Mi impecabilidad me protege de todo daño
1. Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguridad y mi amor imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento. Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. ¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece? Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más. Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer. Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.
2. Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que Soy. Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. Padre, mi sueño termina ahora. Amén.
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Reflexión: No parece que estés protegido de todo daño; no lo sientes así. ¿Cómo sabes que lo estás? La lección dice que se debe aceptar la Expiación para uno mismo. La Expiación es la consumación del perdón. Debes completar el proceso de perdonar todo lo que es falso en ti, y todo lo que te produce algún tipo de miedo. ¿Y cuál es la causa del miedo sino sufrir algún tipo de daño?. Sólo el cuerpo puede sufrir daño pero el cuerpo no existe según UCdM. Sólo existe el Ser, impecable.
El cuerpo no existe, excepto como un recurso de aprendizaje al servicio de la mente.
El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la obscuridad y la desvanezca con Su luz. Si lo invitas, Él entrará gustosamente. Y llevará la luz a la obscuridad si le franqueas la entrada a ella. Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la obscuridad. Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya.
Sentirse protegido no es una creencia y mucho menos una opción; es una experiencia. Por eso hasta que no se acepte completamente el Ser y desaparezca la identificación con el ego y el cuerpo no es que se podrá saber que uno está protegido de verdad.
El cuerpo no existe, excepto como un recurso de aprendizaje al servicio de la mente.
(T-2.V.1.9)
El proceso de perdonar se antoja largo porque las creencias atemorizantes está muy enterradas en la mente, a donde sólo puede llegar el E.S.. El propósito precisamente de los ejercicios de UCdM es ir entregándose con confianza a Él para que vaya deshaciendo el miedo, junto con todas las creencias que lo originan, y para que la mente sea sanada. Por eso no hay que rechazar nunca lo que uno siente pues se mantendría oculto. Hay que dejarlo brotar a la luz, y observarlo con honestidad pues el E.S. no puede ver lo que tú le ocultas. Por lo mismo, tampoco has de dejar de hacer lo que temes. El miedo es una ventana de oportunidades, de crecimiento y de sanación si lo sabes superar. El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la obscuridad y la desvanezca con Su luz. Si lo invitas, Él entrará gustosamente. Y llevará la luz a la obscuridad si le franqueas la entrada a ella. Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la obscuridad. Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya.
(T-14.VII.6)
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