Un Curso de Milagros me
recuerda un chiste muy viejo que todavía circula por ahí, así que este artículo no es mérito totalmente mío. Es un tipo que conduce por una ciudad y de pronto
se le sale una rueda. Había ido perdiendo los tornillos de sujeción
poco a poco, y al caer el último el coche se le va a empotrar al
lado del manicomio municipal. Así que se baja, recupera la rueda que
había salido 100 metros rodando, y se pone a buscar los tornillos
por todos sitios. Nada de nada. Tampoco hay quien le ayude, cada cual
va a su rollo. El tipo quería irse de allí porque parecía una
ciudad muy hostil, peligrosa, y estaba asustado. Realmente se sentía
atrapado, perdido, no sabía qué demonios hacer, cómo salir de
aquella situación y hacía aspavientos de todo tipo muy nervioso. De
repente asoma uno de los locos del manicomio por una ventana con una
sonrisa de felicidad tan enorme que hasta parecía sospechosa, se le queda observando
atentamente y le dice:
- No te preocupas
hombre. Lo tuyo tiene arreglo. Deja de buscar afuera y utiliza tu
mente. Razona un momento...
- ¡¿Cómo?! - dice
nuestro protagonista a la defensiva.
- Sí, es muy fácil –
replica el loco - Sólo necesitas tranquilizarte y tener un poco de
paciencia. Tienes que quitar un tornillo de cada una de
las otras tres ruedas, y los vuelves a colocar en la que se te ha
caído. Puede que me llamen loco y me tomen por tal, pero estoy muy
cuerdo, muy despierto. Hazme caso.
Explicación:
- La ciudad es el mundo en que vivimos.
- El protagonista es cualquiera de nosotros que se encarna en el mundo. Llega aquí en su auto que representa todos sus sueños e inmediatamente se rompe, empiezan sus problemas. Se queda atrapado en una pesadilla.
- El manicomio y el loco representan respectivamente UCdM y la voz del Espítu Santo o la mente recta dentro de nosotros.
- La solución de quitar tornillos de las otras ruedas para ponerlas a la que se ha caído es equiparable a practicar el libro de ejercicios entrenando la mente. Es también utilizar elementos del mismo sueño para arreglar el sueño y liberarse del mundo. Es lo que el curso denomina “perdón”.
Así que, moraleja,
siempre hay una salida de la ciudad, pero tienes que cambiar tu
manera de verte a ti mismo y de ver la vida para encontrarla. Que no
te importe si se ríen de ti, si te llamen loco, idiota, sectario o
lo que sea. No hay mayor grado de locura que la que no se reconoce en
uno mismo.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario