sábado, 3 de septiembre de 2016

La Alpujarra despierta pasión

Este es un caso verídico, para quien no me crea, porque ya sé que lo que voy a contar es un poco excepcional, se sale de lo normal, pero también es verdad que a veces la realidad supera a la ficción.
El 2 de enero viajé a mi tierra, a la Alpujarra. Allí todavía me quedan amigos y en esta ocasión me encontré con uno que hacía tiempo no veía. Será porque vive en un cortijo en la Alpujarra Profunda, o lo que es lo mismo, en lo profundo de la España profunda. Este amigo es muy peculiar, muuuuy pesaaao. Para guardar su intimidad lo voy a llamar “Onofre” (Ya le he cambiao el nombre varias veces p'a despistar).
Como decía, Ono u Onofre que sigue solterón, y para celebrar nuestro reencuentro después de tantos años, se empeñó en que nos fuéramos de marcha aquel sábado por la noche para rememorar nuestros “tiempos mozos”. No importa que le explicara que apenas estaba llegando de Madrid y que me dejara descansar un día, con la esperanza de perderlo de vista, que como he dicho antes, es tan pesado que sin poder quitármelo de encima, una hora más tarde estábamos bajando p’a la costa de “Graná” discutiendo a qué pueblo, a qué pub o discoteca nos íbamos a meter, que él tenía muchas ganas de ligar, y que esa noche no se volvía “pal” cortijo sin comerse una rosca.
Mi amigo Onofre, más seco que un chiflío, todavía viste con boina (es el típico homo catetus) aunque se la quitó y se repeinó entusiasmado pasándose la mano “relamiá” por lo que le va quedando de flequillo. La suele llevar tanto tiempo puesta que cuando se la quita se le nota una cicatriz bien marcada de oreja a oreja, como si tuviera una junta culata en la frente, pero con el cerebro gripao.
- Tío, ¡que han pasao casi 30 años! – le decía -  ¿A dónde vamos a ir si nosotros ya hemos perdio tirón?
¡Nada! como si le hablaras a un gorrino (de eso él entiende mucho). Total, que entramos en el primer pueblo y en el primer pub-discoteca, y empiezan a desfilar muchachitas guapas, rubias y morenas dieciocho y veinteañeras, “to” arregladitas con esas minifaldas bikineras que llevan puestas ahora, ¡con tó el frío que hacía! Uno no deja de sentirse como en un parvulario por la diferencia de edad. Yo quería irme de allí, aunque Onofre me sujetaba del brazo y no me dejaba. Él se sentía cómodo porque aún es como un crío: no tiene edad, encaja con cualquiera y en cualquier circunstancia y difícilmente siente frío en ningún lugar (¡acostumbrao al clima de la sierra!), tal es así que le empieza a subir la calentura a partir del tercer o cuarto cubata y ya le sobra tó, chaqueta, jersey, camisa y demás. ¡Qué bochorno! Imaginaos como embiste un toro de miura, mirando con ojos rojos de lascivia, cayéndosele la baba y hablando soeces:
– ¡A esa vaquita la ordeñaba yooooooo!
Contrariado, entre mi risa clandestina y mi vergüenza, más que una vaqueriza, aquello me recordaba un gallinero cuando el zorro entra a coger gallinas y todas corren despavoridas, soltando plumas. Por un momento temí que nos fueran a echar del local a golpe de palos, pero llegados a un punto, los cubatas fueron aplacando a Onofre, que se fue dando por vencido poco a poco.
Cuatro horas y tres gallineros más tarde volvíamos por la misma carretera totalmente solitaria; yo reventao y deseando pillar la cama, y Onofre con un trancazo muy decepcionado porque no había conseguido atrapar “ná de ná”. En esto que a la altura del paraje que llaman Rules, sobre el nuevo embalse y al salir de una curva, casi nos venimos a chocar con un animal que resulta ser una borrica. Quién sabe de dónde se habría escapado aquel bicho y quien sería el dueño porque llevaba los aparejos todavía puestos. Entonces Onofre dice que nos bajemos y que la agarremos, y yo pienso que sí, que está bien, que era mejor atarla a un pino apartado dos o tres metros de la cuneta no fuera que provocara un accidente con otro coche, casi como nos sucede a nosotros.
Y Onofre me dice:
- Pepe, Pepe… coge la mula por adelante.
   - ¿Qué vas a hacer?
  - Yo no me queo hoy sinechá un porvico. Aguanta la mula bien fuerte.
  - (Yo muy nervioso) ¡Hóooostias Ono! ¡Deja eso! Vámonos no vaya a ser que nos pille la Guardia Civil ¡Que la burra no es nuestra! ¡Que no sabemos si es mayor de edad!
- Espera Pepe, no la muevas que ya la tengo adentro (movimiento de cadera, dale que te dale, dale que te pega…chiquipum chiquipum). Ya me viene, ya me viene… ¡que me dá! ¡que me dá!…. ¡Ahora, Pepe, Ahora! ¡DALE UN BESO EN LA BOCA QUE YO NO LLEGO! ¡AAAAAAAAAAAAAHHUUUOOOOOooooo! ¡Uuf!

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