Profetas no son solamente los clásicos, esos de los que algunos escuchábamos hablar en las clases de religión de la madre Elisa, o en la lectura de la misa de los domingos y fiestas de guardar. Me refiero a los profetas bíblicos, Ezequiel, Daniel, Isaías, Joer, ¿...?. Perdón, Joel. También son profetas esos que luego, unos cuantos años más tarde, empezamos a conocer de manera atípica mediante algún libro extraño llegando a nuestras manos, como Michel de Nostradamus y sus profecías; o todos los que empezaron a hacerse conocidos con la irrupción y generalización de internet. Hablo, éstos últimos, de Parravicini, Egdar Cayce, Xico Xavier, Baba Vanga, San Malaquías, etc, por citar algunos de los más famosos. No son los únicos pues son también "profetas" a menor escala, los tarotistas, los políticos y todos aquellos que se dedican y/o se ganan la vida vendiendo sus palabras por interés, o venden su interés con palabras. De últimas, todos somos profetas en algún grado cuando en la forma más popular de predicción exclamamos convencidos "¡te lo dije!". Los poderes psíquicos es algo que todos poseemos pero que no todos hemos desarrollado por igual.
fortune-telling - Tumisu en Pixabay
Volviendo al tema de este post, quiero aclarar que la capacidad de predicción sólo se puede explicar por el hecho de que el sueño del mundo ya tuvo lugar, pero ahora lo revivimos recordándolo desde distintos puntos de vista encarnando múltiples personajes. Las constantes decisiones que parecemos tomar y sus posibles finales y/o consecuencias ya están previstos, funcionando todo este sistema igual que sucede en un video-juego. El argumento no es más que el deseo por el logro de diferentes metas y promesas de felicidad que luego no lo son tanto, pero que resultan tan atractivas que nos mantienen enganchados en el juego; esto hasta que el soñador cansado, frustrado, dolorido y despabilado elige, guiado por la mente recta (su Yo superior, intuición, guía angelical, ES o como quieras llamarlo), la opción que lo despierta, desidentificándose con su personaje. Entonces, queda finalmente liberado. ¡Game over!
Formando parte importante del sueño que, he dicho, se asemeja a un video-juego, las palabras (a veces unidas a imágenes intuitivas), orbitan alrededor de los hechos que parecen tener lugar. Las palabras los preceden, los acompañan o los recuerdan una vez han ocurrido, presentándose como la guarnición, el adorno, el acompañamiento, símbolos de símbolos como las llama UCdM, aunque me pese decirlo a mí que hago tanto uso de ellas; pero el asunto es que sin ellas no hay profetas ni profecías.
Profecía de Benjamín Solari Parravicini del año 1939 correspondiente al atentado del 11 de Septiembre de 2001 al Word Trade Center de New York: "La libertad de Norteamérica perderá su luz. Su antorcha no brillará como ayer y el monumento será atacado dos veces" - Tomado de la WEB
Y por razón de que las palabras son puro oropel, muy atrayentes al sentido del oído, las profecías también lo son; puro entretenimiento para la mente inquieta que agitándose en la especulación trata de atrapar el próximo acontecimiento, el cómo, el cuándo y el dónde. Las profecías constituyen de este modo un combustible para la mente errónea, la cual intenta cambiar su propio sueño de uno malo a otro mejor; una distracción que la mantiene en marcha en un bucle que se retroalimenta a sí mismo.
Pero un sueño no es más que un sueño y las ilusiones nunca podrán ser reales, aunque desde adentro de él lo parezcan y parezcan tener consecuencias para nosotros como protagonistas; aunque dichas consecuencias no afectan a lo que es verdad en nosotros, lo cual es absoluto e inalterable al tratarse de nuestra esencia divina semejante a Dios.
Los profetas y sus profecías confieren realidad al sueño. Los sueños, que siempre producen emociones contrapuestas entre el amor y miedo, reflejan un estado de imposibilidad de la Mente del Hijo de Dios la cual es un escape del estado pleno de Unidad con el Padre hacia una suerte de aventura de separación en donde la carencia hará acto de presencia con más o menos intensidad. Es la manifestación de la dualidad consecuencia de la percepción, donde todo lo que se manifiesta lo hace invertido a como en el Cielo, como sucede en un espejo. En ese estado irreal, las profecías son el mecanismo que usa la Mente-ego del Hijo de Dios para tratar de controlar su propias proyecciones, al tiempo que mantiene su fantasía en funcionamiento. Esa fantasía toma la forma del Universo con todo su contenido, y la Mente-ego que lo sueña a su vez toma la identidad de su dios creador, un dios semejante al del antiguo testamento, amante de los sacrificios, vengativo y cruel, el cual confundimos con el Dios absoluto todo amoroso que anunció Jesús en su evangelio y que no tiene nada que ver con este mundo. Por eso este Universo nunca dejará de ser un lugar de desigualdades, de abundancia en un lugar pero de carencias en otro, de felicidad en un tiempo pero de terror en otro, regentado por un Dios caprichoso, una veces tiránico y otras justiciero.
