Mi hermano impecable es mi guía a la paz. Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré
1. ¿Quién es mí hermano sino Tu santo Hijo? Mas si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consiguiente, volverme atrás. Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. Y si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. Pues sólo Él juzga en Tu Nombre.
* * *
Reflexión: Posiblemente te creas una persona y que, como tal, estás separad@ del resto de personas en el mundo, así como que no te influye lo que piensas de ellas; pero la lección de hoy te dice que tal como decidas ver a tus hermanos te verás a ti mismo, afectándote. ¿En qué se basa esta declaración?. En el principio de unicidad, el cual proclama que no hay nadie más; sólo parece haberlo.
Puede que no creas lo anterior y tus sentidos es lo que te parecen demostrar, que existimos individuos separados entre nosotros. Si conoces la metafísica del curso sabrás que éste dice que detrás de ese espejismo hay culpa escondida en la mente mayor que nos imagina proyectándonos en este mundo pecaminoso, fabricando con cada uno de nosotros un punto de vista desde el que ver la culpa en el otro; de este modo se mantiene la ilusión de separación funcionando. Esta construcción mental, al basarse en una creencia, se afirma a si misma en un círculo vicioso sin discontinuidad del que es difícil salir si no se deja de creer en lo que lo causó. La única manera, como digo, de romper ese círculo es creer otra cosa diferente, o reconocer que en realidad esta vida no es verdad, que es una ilusión. En eso se basa el perdón de UCdM.
Perdonar una sola vez o muchas veces no parece romper el hechizo mental o sueño del que hablamos, pero sus efectos se van acumulando hasta que se consuma el proceso de perdón o despertar en lo que se llama "la expiación". No es hasta entonces que descubrirás que no existe la separación real y que tú no eres una persona en un cuerpo, en absoluto. Hasta que llega ese momento y atrapado en esta película que llamamos vida, todo lo que pienses acerca de los otros es un acto reflejo, de confianza o desconfianza en el mundo y en tus hermanos, que vuelve a ti como un boomerang. Si estás dormido te golpea, pero si estás despierto, lo puedes coger sin causarte daño.
Como titulaba el famoso dramaturgo del Barroco español Tirso de Molina en su drama "El condenado por desconfiado", si desconfías, tu mismo te condenas, pero si confías tu mismo te salvas. La puerta es estrecha pues al final resulta que si quieres escapar de esta prisión llamada mundo, tienes que confiar en tu hermano y ver sólo su inocencia, la misma que terminarás viendo en ti.
Debe observarse con especial atención que Dios tiene solamente un Hijo. Si todas las creaciones de Dios son Hijos Suyos, cada una de ellas tiene que ser parte integral de toda la Filiación. La Filiación, en su unicidad, transciende la suma de sus partes. Este hecho, no obstante, queda velado mientras falte una sola de ellas. Por eso es por lo que, en última instancia, el conflicto no se puede resolver hasta que todas las partes de la Filiación hayan retornado. Solo entonces podrá comprenderse lo que, en el verdadero sentido de la palabra, significa la plenitud. Cualquier parte de la Filiación puede creer en el error o en la incompleción si así lo elige. Sin embargo, si lo hace, estará creyendo en la existencia de algo que no existe. Lo que corrige este error es la Expiación.
Cuando hayas aceptado la Expiación, te darás cuenta de que no hay culpabilidad alguna en el Hijo de Dios. Y sólo cuando veas su inocencia podrás entender su unicidad. Pues la idea de la culpabilidad da lugar a la creencia de que algunas personas pueden condenar a otras, como resultado de lo cual, se proyecta separación en vez de unidad. Sólo te puedes condenar a ti mismo, y hacer eso te impide reconocer que eres el Hijo de Dios. Has negado la condición de su existencia, que es su perfecta irreprochabilidad. El Hijo de Dios fue creado del amor, y mora en el amor. La bondad y la misericordia le han acompañado siempre, pues él jamás ha dejado de extender el Amor de su Padre.
Puede que no creas lo anterior y tus sentidos es lo que te parecen demostrar, que existimos individuos separados entre nosotros. Si conoces la metafísica del curso sabrás que éste dice que detrás de ese espejismo hay culpa escondida en la mente mayor que nos imagina proyectándonos en este mundo pecaminoso, fabricando con cada uno de nosotros un punto de vista desde el que ver la culpa en el otro; de este modo se mantiene la ilusión de separación funcionando. Esta construcción mental, al basarse en una creencia, se afirma a si misma en un círculo vicioso sin discontinuidad del que es difícil salir si no se deja de creer en lo que lo causó. La única manera, como digo, de romper ese círculo es creer otra cosa diferente, o reconocer que en realidad esta vida no es verdad, que es una ilusión. En eso se basa el perdón de UCdM.
Perdonar una sola vez o muchas veces no parece romper el hechizo mental o sueño del que hablamos, pero sus efectos se van acumulando hasta que se consuma el proceso de perdón o despertar en lo que se llama "la expiación". No es hasta entonces que descubrirás que no existe la separación real y que tú no eres una persona en un cuerpo, en absoluto. Hasta que llega ese momento y atrapado en esta película que llamamos vida, todo lo que pienses acerca de los otros es un acto reflejo, de confianza o desconfianza en el mundo y en tus hermanos, que vuelve a ti como un boomerang. Si estás dormido te golpea, pero si estás despierto, lo puedes coger sin causarte daño.
Como titulaba el famoso dramaturgo del Barroco español Tirso de Molina en su drama "El condenado por desconfiado", si desconfías, tu mismo te condenas, pero si confías tu mismo te salvas. La puerta es estrecha pues al final resulta que si quieres escapar de esta prisión llamada mundo, tienes que confiar en tu hermano y ver sólo su inocencia, la misma que terminarás viendo en ti.
Debe observarse con especial atención que Dios tiene solamente un Hijo. Si todas las creaciones de Dios son Hijos Suyos, cada una de ellas tiene que ser parte integral de toda la Filiación. La Filiación, en su unicidad, transciende la suma de sus partes. Este hecho, no obstante, queda velado mientras falte una sola de ellas. Por eso es por lo que, en última instancia, el conflicto no se puede resolver hasta que todas las partes de la Filiación hayan retornado. Solo entonces podrá comprenderse lo que, en el verdadero sentido de la palabra, significa la plenitud. Cualquier parte de la Filiación puede creer en el error o en la incompleción si así lo elige. Sin embargo, si lo hace, estará creyendo en la existencia de algo que no existe. Lo que corrige este error es la Expiación.
(T-2.VII.6)
(T-13.I.6)
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