Con el Big Bang dio inicio el universo en una gran proyección, una macro-ilusión motivada por el deseo de la gran mente universal. Si estás poseído por el deseo, eres como un big bang: vas por la vida estirándote por aquí y por allá, consiguiendo esto y lo otro, encandilando a los demás, pero cada vez con menos fuerza; aprietas menos y vas dejando atrás espacios de inmenso vacío y oscuridad. Siempre te queda faltando, puesto que cuanto más consigues, más te invade una sensación tremenda de carencia. La expansión hacia afuera necesita mucho empuje, mucha energía, mucho esfuerzo, y llegado un punto, lo empiezas a sentir, te falla la vitalidad, te agotas y te apagas.
No tienes que esperar a que se te acaben las pilas. Si te vuelves como un agujero negro ya no vas a ir por ahí tratando de comerte el mundo, sino que simplemente te aquietas más y más y pasas desapercibido. Has apagado tu máquina de hacer deseos y dejas de correr tras ellos. Te centras en tu SER. Entonces puede ocurrir una cosa muy curiosa (yo la he experimentado). Comienzas a aumentar tu poder de atracción, gradualmente, poco a poco. Lo que antes perseguías y se te esfumaba, ahora se te acerca solo porque has potenciado tu energía y su radio de acción, y termina cayendo dentro de tu campo gravitatorio, como por arte de magia.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario