lunes, 25 de marzo de 2019

Lección 348 de Un Curso de Milagros

Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba

1. Padre, déjame recordar que Tú estás aquí y que no estoy Solo. Pues estoy rodeado de un Amor imperecedero. No hay razón para nada, excepto para la paz y alegría perfectas que comparto Contigo. ¿Qué necesidad tengo de ira o de temor, cuando lo único que me rodea es la seguridad perfecta? ¿Cómo puedo sentir miedo cuando la eterna promesa que me hiciste jamás se aparta de mí? Estoy rodeado de perfecta impecabilidad. ¿Qué puedo temer, cuando la santidad en la que Tú me creaste es tan perfecta como la Tuya Propia?
2. La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya.

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Reflexión: En la lección anterior dijimos que detrás de la ira subyacen tres creencias: la de separación, la de ataque y la de no responsabilidad. En realidad, la segunda y tercera derivan de la primera, de la creencia en la separación. Si no existiera separación, ¿a quién ibas a atacar? Entonces tampoco sería necesario hablar de ninguna responsabilidad pues siempre la habría. 

Acabar con la consciencia de separación pone fin a la ira pues, si vives en Dios y todo es Dios, ¿contra quien y para qué ibas a enfadarte?. Tu santidad te protege. La gracia de Dios, ésto es, el reconocimiento de tu impecabilidad, te exonera de tener que sentir ninguna ira, ningún miedo, ninguna necesidad ni ninguna culpa.

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