La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma
1. El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser. "Contempla su impecabilidad y sé curado".
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Reflexión: El perdón es lo más parecido a la verdad aquí en el mundo (recalco que hablamos del perdón desde el punto de vista de UCdM, no de lo que todos entienden por perdón). Así, el título de la lección de hoy equivale a decir que "El perdón contesta toda invocación que le hacemos a Dios...". Cada vez que perdonamos hacemos una invocación a Dios y abrimos la puerta para que se produzca un milagro deshaciendo un poco más la ilusión que sostiene al mundo. La vía del perdón es siempre de ti a tu hermano, y Dios contesta de tu hermano a ti.
En la lección anterior hablábamos de la enfermedad, pero la enfermedad no se restringe a la del cuerpo físico por cuanto que todo es mental. Ver separación, carencia, destrucción, desesperanza y muerte en el mundo refleja la enfermedad de la mente errónea o mente-ego. Igualmente no puedes restringir la concepción de lo que es tu hermano sólo a las demás personas. También lo son los animales y todos los demás seres vivos aquí y en otros mundos. Tu perdón, por lo tanto, no puede hacer excepciones ni estar restringido sólo al ser humano mientras excluyes el resto de seres en el univeso.
En la lección anterior hablábamos de la enfermedad, pero la enfermedad no se restringe a la del cuerpo físico por cuanto que todo es mental. Ver separación, carencia, destrucción, desesperanza y muerte en el mundo refleja la enfermedad de la mente errónea o mente-ego. Igualmente no puedes restringir la concepción de lo que es tu hermano sólo a las demás personas. También lo son los animales y todos los demás seres vivos aquí y en otros mundos. Tu perdón, por lo tanto, no puede hacer excepciones ni estar restringido sólo al ser humano mientras excluyes el resto de seres en el univeso.
No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer a sí mismo. Sea cuál sea la enfermedad, no hay más que un remedio. Alcanzarás la plenitud a medida que restaures la plenitud de otros, pues percibir en la enfermedad una petición de salud es reconocer en el odio una súplica de amor. Y dar a un hermano lo que realmente desea es ofrecértelo a ti mismo, ya que tu padre dispone que comprendas que tu hermano y tú sois lo mismo. Concédele su petición de amor, y la tuya quedará concedida. La curación es el Amor de Cristo por Su Padre y por Sí Mismo.
(T-12.II.3)
En definitiva, se te está enseñando una nueva forma de ver el mundo perdonando, la cual al final será tu propia salvación puesto que no puedes ver nada que no quieras ver, formando todo parte de ti como una unidad: ¡Es tu propia condición mental!. El Cielo mismo es una condición mental, no es ningún lugar a donde ir, y nunca te separaste de Dios. La salvación del mundo depende enteramente de ti, pero no de lo que hagas en él, sino de cómo lo veas, y ha de ser con la Visión de la que Cristo te dota, para nada con los ojos del cuerpo y la percepción.
La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa. Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. Nada que se perciba sin ella tiene significado. Y donde no hay significado, hay caos.
La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. Éstas son las únicas alternativas que tienes ante ti. Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti.
(T-21.Introducción.1:2)
A veces acostumbro a terminar la lección con un chiste, pero hoy lo hago mejor con dos adivinanzas:
P: ¿Cómo se entrena el alumno del maestro Miyagi, Daniel Larusso, para repartir golpes en la película Karate Kid?
R: Da cera, quita cera, da cera, quita cera...
La anterior ha sido fácil. Ahora viene la pregunta verdaderamente difícil:
P: ¿Cómo se entrena el alumno de Un Curso de Milagros para repartir perdón en la película del mundo? (una pista al final de T-21.Introducción.1:2)
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R: ¡Da dicha, recibe dicha, da dicha, recibe dicha...!
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