No se me pide que haga ningún sacrificio para encontrar la misericordia y la paz de Dios
1. El final del sufrimiento no puede suponer una pérdida. El regalo de lo que lo es todo tan sólo puede aportar ganancias. Tú sólo das. Nunca quitas. Y me creaste para que fuese como Tú, de modo que el sacrificio es algo tan imposible para mí como lo es para Ti. Yo también no puedo sino dar. Y así, todas las cosas me son dadas para siempre. Aún soy tal como fui creado. Tu Hijo no puede hacer sacrificios, pues es íntegro, al ser su función completarte a Ti. Soy íntegro por ser Tu Hijo. No puedo perder, pues sólo puedo dar, y así, todo es mío eternamente.
2. La misericordia y la paz de Dios son gratuitas. La salvación no cuesta nada. Es un regalo que se debe dar y recibir libremente. Y esto es lo que vamos a aprender hoy.
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Reflexión: El amor es incondicional. ¿Puedes imaginar tener que rezar padres nuestros y aves marías, pagar bula, flagelarte y hacer cualquier otro tipo de penitencia para tu salvación?. ¿Cuánta penitencia?, porque si te quedas corto en tu sacrificio irás igualmente al infierno o al purgatorio. Con este planteamiento entramos en la duda. Eso es lo que quiere el ego, que dudes. Si has leído el chiste de la lección anterior sabrás por qué. El Cielo es una condición mental de certeza absoluta que no requiere que hagas nada especial porque el Cielo es tu estado natural de ser. Pero estando aquí en el mundo sólo puedes recordar tu condición de Hijo de Dios si la compartes, no cuando la regateas o cuando tienes que sacrificar algo que crees de valor, porque esa actitud te aleja de ella.
Vivir en actitud de perdón y en la paz de Dios no puede suponer ningún sacrificio, ningún esfuerzo ni ninguna pérdida, porque tal como la practicas la recibes de vuelta.
Vivir en actitud de perdón y en la paz de Dios no puede suponer ningún sacrificio, ningún esfuerzo ni ninguna pérdida, porque tal como la practicas la recibes de vuelta.
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