miércoles, 27 de marzo de 2019

Lección 350 de Un Curso de Milagros

Los milagros son un reflejo del eterno Amor de Dios. Ofrecerlos es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al mundo

1. Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos percibimos a nosotros mismos. Tal como tú creaste a Tu Hijo, él encierra dentro de sí todas las cosas. El que yo Te pueda recordar depende de que lo perdone a él. Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos. Pero lo que contempla es el resultado directo de ellos. Así pues, Padre mío, quiero ampararme en Ti. Sólo Tu recuerdo me liberará. Y sólo perdonando puedo aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí, y a ofrecérselo al mundo con agradecimiento.
2. Y a medida que hagamos acopio de Sus milagros, estaremos en verdad agradecidos. Pues conforme lo recordemos, Su Hijo nos será restituido en la realidad del Amor.
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Reflexión: El recuerdo de Dios te libera porque te hace recordar a su vez tu condición de Hijo de Dios. Cuanto más lo recuerdas a Él, más recuerdas quien eres tú. La manera de recordar a Dios, y de paso quien verdaderamente eres, es ofreciendo milagros, pues los milagros ponen de manifiesto el amor que eres; es tu verdadero yo en acción. 

Amar es perdonar y al perdonar contribuyes a salvar al mundo. Al perdonar recuerdas la verdad, acabas con la ilusión de separación y todas las creencias que se derivan de ella, pues es lo más parecido aquí en la Tierra a experimentar el Cielo.

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