domingo, 6 de agosto de 2017

El Manicomio de los Milagros

Un Curso de Milagros me recuerda un chiste muy viejo que todavía circula por ahí, así que este artículo no es mérito totalmente mío. Es un tipo que conduce por una ciudad y de pronto se le sale una rueda. Había ido perdiendo los tornillos de sujeción poco a poco, y al caer el último el coche se le va a empotrar al lado del manicomio municipal. Así que se baja, recupera la rueda que había salido 100 metros rodando, y se pone a buscar los tornillos por todos sitios. Nada de nada. Tampoco hay quien le ayude, cada cual va a su rollo. El tipo quería irse de allí porque parecía una ciudad muy hostil, peligrosa, y estaba asustado. Realmente se sentía atrapado, perdido, no sabía qué demonios hacer, cómo salir de aquella situación y hacía aspavientos de todo tipo muy nervioso. De repente asoma uno de los locos del manicomio por una ventana con una sonrisa de felicidad tan enorme que hasta parecía sospechosa, se le queda observando atentamente y le dice:

- No te preocupas hombre. Lo tuyo tiene arreglo. Deja de buscar afuera y utiliza tu mente. Razona un momento...


- ¡¿Cómo?! - dice nuestro protagonista a la defensiva.

- Sí, es muy fácil – replica el loco - Sólo necesitas tranquilizarte y tener un poco de paciencia. Tienes que quitar un tornillo de cada una de las otras tres ruedas, y los vuelves a colocar en la que se te ha caído. Puede que me llamen loco y me tomen por tal, pero estoy muy cuerdo, muy despierto. Hazme caso. 

Explicación:
  • La ciudad es el mundo en que vivimos.
  • El protagonista es cualquiera de nosotros que se encarna en el mundo. Llega aquí en su auto que representa todos sus sueños e inmediatamente se rompe, empiezan sus problemas. Se queda atrapado en una pesadilla.
  • El manicomio y el loco representan respectivamente UCdM y la voz del Espítu Santo o la mente recta dentro de nosotros.
  • La solución de quitar tornillos de las otras ruedas para ponerlas a la que se ha caído es equiparable a practicar el libro de ejercicios entrenando la mente. Es también utilizar elementos del mismo sueño para arreglar el sueño y liberarse del mundo. Es lo que el curso denomina “perdón”.

Así que, moraleja, siempre hay una salida de la ciudad, pero tienes que cambiar tu manera de verte a ti mismo y de ver la vida para encontrarla. Que no te importe si se ríen de ti, si te llamen loco, idiota, sectario o lo que sea. No hay mayor grado de locura que la que no se reconoce en uno mismo.

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