domingo, 14 de abril de 2019

Lección 360 de Un Curso de Milagros

Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz

1. Padre, Tu paz es lo que quiero dar, al haberla recibido de Ti. Yo Soy Tu Hijo, eternamente como Tú me creaste, pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e imperturbables. Quiero llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en ninguna otra parte se puede hallar certeza. Que la paz sea conmigo, así como con el mundo. En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos. En Tu Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. Y con este pensamiento decimos felizmente "Amén".
* * * 
Reflexión: Quiero empezar aclarando lo que son los "Grandes Rayos" porque puede llevar a confusión e incitar a la polémica, lo que está muy lejos del propósito del curso. Metafóricamente hablan de la santidad, como reflejan en las pinturas antiguas la aureola sobre las cabezas, o en las estatuas de imágenes religiosas una corona de oro. No es algo que tengas ni puedas ver con los ojos sino algo que se ve con la Visión espiritual (entendimiento) cuando estás con alguien y reconoces su santidad sin centrarte en su físico; es por ello que te invito a que no pierdas tu tiempo tratando de ver los rayos con los ojos, como si fueras Lin Chung (jájá). La "chispa", igualmente un término metafórico, se puede entender como la esencia divina que da origen a la santidad y por lo tanto a los Grandes Rayos.

En muchos lo único que queda es la chispa, pues los Grandes Rayos están velados. Aun así, Dios ha mantenido viva la chispa de manera que los Rayos nunca puedan olvidarse completamente. Sólo con que veas la pequeña chispa podrás conocer la luz mayor, pues los Rayos están ahí aunque sin ser vistos. Al percibir la chispa sanas, mas al conocer la luz creas. En el proceso de retornar, no obstante, la pequeña chispa debe reconocerse primero, pues la separación fue el descenso desde la grandeza a la pequeñez. La chispa, no obstante, sigue siendo tan pura como la luz mayor porque es lo que queda de la llamada de la creación. Deposita toda tu fe en ella y Dios Mismo te contestará.
(T-10.IV.8)

Resumiendo, el modo de pensamiento de la mente-ego restringe nuestra percepción y nos hace ver exclusivamente a los demás como cuerpos. Con la práctica del curso se producen momentos (instantes santos) en los que reconocemos, mediante atisbos de despertar, la chispa en el otro (su divinidad). Luego, y conforme vamos corrigiendo nuestra mentalidad-ego y nuestra percepción de lo que el curso llama percepción errónea a percepción correcta, desarrollamos la visión espiritual o Visión a secas, y empezamos a "ver" los Grandes Rayos, que no es más que el reconocimiento de la santidad en el otro como en nosotros mismos.

Tal como el ego quiere que la percepción que tienes de tus hermanos se limite a sus cuerpos, de igual modo el Espíritu Santo quiere liberar tu visión para que puedas ver los Grandes Rayos que refulgen desde ellos, los cuales son tan ilimitados que llegan hasta Dios. Este cambio de la percepción a la visión es lo que se logra en el instante santo. Mas es necesario que aprendas exactamente lo que dicho cambio entraña, para que por fin llegues a estar dispuesto a hacer que sea permanente. Una vez que estés dispuesto, esta visión no te abandonará nunca, pues es permanente. Cuando la hayas aceptado como la única percepción que deseas, se convertirá en conocimiento debido al papel que Dios Mismo desempeña en la Expiación, pues es el único paso en ella que Él entiende. Esto, por lo tanto, no se hará de esperar una vez que estés listo para ello. Dios ya está listo; tú no.
(T-15.IX.1)

Referente al "puente" que se menciona abajo (T-16.VI.6), es también un término metafórico para referirse a tu cambio de mentalidad, lo que permite cambiar tu percepción. En un lado del puente está tu mentalidad y percepción errónea, y pasando al otro lado tienes la mentalidad recta dando lugar a la percepción correcta. Una vez cruzado el puente, te has salvado.

La salvación no es otra cosa que "mentalidad recta", que aunque no es la Mentalidad-Uno del Espíritu Santo, se debe alcanzar antes de que la Mentalidad-Uno pueda ser reinstaurada. La mentalidad recta conduce automáticamente al siguiente paso, ya que la percepción correcta está completamente exenta de cualquier forma de ataque, y, por lo tanto, la mentalidad errada desaparece. El ego no puede sobrevivir sin hacer juicios, y, por consiguiente, se le abandona. La mente tiene entonces una sola dirección por la que avanzar. La dirección que sigue es siempre automática, pues no puede sino acatar los dictados del sistema de pensamiento al que se adhiere.
(T-4.II.10)

¡Qué diferentes son las cosas al otro lado del puente! Durante algún tiempo se sigue viendo el cuerpo, pero ya no es lo único que se ve, como ocurre aquí. La pequeña chispa que contiene los Grandes Rayos también es visible, y no puede ser confinada a la pequeñez por mucho más tiempo. Una vez que hayas cruzado el puente, el valor del cuerpo disminuirá tanto ante tus ojos, que ya no tendrás ninguna necesidad de enaltecerlo. Pues te darás cuenta de que su único valor es el de permitirte llevar a tus hermanos contigo hasta el puente, para allí ser liberados juntos.
(T-16.VI.6)

Así que percibir los Grandes Rayos no es más que una manera de reconocer la santidad de tu hermano y la tuya propia. Has corregido tu percepción errónea o estás muy cerca de hacerlo completamente, y ahora percibes de manera correcta. Has conseguido sanar una parte de tu mente dormida en una sucesión de milagros o correcciones que te llevará a completar tu despertar; por eso el nombre de Un curso de Milagros, ya que este libro te ayuda a pasar ese puente ficticio que va de la mentalidad errónea del ego, quien percibe todo erróneamente (separado), a la mentalidad recta del Cristo en la que percibes correctamente con el entendimiento (todo unido y todo santo una vez lo has perdonando). 

La verdadera visión es la percepción natural de la visión espiritual, pero es todavía una corrección en vez de un hecho. La visión espiritual es simbólica, y, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante, un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del milagro.
(T-3.III.4)

Todo lo anterior se puede decir de otra manera: El curso te prepara colocándote en armonía mental (un estado profundo de paz interior) para llevarte justo ante las puertas del Cielo, el momento antes de la iluminación y el conocimiento en el que Dios da el último para restaurar tu Mentalidad-Uno.

La fuerza de la percepción correcta es tan grande que pone a la mente en armonía con la Mente de Dios, pues se  encuentra al servicio de Su Voz, la cual mora en todos vosotros.
(T-7.IV.5.7)

Una percepción correcta es necesaria antes de que Dios pueda comunicarse directamente con Sus altares, los cuales Él estableció en Sus Hijos. En dichos altares es donde Él puede comunicar Su certeza, y Su conocimiento inevitablemente brindará paz. Dios no es un extraño para Sus Hijos, ni Sus Hijos son extraños entre Sí. El conocimiento precedió tanto a la percepción como al tiempo, y finalmente los reemplazará. Ése es el verdadero significado de "el Alfa y la Omega, el principio y el fin" y de "Antes de que Abraham naciese, era yo". La percepción puede y debe ser estabilizada, pero el conocimiento ya es estable. "Teme a Dios y observa Sus mandamientos" pasa a ser "Conoce a Dios y acepta Su certeza."
(T-3.III.6)
Y ahora que la paz sea contigo para bendecir al mundo con paz.

* * * 

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