martes, 18 de septiembre de 2018

Lección 232 de Un Curso de Milagros

Permanece en mi mente todo el día, Padre mío

1. Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Tí y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.
2. Así es como debería ser cada día. Practica hoy el final del miedo. Ten fe en Aquel que es tu Padre. Deja todo en Sus Manos. Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.
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Reflexión: Estar con Dios no es pensar en Dios. Es más, cuando lo piensas te alejas, porque los pensamientos acerca de Dios no son Dios. Tus pensamientos son la causa de tu alejamiento porque es un estado de ensoñación en el que pierdes contacto con la esencia que compartes con el Padre. Lo que se pide en este ejercicio es que permanezcas en tu mente, pero en tu divinidad, no en tus pensamientos; ésto es ¡DESPIERTO!. Es permaneciendo así que permaneces en el Ser que compartes con Él. 

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