Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz
1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.
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Reflexión: Haber completado todas las lecciones de UCdM es un gran paso hacia tu liberación final pero no es sino su comienzo:
Este curso es un comienzo, no un final.
(L-ep.1.1)
Y luego el epílogo añade:
Ya no se asignarán más lecciones específicas, pues ya no son necesarias. En lo sucesivo, oye tan sólo la Voz que habla por Dios ... Él dirigirá tus esfuerzos, diciéndote exactamente lo que debes hacer, cómo dirigir tu mente y cuándo debes venir a Él en silencio, pidiendo Su dirección infalible y Su Palabra certera.
(L-ep.3.1:3)
Comprender el libro de texto y/o los ejercicios no garantiza tu liberación porque la comprensión intelectual del curso no consuma la expiación. Solamente la práctica del perdón puede hacerlo. En ese sentido, uno no sabe cuándo ni cómo se completará, para lo que debes confiar y dejarte guiar para que el deshacimiento de tu ego sea completo. En tu proceso, cada instante santo que experimentas es en realidad el mismo instante santo abriéndose paso entre las nubes del ego. Confiar es como poner tu piloto automático para ya no querer quitarlo, pues no querrás pilotar más tu vida con planes ni juzgar por tu cuenta lo que te conviene en un viaje que te llevará hasta el Cielo. Ahora has puesto todo a cargo de tu Guía quien dirige tu vida y tú, que quieres seguirle, podrás encontrar por fin la paz que has anhelado durante tanto tiempo.
Tu Amigo te acompaña. No estás solo. Nadie puede llamarlo en vano. Sean cuales sean tus problemas ten por seguro que Él tiene la solución y que gustosamente te la dará sólo con que te dirijas a Él y se la pidas. Él no se negará a darte todas las respuestas que necesites para cualquier cosa que parezca perturbarte. Él sabe cómo solventar todos los problemas y aclarar todas las dudas. Su certeza es tuya. Tan sólo necesitas pedírsela, para que te sea dada.
(L-ep.1.2:8)
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