1. Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges. He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación.
2. Tal vez creas que ésta es una postura extrema o demasiado abarcadora para poder ser verdad. Mas ¿podría la verdad hacer excepciones? Si se te ha dado todo, ¿cómo podría ser real perder? ¿Puede acaso el dolor ser parte de la paz, o el pesar de la dicha? ¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse en una mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? La verdad tiene que abarcarlo todo, si es que es la verdad. No aceptes opuestos ni excepciones, pues hacer eso es contradecir la verdad.
3. La salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y de que nada más lo es. Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas aceptado ambas partes de la aseveración. Sin la primera, la segunda no tiene sentido. Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad. La verdad no puede tener opuestos. No se puede hacer suficiente hincapié en esto o pensar en ello con demasiada frecuencia. Pues si lo que no es verdad fuese tan cierto como lo que es verdad, entonces parte de la verdad sería falsa y la verdad dejaría de tener significado. Sólo la verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.
4. Ésta es la más simple de las distinciones, si bien, la más ambigua. Mas no porque sea una distinción difícil de percibir, sino porque se halla oculta tras una amplia gama de opciones que no parecen proceder enteramente de ti. Y así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en entredicho su consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo hayas introducido.
5. Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmutable; y los estados transitorios son, por definición, falsos. Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. Esta condición de abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es.
6. ¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste tú quien fabricó el mundo que ves? Dios no lo creó. De eso puedes estar seguro. ¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la culpabilidad? ¿Qué puede saber de los temerosos, de los que sufren y de los solitarios; o de la mente que vive dentro de un cuerpo condenado a morir? Pensar que Él ha creado un mundo en el que tales cosas parecen ser reales es acusarlo de demente. Él no está loco. Sin embargo, sólo la locura da lugar a semejante mundo.
7. Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia Voluntad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es arrogancia. La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas no proceden de Él. ¿Y sería posible acaso ver lo que Dios no creó? Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de Dios no dispuso que existiera. ¿Y qué podría ser más arrogante que eso?
8. Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos hecho tal como es. Tenemos el poder de decidir. Decide únicamente aceptar el papel que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees haber fabricado desaparecerá. Lo que entonces emergerá en tu conciencia será todo lo que siempre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como es ahora. Y entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que inventaste a fin de usurpar el altar del Padre y del Hijo.
9. Hoy vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la falsa pretensión con la que el ego intenta probar que la humildad es arrogancia. Sólo el ego puede ser arrogante. Pero la verdad es humilde, puesto que reconoce su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo amado. Dejaremos a un lado la arrogancia, que afirma que somos pecadores, culpables, temerosos y que estamos avergonzados de lo que somos; y en lugar de ello, elevaremos nuestros corazones con verdadera humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados y semejantes a Él en poder y en amor.
10. Tenemos el poder de decidir. Y aceptamos de Él aquello que somos, y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. Reconocer al Hijo de Dios implica asimismo que hemos dejado a un lado todos los conceptos acerca de nosotros mismos y que hemos reconocido su falsedad. También hemos percibido su arrogancia. Y con humildad aceptamos jubilosamente como nuestros el esplendor del Hijo de Dios, su mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así como su derecho al Cielo y a liberarse del infierno.
11. Ahora nos unimos en gozoso reconocimiento de que las mentiras son falsas y de que sólo la verdad es verdad. Al levantarnos pensaremos únicamente en la verdad, y pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a nuestras temerosas mentes con lo siguiente: Tengo el poder de decidir. Hoy me aceptaré a mí mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese. Luego aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño, según le pedirnos humildemente a nuestro Ser que se revele ante nosotros. Y Aquel que nunca nos abandonó volverá de nuevo a nuestra conciencia, agradecido de poder devolverle a Dios Su morada, tal como siempre debió ser.
12. Espéralo pacientemente hoy, e invítalo cada hora con las palabras con las que diste comienzo al día, el cual se debe concluir con esa misma invitación a tu Ser. La Voz de Dios te contestará, pues Él habla en tu nombre y en el de tu Padre. Él substituirá todos tus frenéticos pensamientos por la paz de Dios, los auto-engaños por la verdad de Dios y tus ilusiones acerca de ti mismo por el Hijo de Dios.
