos ésto y lo otro para llevarnos bien". ¡No!. A pesar de toda su experiencia profesional y conocimientos no habían sabido cómo, y sólo compartían su voluntad de encontrar alguna manera de reconciliarse y llevarse bien entre ellos. Es por eso que lo que se te dice es que pidas un milagro sin interferir en cómo ha de producirse y definir su desenlace, sin expectativas. Las expectativas son creadas por la duda y el temor, así que no sabes qué derrotero van a tomar los acontecimientos que conducen al milagro que has pedido, ni cómo va a acabar.
1.5. Recuerda que donde esté tu corazón allí también estará tu tesoro. Crees en lo que consideras valioso.
Por eso es que debes pedir tu milagro de corazón y sin expectativas.
Das valor a aquello que deseas (visto positivamente), pero sin saberlo también están dando valor a lo que temes (visto negativamente), pues la proyección no entiende de polaridades, funcionando igual en sus dos extremos. Deseas o temes porque crees que es posible que ocurra eso que te aportará o te quitará algo. Por eso tienes que vigilar tu corazón cuando pidas un milagro y saber si parte desde el sentimiento de amor o de miedo, de abundancia o de carencia. Si pides el milagro desde el segundo estado no se producirá porque tú mismo estarás pidiendo inconscientemente que no se produzca ya que piensas que de producirse perderás algo, y entonces J no podrá concederte lo que va contra tu voluntad. Lo vas a entender mejor con lo que dice el apartado IV "La curación y la liberación del miedo" de este mismo capítulo el cual dice: "Toda curación es esencialmente una liberación del miedo" (1.7); o quizás lo entiendas mejor si dices "Todo milagro es esencialmente una liberación del miedo". Si se pide, por ejemplo, la curación de una enfermedad pero sus consecuencias producen miedo a perder todas las ventajas que se han generado en torno a dicha enfermedad (atenciones, especialismo, ayudas sociales o cualesquiera otros beneficios, etc.), la persona no se sanará.
1.7-8. Si tienes miedo, es que estás equivocado con respecto a lo que es valioso. Tu entendimiento inevitablemente evaluará erróneamente, y al otorgar el mismo poder a todos los pensamientos, destruirás inevitablemente la paz.
Si pides un milagro con miedo no se producirá porque estarás equivocado con respecto a lo que realmente vale la pena y a lo que pides. En el ejemplo anterior la persona enferma creerá que no vale la pena curarse, evaluando erróneamente. La persona seguirá dividida por dentro y en conflicto, pidiendo curarse pero sin querer hacerlo realmente, por lo que no estará en paz.
1.8-13. Por eso es por lo que la Biblia habla de "la paz de Dios que supera todo razonar". No hay error que pueda alterar esa paz en lo más mínimo. Dicha paz no permite que nada que no proceda de Dios te afecte. Este es el uso correcto de la negación. No se usa para ocultar nada, sino para corregir el error.
Si sientes miedo te equivocarás en tu planteamiento al pedir un milagro. No se producirá ¿Cómo vas a saber que estás pidiendo lo correcto? Pregúntate antes de pedir nada: "¿Me producirá paz el que una situación cambie sobre la manera a como se está manifestando ahora?". Recuerda que quieres ver esa situación de otra manera. Si buscas la paz de Dios que supera todo razonar, no puede haber desenlace alguno que pueda romper esa paz. Tu paz no puede depender de lo que resulte de dicha situación exterior (la cual es una ilusión adoptado una forma determinada). Al pedir un milagro tienes que negar el valor de la forma que adopte y sentirte en paz de todas maneras, sea lo que sea que resulte de la situación. Es, en definitiva, una especie de rendición interior ("Me rindo a lo que quiera que sea la voluntad de Dios. Quiero curarme de mi enfermedad pero si Dios quiere otra cosa, lo acepto con gozo."). No estás ocultando o rechazando la situación sino que te estás negando (y éste es el uso correcto de la negación) a seguir viviéndola con toda la infelicidad y dolor que te ha producido hasta ese momento, y con los que los pensamientos del ego se regodea.
Una pausa está bien (Imagen de 愚木混株 Cdd20 en Pixabay)
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