lunes, 1 de abril de 2019

Lección 353 de Un Curso de Milagros

Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros

1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.

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Reflexión: Acababa la lección anterior diciendo que tú te eliges a ti mism@ cuando decides cambiar de mentalidad con respecto a tu propia mente. Tu elección está basada en tu entrega total, tu rendición a lo que es verdad en ti. Eso es lo que significa metafóricamente "mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen un solo propósito...". No es que tengas que abandonarlo todo en el mundo literalmente, incluida familia, trabajo y posesiones, para dedicarte a esta causa, como se ha dado a entender con aquellas célebres frases de Jesús que decían "El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.…", y "Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme".

Estamos hablando de implementar un nuevo sistema de pensamiento, no una nueva forma de vida la cual te llegará por añadidura si es que tiene que llegarte. Así que puedes seguir llevando la vida que llevas ahora mientras trabajas el curso. No te tienes que preocupar por lo que tienes que hacer sino sólo de cambiar tu actitud, observando tu manera de pensar mientras haces lo que haces, procurando que cada acto sea hecho sin ningún juicio ni expectativa, sin preocuparte de si tu entrega al instante presente procura que se produzca un milagro o no. No es tu trabajo controlar lo que tiene que suceder ni lo que tienes que aprender, ni con quien ni dónde. Esa no es tu labor. Tu trabajo es aprender a confiar en un proceso que se torna desconocido e imprevisible, a la par que también aprendes a entregarte plenamente al ser o al Cristo en ti.

9. ¿Se requieren cambios en las condiciones de vida de los maestros de Dios?

1. Donde se requieren cambios es en las mentes de los maestros de Dios. Esto puede entrañar o no cambios en las condiciones externas. Recuerda que nadie está donde está por casualidad y que nada en el plan de Dios es al azar. Es bastante improbable que en la formación del nuevo maestro de Dios, los primeros pasos a dar no sean cambios de actitud. No hay, sin embargo, una norma fija al respecto, toda vez que el entrenamiento es siempre altamente individualizado. Hay quienes son llamados a cambiar las circunstancias de sus vidas casi de inmediato, mas éstos son generalmente casos especiales. A la gran mayoría se les proporciona un programa de entrenamiento que evoluciona lentamente, en el que se corrigen el mayor número posible de errores previos. Las relaciones personales, en especial, tienen que percibirse debidamente, y se tiene que eliminar la piedra angular de la falta de perdón. De lo contrario, el viejo sistema de pensamiento mantendrá aún una base a donde poder regresar.
2. A medida que el maestro de Dios avanza en su formación, aprende más concienzudamente una lección: a no tomar decisiones por su cuenta. En lugar de ello, le pide a su Maestro Su respuesta, y es ésta la que sigue como guía para sus acciones. Esto le resulta cada vez más fácil, a medida que aprende a abandonar sus propios juicios. Abandonar todo juicio -el requisito previo para poder oír la Voz de Dios- es normalmente un proceso bastante lento, no porque sea difícil, sino porque se tiende a percibir como una afrenta. El entrenamiento del mundo tiene por meta el logro de un objetivo diametralmente opuesto al de nuestro programa. El mundo enseña que confiar en nuestro propio juicio es muestra de madurez y fortaleza. Nuestro programa enseña que abandonar todo juicio es la condición necesaria para la salvación.
(Manual para el Maestro)

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