Lección 247 de Un Curso de Milagros

Sin el perdón aún estaría ciego

1. El pecado es el símbolo del ataque. Si lo veo en alguna parte, sufriré. Pues el perdón es el único medio por el que puedo alcanzar la visión de Cristo. Permítaseme aceptar que lo que Su visión me muestra es la simple verdad y sanaré completamente. Ven hermano, déjame contemplarte. Tu hermosura es el reflejo de la mía. Tu impecabilidad, la mía propia. Has sido perdonado, y yo junto contigo.

2. Así es como quiero ver a todo el mundo hoy. Mis hermanos son Tus Hijos. Tu Paternidad los creó y me los confió como parte de Ti, así como de mi propio Ser. Hoy Te honro a través de ellos, y así espero en este día poder reconocer mi Ser.

* * * 

Reflexión: El protagonista de este chiste que me llegó por whapsApp, está demente, casi ciego y hace cosas "sin" perdón, lo cual me ha inspirado para escribir brevemente sobre la lección de hoy. El viejito Manuel no creería las cosas que le ocurren si conociera UCdM, pues habría sabido que Dios no sabe nada de este mundo, y mucho menos que va haciendo favores particulares a la gente. La mayoría de nosotros aún piensa que Dios creó este mundo de sufrimiento y que si le rezas con devoción cumplirá tus deseos. Sin embargo en nuestra ceguera, esa es una creencia imaginaria, de locos ¡vamos! El perdón es entonces aquí la comprensión de que nos habíamos creído caminando solos, sonámbulos por un mundo de oscuridad que nosotros mismos hemos fabricado. 

Manuel, con sus  95 años, va a hacerse el chequeo médico anual.

Todos los análisis tienen resultados normales, por lo que el Dr. García le dice:

- Bueno Manuel: todo indica que está usted muy bien desde el punto de vista físico. Pero, ¿cómo se siente mental y emocionalmente? ¿Disfruta usted de paz interior?

Manuel responde:

- Dios y yo estamos muy ligados. Fíjese doctor: como Él sabe que soy muy corto de vista, cuando voy al baño por la noche, Él me enciende la luz y, cuando termino, me la apaga.

- ¡Que bárbaro! -dice el médico-. ¡Parece increíble!

Un par de horas más tarde, el Dr. García decide llamar por teléfono a la hija de Manuel, amiga suya:

- Hola, Angélica -la saluda-. Tu padre está muy bien. Físicamente un diez. Pero te llamo porque tengo ciertos temores en cuanto a su salud mental. ¿Es cierto que cuando se levanta por la noche a hacer pipí, se enciende sola la luz del cuarto de baño y, cuando termina, la luz se apaga?

-¡La madre que lo parió! -dice Angélica-. ¡Ya está otra vez meando en la nevera … !

* * *