* * *
Reflexión: Que tenemos poder para decidir no nos cabe la menor duda; elegimos continuamente ésto o lo otro. Pero si lees la lección atentamente comprobarás que se refiere al poder para decidir las cosas que te ocurren a partir de tus deseos. Tienes el poder absoluto sobre lo que te sucede. Y entonces, ¿cómo es que nos suceden cosas malas? Casi todos creemos lo contrario, que las cosas malas ocurren sin que las pidamos ni tengamos control sobre ellas, de ahí el miedo y el afán del ego por controlar todo. Es más, si le dices a alguien que le pasó eso tan horrible porque él/ella lo decidió de esa manera, como poco te puede tomar por loco, y llevándolo al extremo te puede insultar e incluso pegar indignado si está muy dolorido con lo que le ocurrió. Como consejo particular te recomiendo que no digas a nadie que es responsable de lo que le sucedió, sobre todo cuando el suceso sea una tragedia.
El tema de hoy, desde luego peliagudo, es sobre todo una lección para no ir prodigándola por ahí, pues es una aseveración que choca fuertemente con la creencia general aceptada en la buena o mala suerte. Podríamos decir que es difícil de creer porque decidimos a otro nivel diferente del que somos conscientes; por eso es por lo que nos encontramos con una fuerte resistencia a aceptar esta idea. Dice UCdM:
El tema de hoy, desde luego peliagudo, es sobre todo una lección para no ir prodigándola por ahí, pues es una aseveración que choca fuertemente con la creencia general aceptada en la buena o mala suerte. Podríamos decir que es difícil de creer porque decidimos a otro nivel diferente del que somos conscientes; por eso es por lo que nos encontramos con una fuerte resistencia a aceptar esta idea. Dice UCdM:
"Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que deseo alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí"
Los argumentos de Jesús en la lección de hoy son los siguientes: Si se te ha dado todo, la santidad misma, ¿cómo es posible sufrir pérdida alguna? Cuando ocurre algo malo... simplemente no es verdad. La verdad no tiene opuestos y los estados transitorios son falsos.
Ya he hablado de ésto anteriormente (Lección 101). Existe un cielo ilusorio desde donde reencarnamos y en el cual programamos nuestras vidas aceptando jugar determinados papeles con el objetivo de evolucionar. En este sentido, decidimos lo que nos va a ocurrir aquí en cada vida sin recordar que fuimos nosotros mismos quienes lo decidimos de esa manera. Pero pensar que ese sea el cielo real y que Dios creó este mundo de locura, sufrimiento y muerte solamente para justificar nuestra evolución es aún más difícil de creer. Jesús nos dice en UCdM que ya somos perfectos. La evolución no es más que una ilusión más puesta al servicio de la perpetuación del sueño, un señuelo en definitiva, pues lo que es real en nosotros no cambia. Así, lo que en el sueño de la mente dormida es evolución (añadir capas), en UCdM y para la mente que empieza a despertar es des-hacimiento (eliminar capas).
Tu papel cómo "el que decide" se refiere a co-creador del universo, de este sueño. Entonces, ¿por qué no puedes aceptar que eres responsable de todo lo que te pasa? Primero porque no es esa la evidencia, y segundo porque entonces abrirías paso a la posibilidad de empezar a ponerle fin a esta experiencia, a la del ego con la que tan fuertemente te identificas, y eso es algo te te aterroriza (ponerle fin a tu falsa identidad). Por eso la mente soñadora urdió este sistema en el que teníamos que olvidar y negar toda responsabilidad creadora ocultando el momento en que decidimos.
Tu papel cómo "el que decide" se refiere a co-creador del universo, de este sueño. Entonces, ¿por qué no puedes aceptar que eres responsable de todo lo que te pasa? Primero porque no es esa la evidencia, y segundo porque entonces abrirías paso a la posibilidad de empezar a ponerle fin a esta experiencia, a la del ego con la que tan fuertemente te identificas, y eso es algo te te aterroriza (ponerle fin a tu falsa identidad). Por eso la mente soñadora urdió este sistema en el que teníamos que olvidar y negar toda responsabilidad creadora ocultando el momento en que decidimos.
Para deshacer el entuerto del mundo hay que comenzar aceptando al menos la posibilidad de que fue uno quien lo causó ("Una diminuta y alocada idea de la que el Hijo de Dios olvidó reírse..." Cap 27, VII El héroe del sueño). Esta es la clave, la cual el ego llama arrogancia pero que es la verdadera humildad, u honestidad si te suena mejor. Aceptar tu responsabilidad (aunque ahora no lo veas claro) es aceptar que somos hijos de Dios, no un ego separado víctima del azar. Aceptar tu responsabilidad también es una decisión, la más importante que puedas tomar, pues en el decidir reside tu auténtico poder; decidir entre ser un ego impotente (¡qué contrariedad! pero eso es lo que es el ego, impotencia) o decidir ser quien realmente eres, el todopoderoso Hijo de Dios.
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