Pero un sueño no es más que un sueño y las ilusiones nunca podrán ser reales, aunque desde adentro de él lo parezcan y parezcan tener consecuencias para nosotros como protagonistas; aunque dichas consecuencias no afectan a lo que es verdad en nosotros, lo cual es absoluto e inalterable al tratarse de nuestra esencia divina semejante a Dios.
Los profetas y sus profecías confieren realidad al sueño. Los sueños, que siempre producen emociones contrapuestas entre el amor y miedo, reflejan un estado de imposibilidad de la Mente del Hijo de Dios la cual es un escape del estado pleno de Unidad con el Padre hacia una suerte de aventura de separación en donde la carencia hará acto de presencia con más o menos intensidad. Es la manifestación de la dualidad consecuencia de la percepción, donde todo lo que se manifiesta lo hace invertido a como en el Cielo, como sucede en un espejo. En ese estado irreal, las profecías son el mecanismo que usa la Mente-ego del Hijo de Dios para tratar de controlar su propias proyecciones, al tiempo que mantiene su fantasía en funcionamiento. Esa fantasía toma la forma del Universo con todo su contenido, y la Mente-ego que lo sueña a su vez toma la identidad de su dios creador, un dios semejante al del antiguo testamento, amante de los sacrificios, vengativo y cruel, el cual confundimos con el Dios absoluto todo amoroso que anunció Jesús en su evangelio y que no tiene nada que ver con este mundo. Por eso este Universo nunca dejará de ser un lugar de desigualdades, de abundancia en un lugar pero de carencias en otro, de felicidad en un tiempo pero de terror en otro, regentado por un Dios caprichoso, una veces tiránico y otras justiciero.
Las profecías, como producto del ego, además te mantienen esclavo del tiempo y de la culpabilidad, pues si no haces "lo que debes, lo correcto" la profecía se cumplirá. El ego tiene por base principal la culpa que la Mente del Hijo sintió al creerse separar de Dios. Sin culpa no hay ego que valga, no hay sueño, no hay tiempo y sólo queda el eterno ahora que abre paso a la verdad eterna, a la inmortalidad del Ser a la que tanto envidia y teme a la vez el ego porque Ser supone la desaparición del ego. Así que cuando vives en base a profecías siempre es bajo la amenaza constante del final de los tiempo, con temor y con culpa, atrapado en el ego y en este sueño que llamamos vida sin serlo.
El juicio final de Miguel Angel en el Vaticano no significa la separación de los buenos de los malos como nos hace creer el ego. Es el fin del sueño de dualidad, la separación de la Verdad de lo que es falso e ilusorio, lo cual desaparece en la nada de donde surgió.
Por muy terrorífico que pueda resultar (para el ego), la única profecía con significado es aquella que predice lo inevitable al final de los tiempos, que es final y desaparición del mundo, el despertar del sueño con la llegada de la realidad, lo verdadero: ¡el Reino de los Cielos!. El ego temeroso, sin embargo y como no podía ser, identificándose con el cuerpo y el personaje que lo ocupa, asocia el final a múltiples acontecimientos, todos catastróficos, donde reinan la muerte y la destrucción total. Para el ego, la profecía del fin de los tiempos es terrible porque significa su desaparición. Para el espíritu, esa misma profecía es dulce, esperanzadora, porque habla de su liberación.
