Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar
1. Tengo un reino que gobernar. Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir. No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. La única función de mi mente es servir. Hoy la pongo al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios.
2. Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti. Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí.
* * *
Reflexión: Tienes un reino que gobernar aunque no lo sabes ni sabes cómo gobernarlo. Tu mente es tu reino y sin embargo no la tratas como tal sino que das por hecho que está ahí, ignorando su naturaleza y desconociéndote tú mismo. Sólo te cuidas de usarla para mantenerte entretenido, la mayoría de las veces con banalidades, aunque también para atiborrarla de información igualmente innecesaria que igual utilizarás para obtener títulos académicos de los que sentirte orgulloso; para ejercitarla y que se vuelva ágil resolviendo problemas matemáticos, concursos o crucigramas, o para volverla creativa, crear y sentirte diferente (¡especial!), entre todos los demás. Pero incluso todos los usos anteriores, llegado un cierto momento, tienen un límite y punto de inflexión.
Pasas por alto lo más fundamental de ese reino, que es que ese reino eres tú, y en el que tu ego se comporta como un señor feudal que de manera prepotente sólo se sirve egoístamente de ella. Realmente al ego no le interesa disciplinar la mente porque el ego tiene su origen en la mente indisciplinada (mente errada), así que quiere mantenerla salvaje, distraída, siempre funcionando agitada y siempre pensando, porque de esa manera no da pié a que otras partes de la mente, aún más fundamentales, se inmiscuyan en toda esa actividad. Ninguna de las actividades mencionadas en el primer párrafo amenaza al ego mientras "la tomadora de decisiones", la parte de la mente que decide, no se cuele para observar lo que sucede y ejerza su derecho de decisión interrumpiendo el protagonismo de la mente errada. De eso se trata el ego, de mantener activa la mente errada que, como si de un niño mimado se tratara, se sale siempre con la suya. Así que resulta que es la mente errada la que al final te gobierna a ti en lugar de gobernar tú a la mente errada, pues con su preponderancia mantiene anulada la parte de tu mente que puede observar y en la que radica tu verdadero poder (el poder de decidir cómo quieres vivir) impidiendo usar tu mente recta o mente sana. Literalmente permaneces secuestrado por la parte de tu mente que resulta ilusoria viviendo tus sueños.
La manera de revertir esa situación, de gobernar tú la mente (el ego se rebelará así que no esperes que sea tarea fácil) es disciplinarla, ya que no guardas suficiente atención y vigilancia sobre ti mismo, para lo que necesitas ponerte en manos del E.S. de modo que la mente sirva a la Voluntad de Dios. El E.S. se aloja en la parte de tu mente que llamamos mente recta o mente sana. Existen entonces tres partes en la mente, la mente errada, indisciplinada donde se aloja el ego, la mente recta que piensa con Dios y aloja al E.S., y la tomadora de decisiones que es la parte de la mente que decide entre las dos anteriores.
Poner tu mente al servicio del E.S. para que él la enseñe es una decisión que se toma con la parte de la mente que hemos llamado la tomadora de decisiones. El curso habla de ésto refiriéndose a "Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino" (T-5.V.C). Para gobernar la mente necesitas mantenerte de manera constante en la posición que ocupa la parte tomadora de decisiones para que ésta elija siempre en favor de la mente recta y del E.S.; elegir lo verdadero en lugar de lo falso. Obviamente te va a costar trabajo al principio, pero una vez lo vuelvas un hábito ya no tendrás que esforzarte más; la mente errada y el ego desaparecerán, y la tomadora de decisiones también porque se volverá sencillamente innecesaria; entonces sólo quedarás tú como mente recta o mente crística. Ahí es donde acude Dios dando el último paso para llevarte a casa.
Pasas por alto lo más fundamental de ese reino, que es que ese reino eres tú, y en el que tu ego se comporta como un señor feudal que de manera prepotente sólo se sirve egoístamente de ella. Realmente al ego no le interesa disciplinar la mente porque el ego tiene su origen en la mente indisciplinada (mente errada), así que quiere mantenerla salvaje, distraída, siempre funcionando agitada y siempre pensando, porque de esa manera no da pié a que otras partes de la mente, aún más fundamentales, se inmiscuyan en toda esa actividad. Ninguna de las actividades mencionadas en el primer párrafo amenaza al ego mientras "la tomadora de decisiones", la parte de la mente que decide, no se cuele para observar lo que sucede y ejerza su derecho de decisión interrumpiendo el protagonismo de la mente errada. De eso se trata el ego, de mantener activa la mente errada que, como si de un niño mimado se tratara, se sale siempre con la suya. Así que resulta que es la mente errada la que al final te gobierna a ti en lugar de gobernar tú a la mente errada, pues con su preponderancia mantiene anulada la parte de tu mente que puede observar y en la que radica tu verdadero poder (el poder de decidir cómo quieres vivir) impidiendo usar tu mente recta o mente sana. Literalmente permaneces secuestrado por la parte de tu mente que resulta ilusoria viviendo tus sueños.
La manera de revertir esa situación, de gobernar tú la mente (el ego se rebelará así que no esperes que sea tarea fácil) es disciplinarla, ya que no guardas suficiente atención y vigilancia sobre ti mismo, para lo que necesitas ponerte en manos del E.S. de modo que la mente sirva a la Voluntad de Dios. El E.S. se aloja en la parte de tu mente que llamamos mente recta o mente sana. Existen entonces tres partes en la mente, la mente errada, indisciplinada donde se aloja el ego, la mente recta que piensa con Dios y aloja al E.S., y la tomadora de decisiones que es la parte de la mente que decide entre las dos anteriores.
Poner tu mente al servicio del E.S. para que él la enseñe es una decisión que se toma con la parte de la mente que hemos llamado la tomadora de decisiones. El curso habla de ésto refiriéndose a "Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino" (T-5.V.C). Para gobernar la mente necesitas mantenerte de manera constante en la posición que ocupa la parte tomadora de decisiones para que ésta elija siempre en favor de la mente recta y del E.S.; elegir lo verdadero en lugar de lo falso. Obviamente te va a costar trabajo al principio, pero una vez lo vuelvas un hábito ya no tendrás que esforzarte más; la mente errada y el ego desaparecerán, y la tomadora de decisiones también porque se volverá sencillamente innecesaria; entonces sólo quedarás tú como mente recta o mente crística. Ahí es donde acude Dios dando el último paso para llevarte a casa.
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