La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios. El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él
1. Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. No importa dónde esté, cuál parezca ser su problema o en qué crea haberse convertido. Él es Tu Hijo, y Tú le contestarás. El milagro es un reflejo de Tu Amor, y, por lo tanto, es la contestación que él recibe. Tu Nombre reemplaza a todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. Tu Nombre es la respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nombre él invoca el suyo propio.
* * *
Reflexión: La enfermedad supone creer en el cuerpo y vivir en él teniendo que usar la percepción. Si te crees un cuerpo y vives a través de él, eres susceptible de cometer pecado, o en su defecto, de cometer faltas o errores. La gente que se considera atea dice no creer en Dios ni en el pecado, pero se puede sentir culpable igualmente cuando hace algo contra su parecer, sea de manera intencional o no. En ese sentido no hay diferencia entre cometer un pecado y cometer una falta si te hace sentir culpabilidad pues las consecuencias son las mismas. Una vez sientes culpa un conflicto interno se pone en marcha, que si actúa de forma persistente se reflejará en el cuerpo, primero como síntoma con más o menos dolor, y finalmente como enfermedad.
La percepción es una función del cuerpo, y, por lo tanto, supone una limitación de la conciencia. La percepción ve a través de los ojos del cuerpo y oye a través de sus oídos. Produce las limitadas reacciones que éste tiene. El cuerpo aparenta ser, en gran medida, auto-motivado e independiente, mas en realidad sólo responde a las intenciones de la mente. Si la mente lo utiliza para atacar, sea de la forma que sea, el cuerpo se convierte en la víctima de la enfermedad, la vejez y la decrepitud.
(Prefacio UCDM. ¿Qué Postula?, del párrafo 8)
Todos sabemos que la medicina tradicional combate los síntomas más que otra cosa. Muchos pacientes tiene recaídas cuando creían haber superado su mal debido a que persisten las causas las cuales no se trataron. Por supuesto que lo anterior no significa que se deba abandonar el tratamiento con lo que el curso llama "principios mágicos". Si la mente-ego creyéndose en un cuerpo cree poder enfermar, no es un error usar medicación para que igualmente pueda creer que puede sanar, aunque esa no sea siempre la solución. En cualquier caso sería beneficioso tratar la causa del conflicto que originó la enfermedad a nivel mente para asegurar que no vuelva a manifestarse. Así, la enfermedad es producida, en definitiva, por la mentalidad no recta (la mentalidad ego) y su confusión de niveles, que proyecta o atribuye al cuerpo propiedades que no tiene.
La enfermedad, no obstante, no es algo que se origine en el cuerpo, sino en la mente. Toda forma de enfermedad es un signo de que la mente está dividida y de que no está aceptando un propósito unificado.
(T-8.IX.8.6:7)
Un paso importante en el plan de la Expiación es deshacer el error en todos los niveles. La enfermedad o "mentalidad-no-recta" es el resultado de una confusión de niveles, pues siempre comporta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede afectar adversamente a otro. Nos hemos referido a los milagros como un medio de corregir la confusión de niveles, ya que todos los errores tienen que corregirse en el mismo nivel en que se originaron. Solo la mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso. El cuerpo no puede crear y la creencia de que puede -error básico- da lugar a todos los síntomas físicos. Las enfermedades físicas implican la creencia en la magia. La distorsión que dio lugar a la magia se basa en la creencia de que existe una capacidad creativa en la materia que la mente no puede controlar. Este error puede manifestarse de dos formas: se puede creer que la mente puede crear falsamente en el cuerpo, o que el cuerpo puede crear falsamente en la mente. Cuando se comprende que la mente -el único nivel de creación- no puede crear más allá de sí misma, ninguno de esos dos tipos de confusión tiene por qué producirse.
(T-2.IV.2)
Todos los remedios materiales que aceptas como medicamento para los males corporales son reafirmaciones de principios mágicos. Éste es el primer paso que nos conduce a la creencia de que el cuerpo es el causante de sus propias enfermedades. El segundo paso en falso es tratar de curarlo por medio de agentes no-creativos. Esto no quiere decir, sin embargo, que el uso de tales agentes con propósitos correctivos sea censurable. A veces la enfermedad tiene tan aprisionada a la mente que temporalmente le impide a la persona tener acceso a la Expiación. En ese caso, tal vez sea prudente usar un enfoque conciliatorio entre el cuerpo y la mente en el que a algo externo se le adjudica temporalmente la creencia de que puede curar. Esto se debe a que lo que menos puede ayudar al que no está en su mente recta o al enfermo es hacer algo que aumente su miedo. De por sí ya se encuentra en un estado debilitado debido a éste. Exponerle prematuramente a un milagro podría precipitarle al pánico, lo cual es muy probable que ocurriese en aquellos casos en que la percepción invertida ha dado lugar a la creencia de que los milagros son algo temible.
(T-2.IV.4)
La sanación llega de mano de los milagros, entendidos como la corrección del pensamiento de la mente errada o mente-ego que nos condujo a la enfermedad. Abrimos la posibilidad al milagro cuando empezamos a vivir desde la mente recta, ésto es, en un estado amoroso que nos lleva a perdonar las creencias que hay detrás de los pensamientos que nos enfermaron. El reto que se plantea es que no todo el mundo es capaz de sostenerse en ese estado de plenitud, ni de saber siempre con certeza cuáles son esas creencias causando los pensamientos que nos ponen enfermos, emociones mediante. La bioneuroemoción es una técnica humanista aún muy cuestionada y de la que a lo mejor escuchaste hablar, que pretende comprender y mejorar tu bienestar emocional, una pretensión de atajo hacia la curación; aunque la mejor sanación y prevención es vivir desde la mente-recta haciendo de tu forma de vida un milagro diario .