UCdM sólo menciona la palabra "profecía" una sola vez en toda su extensión, dándonos a entender que sólo hay una única profecía cierta, la del fin de la ilusión y con ella la del pecado, la culpa y el miedo; es por lo tanto una profecía dichosa. Además nos invita a adelantarla entrando en un estado de recogimiento interior de quietud y silencio para que podemos recordar la verdad, a Dios. Dice:
UCdM sólo menciona la palabra "profecía" una sola vez en toda su extensión, dándonos a entender que sólo hay una única profecía cierta, la del fin de la ilusión y con ella la del pecado, la culpa y el miedo; es por lo tanto una profecía dichosa. Además nos invita a adelantarla entrando en un estado de recogimiento interior de quietud y silencio para que podemos recordar la verdad, a Dios. Dice:
La hora de la profecía ha llegado. Ahora es cuando las antiguas promesas se honran y se cumplen sin excepción. No queda ningún paso que el tiempo nos pueda impedir dar. Pues ahora no podemos fracasar. Siéntate en silencio y aguarda a tu Padre. Él ha dispuesto que vendrá una vez que hayas reconocido que tu voluntad es que Él venga. Y tú nunca habrías podido llegar tan lejos si no hubieses reconocido, por muy vagamente que fuese, que ésa es tu voluntad. (Libro de Ejercicios. Intro. a la 2ª Parte. 5, UCdM)
Todas las profecías dejan de ser profecías "ahora", cuando vives en el momento presente desde tu mente recta, la parte de tu mente despierta semejante a la del Cristo, el ES. En ella no hay miedo ni culpa, sólo pura inocencia y dicha. Se disuelven entonces todas las fantasías porque tu deseo y tu voluntad es estar de nuevo junto a Dios. No es que te separaras de Él sino ilusoriamente cuando una alocada idea cruzó tu mente y te tentó con la creencia de que la separación era posible, y entraste en un estado de enajenación (inconsciencia o sueño) para experimentar por tu cuenta como sería el sentirte especial. Pero siempre has permanecido junto a Él, protegido de todo mal, aunque creyéndote en el exilio, en lugares lejanos y peligrosos. Más con cada instante que guardas silencio y vas a Él, la hora de la única y verdadera profecía se adelanta un millar de años, hasta que llegue un instante en que se consume su recuerdo y todo vuelva a ser como era antes.
Y ahora, un chiste:
En un manicomio hay demasiada gente, así que el director reúne al comité de evaluación, y entre todos deciden que lo mejor es hacer una prueba de lucidez para soltar a los que demuestren estar más cuerdos; así se podrá aliviar la sobre-saturación en la que se encuentra el centro. En el día de la prueba, el comité observa atento a través de una ventana simulada en la pared lo que sucede en la sala contigua, donde van entrando los candidatos uno a uno:
- ¡Soy el profeta enviado por Dios para anunciar el final de los tiempos! - grita el primer loco dirigiéndose a su reflejo en el espejo de la pared sin saber que es observado de frente.
A continuación entra otro loco en la habitación, y al escuchar lo que dice el primero se le acerca y le dice:
- Perdona pero... ¡yo soy el profeta enviado por Dios! Arderás en los infiernos por tu infamia. ¡El fin del mundo se aceeeerca!
En la sala de observación los miembros del comité de evaluación se miran de soslayo con cara de circunstancia y resignación, y hacen un gesto para que pase otro más. Mientras los dos locos anteriores discuten entra el tercero que se les queda observando atentamente y les pregunta:
- ¿Qué está pasando aquí?
El primer loco le contesta:
- ¡Soy el profeta enviado por Dios para anunciar el final de los tiempos!
A lo que el segundo replica:
- ¡Mentira! ¡El profeta enviado por Dios soy yo! No le hagas caso.
Entonces el tercer loco les dice:
- Está claro. Los dos estáis locos. Peor que eso: estáis como cabras.
En la sala contigua los miembros del comité entornan los ojos y se miran esperanzados haciendo gestos de aprobación acerca del tercer candidato, quien parece muy juicioso. Se van a poner de acuerdo para soltarlo cuando en el último instante éste va y suelta a los otros dos locos que aún pelean entre ellos:
- ¡SILENCIO! ¡Falsos profetas! ¡No lo sois ninguno de los dos! Que se sepa... ¿Cuándo os he enviado yo?
Ante lo visto, en el comité de evaluación el miembro más destacado, líder del partido político más votado, piensa:
- (Este tipo se cree que es Dios, pero soy yo aquí el que manda) - Se gira y se dirige a su asesora ejecutiva que también ha entrado a formar parte del comité para cobrar las dietas - ¿Qué dicen las cartas Manolita?
Manolita coge un mazo de tarot y lo esturrea por encima de la mesa.
- Uhm… dicen que te saldrá una férrea competencia, una voz contestataria, aunque te ama secretamente con locura. Si te ha gustado suscríbete a mi canal y dale a la campanita. Tilín, tilín..
- ¡Vaya! Menudo tipejo. No quiero que vaya por la calle poniéndome en evidencia. Sería malo para mi carrera política. Definitivamente no lo soltaremos.
Y piensa el director del manicomio:
- (Esso yaa loo vereeemoooos… mi amooor.)
* * *