lunes, 3 de septiembre de 2018

Lección 225 de Un Curso de Milagros

Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama

1. Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. ¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!
2. Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó.

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Reflexión: ¿Por qué amas a Dios? Porque Dios es Amor y tú también lo eres, y no puedes sino dar lo que eres porque es lo que recibes constantemente aunque no seas consciente de ello en este momento. El espíritu da y recibe al unísono lo que es sin necesidad de hacer nada especial. No nos estamos refiriendo al acto de amor egoísta basado en algún tipo de interés, expectativa o intercambio. Si piensas en el amor en términos de ego, no vas a entender la lección de hoy. Por eso se te conmina a aquietarte, ya que la quietud despeja el camino a que recuerdes tu unidad con el Padre.
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