domingo, 31 de marzo de 2019

Lección 352 de Un Curso de Milagros

Los juicios son lo opuesto al amor. De los juicios procede todo el dolor del mundo, y del amor, la paz de Dios

1. El perdón ve sólo impecabilidad, y no juzga. Ésta es la manera de llegar a Ti. Los juicios me vendan los ojos y me ciegan. El amor, que aquí se refleja en forma de perdón, me recuerda, por otra parte, que Tú me has proporcionado un camino para volver a encontrar Tu paz. Soy redimido cuando elijo seguir ese camino. Tú no me has dejado desamparado. Dentro de mí yace Tu recuerdo, así como Uno que me conduce hasta él. Padre, hoy quiero oír Tu Voz y encontrar Tu paz. Pues quiero amar mi propia Identidad y encontrar en Ella el recuerdo de Ti.
* * * 
Reflexión: Normalmente, para hacer la reflexión de la lección del día, la leo y espero en silencio que me llegue la inspiración. Empiezo a escribir de manera espontánea lo que va surgiendo dentro de mi, sin prisa, como ahora. Pero vivir en el mundo parece no seguir los mismo parámetros, pues nos urge con prisas, no puede esperar y además nos obliga a planear y juzgar todo lo que hacemos en él viviendo en una tensión continua, causándonos desasosiego, cansancio, insatisfacción, quejas, dolor... pues es la manera en que parece funcionar. 

El mundo no te parece en absoluto amoroso, pero seguir los dictados de este curso te obliga a amar el mundo. Igualmente, el mundo aparenta ser tenebroso, pero lograr la meta de este curso te obliga a hallar la luz en él y superar todo temor. ¿Por qué? Ésto aparenta ser una contradicción que se aspecta muy difícil de solucionar porque pareciera que el mundo es algo ajeno y externo a ti, y que no puedes hacer nada al respecto. Por eso a veces te sorprendes a ti mismo pensando que este curso es muy difícil y que no conseguirás llevar a cabo su propósito. Ese es un juicio más producto del desconocimiento de ti mismo y del miedo que ello te produce. Ésto significa que aún no has aprendido lo que tienes que aprender.

El verdadero aprendizaje es constante, y tan vital en su poder de producir cambios que un Hijo de Dios puede reconocer su propio poder en un instante y cambiar el mundo en el siguiente. Ello se debe a que al cambiar de mentalidad, produce un cambio en el instrumento más poderoso que jamás se le haya dado para cambiar. Esto no contradice en modo alguno la inmutabilidad de la mente tal como Dios la creó, pero mientras sigas aprendiendo a través del ego creerás que has efectuado un cambio en ella. Esto te pone en una situación en la que tienes que aprender una lección aparentemente contradictoria: tienes que aprender a cambiar de mentalidad con respecto a tu mente. Sólo así puedes aprender que tu mente es inmutable.
(T-7.V.7.5:9)

La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa. Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. Nada que se perciba sin ella tiene significado. Y donde no hay significado, hay caos.
(T-21.Intruducción.1)

Este curso es un curso de amor, o de milagros, porque amor y milagro son sinónimos. Tu dolor e impotencia de creer que no puedes superarlo ni vencer al mundo se basa sólo en tu juicio. Del amor y empeño que le pongas en hacerlo sin dejarte vencer por tus propios juicios procederá la paz que finalmente alcanzarás. Muchos son los llamados y pocos los elegidos porque pocos eligen cambiar de mentalidad respecto de su propia mente.
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