Los milagros reorganizan la percepción y colocan todos los niveles en su debida perspectiva. Esto cura ya que toda enfermedad es el resultado de una confusión de niveles.
(T-1.I.23)
La mente que está libre de culpa no puede sufrir. Al estar sana, sana a su vez al cuerpo porque ella misma ha sanado. Las enfermedades son inconcebibles para la mente sana, ya que no puede concebir atacar a nada ni a nadie.
(T-5.V.5.1:3)
Quizás aún te parezca una explicación muy vaga que vivir desde la mente-ego es en si mismo una enfermedad y predispone a ella. Quizás quieras razones más concretas. Profundicemos un poco más en ello. Podría decirte que la enfermedad es la principal defensa conque cuenta el ego para justificar su propia existencia separada de Dios.
Dije antes que la enfermedad es una forma de magia. Quizá sería mejor decir que es una forma de solución mágica. El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios. Mas incluso en esto es arrogante. Le atribuye a Dios la intención de castigar, y luego adoptar esa intención como su propia prerrogativa. El ego trata de usurpar todas las funciones de Dios tal como las percibe porque reconoce que sólo se puede confiar en una lealtad absoluta.
(T-5.V.5.4:9)
El ego tiene un marcado interés por la enfermedad. Si estás enfermo, ¿cómo podrías refutar su firme creencia de que no eres invulnerable? Éste es un razonamiento atractivo desde el punto de vista del ego porque encubre el ataque obvio que subyace a la enfermedad. Si reconocieses esto y además te opusieras al ataque, no podrías utilizar la enfermedad como un falso testigo para defender la postura del ego.
(T-8.VIII.3.2:5)
La postura del ego es identificarse con el cuerpo. Aunque el cuerpo es fabricado por la mente-ego, el cuerpo es neutro, como todo dentro de la ilusión del mundo, y no puede adoptar ninguna función ni propósito por si mismo sino el que nosotros, como mente, le atribuimos. Con la enfermedad el ego ya se ha apropiado sobradamente del cuerpo para asignarle una, la de su hogar, pudiéndose convertir así en víctima pero al mismo tiempo en verdugo para las otras personas que lo rodean.
Todavía sigue siendo cierto que el cuerpo, de por si, no tiene ninguna función porque no es un fin. El ego, no obstante, lo establece como un fin porque, como tal, su verdadera función queda velada. Éste es el propósito de todo lo que el ego hace. Su único objetivo es hacer que se pierda de vista la función de todo. Un cuerpo enfermo no tiene sentido. No puede tener sentido porque la enfermedad no es el propósito del cuerpo. La enfermedad tendría sentido sólo si las dos premisas básicas en las que se basa la interpretación que el ego hace del cuerpo fuesen ciertas: que el propósito del cuerpo es atacar, y que tú eres un cuerpo. Sin estas dos premisas la enfermedad es inconcebible.
(T-8.VIII.5)
Identificado con el cuerpo puedes ser herido para convertirte en víctima, o puedes atacar e infringir dolor en un juego en el que el ego, en su diálogo interno, se pierde en justificaciones, análisis y conjeturas que no llevan a ninguna parte pero que sin embargo son su aliento de vida: "que si me ignoró", "que si me atacó", "que si no me ha tratado como debería ser", "que si pensó mal de mí", "¿por qué habrá hecho tal cosa?", "¿por qué no habrá hecho tal cosa?", "¿por qué lo hizo como lo hizo?", "él/ella debería de...", "Yo debería de...", "¿por qué Dios me castiga con esta enfermedad?", etc.
La enfermedad es una forma de demostrar que puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa. El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección. Impone un sinfín de reglas para que se eviten funestos desenlaces. El Espíritu Santo, perfectamente consciente de la misma situación, no se molesta en analizarla en absoluto. Si los datos no tienen sentido, no tiene objeto analizarlos.
(T-8.VIII.6)
¿Por qué cuesta tanto sanar? No lo parece pero detrás hay miedo a la vida en general, miedo de estar sano y a la responsabilidad que ello conlleva, y miedo a la propia grandeza. Estando sano no tienes motivos para defenderte y no puedes ser víctima de nadie ni puedes justificarte. Tampoco puedes manipular a los demás, ni llamar su atención para rogar un poco de su amor. Detrás de la enfermedad hay una falta de autoestima producida por la confusión de identidad, y un estado general de ignorancia del verdadero ser que sólo la invocación del nombre de Dios, y del propio como Hijo de Dios, puede hacer recordar.
La plenitud cura porque es algo propio de la mente. Toda clase de enfermedad, e incluso la muerte, son expresiones físicas del miedo a despertar. Son intentos de reforzar el sueño debido al miedo a despertar. Ésta es una forma patética de tratar de no ver inutilizando la facultad de ver.
(T-8.IX.3)
La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder. Esto, no obstante, es imposible porque formas parte de Dios, que es todo poder.
(T-10.III.4.4:5)
Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz, y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión.
(T-10.III.7.1:2)
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario