4º hábito: Piensa en ganar ganar
Al planear y perseguir tu objetivo, todas las personas involucradas contigo deben ganar, no solamente tú. Todas las partes han de resultar beneficiadas. Es necesario eliminar el paradigma ganar/perder del ego quien cree que si das, pierdes.
Así es en efectivo en lo relativo a lo material y a todo lo que tiene forma, ya que cuando das algo te quedas sin ello, ¡lo pierdes!; pero incluso en esos casos tu generosidad abre la puerta a que se te pueda devolver multiplicado. Este principio juega con este hecho, aunque no siempre ocurre así. A veces das todo y lo pierdes todo, o casi todo, sin que se te restituya. Y es que… hace falta más que un buen plan y absoluta entrega para establecer este paradigma ideal que es ganar-ganar. Unos lo llaman organización, otros oportunismo, otros fe o perseverancia, otros respaldo o padrinos, … y así un sinnúmero de factores, muchas veces no tenidos en cuenta, y otras veces, imposibles de prever, por lo que la mayoría estarán de acuerdo en llamarlo suerte... ¿o quizás debiéramos llamarlo nuestro guion, el guion que nos toca?. Así que este hábito, con mucha frecuencia termina convirtiéndose en un perder-ganar, ganar-perder e incluso perder-perder.
Pero, ¿qué dice UCdM al respecto de hacer planes y perseguir objetivos?, en este caso con el objetivo de ganar-ganar.
Tal vez no sea fácil darse cuenta de que los planes que uno mismo inicia son tan sólo defensas, al ser su propósito el mismo para el que se concibieron todas las defensas. Estos planes constituyen los medios a través de los cuales una mente atemorizada intenta hacerse cargo de su propia protección a costa de la verdad. Esto se puede reconocer fácilmente en algunas de las formas que adopta este auto-engaño, en las que la negación de la realidad es muy evidente. No obstante, rara vez se reconoce que hacer planes es en sí una defensa.
La mente que se dedica a hacer planes para sí misma está tratando de controlar acontecimientos futuros. No cree que se le vaya a proveer de todo cuanto pueda necesitar, a menos que ella misma lo haga. El tiempo se convierte en algo en lo que lo que se enfatiza es el futuro, el cual se debe controlar mediante el aprendizaje y la experiencia derivada de sucesos pasados y de las creencias que se abrigan. Dicha mente pasa por alto el presente, basándose en la idea de que el pasado le ha enseñado lo suficiente como para permitirle dirigir su futura trayectoria.
La mente que hace planes, por lo tanto, no permite ningún cambio. Lo que aprendió en el pasado se convierte en la base de sus futuros objetivos. Sus experiencias pasadas determinan su elección de lo que ha de suceder. Y no se da cuenta de que aquí y ahora se encuentra todo cuanto necesita para garantizar un futuro muy diferente del pasado, libre de la continuidad de las viejas ideas y de las creencias enfermizas. No hay ansiedad con respecto al porvenir, pues la confianza presente está a cargo de éste.
(L-135.14-16)
Sólo falta rematar los párrafos anteriores nuevamente con el lema de la lección 147, el cual ya citamos en el hábito anterior. Insisto en repetirlo porque siempre se nos olvida:
Pongo el futuro en Manos de Dios.
Lo que nos interesa aquí es la aplicación espiritual de este hábito, y no el subterfugio seudo-espiritual del ego queriéndose aprovechar de esta ley, ganar-ganar, para asegurarse el ganar propio. Para poder tener en lo espiritual primero tienes que dar. Así tú ganas y ganan los demás. Cuando das conocimiento, llámalo amor, lo refuerzas dentro de ti y no pierdes nada sino que ganas más aún. La primera regla del Espíritu Santo dice:
"Para poder tener, da todo a todos" (T-6.V.A)
El equivalente a este hábito, a efectos prácticos de la enseñanza de UCdM, no trata de que te desprendas de todo lo que tienes regalando tus cosas. Se trata del proceso mental de compartir lo que eres, amor incondicional, para lo que no tienes que demostrar nada con el objetivo de que te paguen con la misma moneda. Puedes dar tus bendiciones silenciosamente, deseando lo mejor al otro, o viéndolo como lo que en verdad es, espíritu. Ese simple y discreto hábito se te devuelve con el reforzamiento de la idea en tu ser. Es al hacer este reconocimiento que tú mismo te reconoces de manera equivalente, y se hace real el dicho de que das lo que eres, y lo refuerzas practicándolo.
Lo importante aquí es ser consciente de que la salvación se consigue compartiéndola con los demás, puesto que estamos hablando de un estado de consciencia que se expande en tu propia mente cuando lo extiendes hacia afuera a través del perdón; aunque no exista nada afuera sino “perceptual-mente”. Todas las mentes son una misma mente. En resumen, compartir tu mente recta la refuerza en ti y por ende, refuerza la de “todos los demás”. Eso es ganar-ganar y aquí no caben otros factores “no tenidos en cuenta” dependientes de la “suerte” que vengan a estropear este paradigma. Puede que no veas sus resultados a nivel de la forma, pero estarán ahí aguardando a manifestarse en el momento adecuado.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario