El perdón pone fin a nuestro sufrimiento y a toda sensación de pérdida
1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. ¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? ¿En qué pérdida se podría incurrir? El mundo se convierte en un remanso de dicha, abundancia, caridad y generosidad sin fin. Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.
2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.
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Reflexión: El perdón pone fin a nuestro sufrimiento porque es el acto con el que evidenciamos la falta de realidad de toda la parafernalia que acompaña al ego. Cuando progresivamente nos volvemos "observadores", vamos comprendiendo, dejamos de juzgar y liberamos creencias que nos mantenían apegados a determinadas cosas y condiciones limitantes, con lo que cesa el dolor que nos unía emocionalmente a ello. El perdón es el proceso mismo de despertar al Ser, el cual sólo parece prolongarse en el tiempo. El perdón, que no es perdonar a otras personas por lo que creemos nos han hecho, no es sino el reconocimiento de que nunca nos hicieron ni nos podrán hacer daño.
Perdonar puede parecer una tarea imposible al principio porque requiere de mucha confianza en lo que aún nos resulta desconocido. Su proceso es un mecanismo de desprendimiento interno que puede resultar doloroso, en el que pareciera que nos estuvieran quitando las cosas, como cuando uno llora al pelar cebolla, pero que a la vez limpia la vista de tu entendimiento adquiriendo lo que llamamos la Visión de Cristo. Es entonces que te das cuenta de que no te faltaba nada ¡Al revés! Te sobraban cosas. Cuando puedas sentir y contar ésto sin dolor ni rencor, sabrás que has avanzado una enormidad en tu proceso.
1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. ¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? ¿En qué pérdida se podría incurrir? El mundo se convierte en un remanso de dicha, abundancia, caridad y generosidad sin fin. Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.
2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.
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Perdonar puede parecer una tarea imposible al principio porque requiere de mucha confianza en lo que aún nos resulta desconocido. Su proceso es un mecanismo de desprendimiento interno que puede resultar doloroso, en el que pareciera que nos estuvieran quitando las cosas, como cuando uno llora al pelar cebolla, pero que a la vez limpia la vista de tu entendimiento adquiriendo lo que llamamos la Visión de Cristo. Es entonces que te das cuenta de que no te faltaba nada ¡Al revés! Te sobraban cosas. Cuando puedas sentir y contar ésto sin dolor ni rencor, sabrás que has avanzado una enormidad en tu proceso.
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