Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre
1. Si acepto que estoy aprisionado dentro de un cuerpo, en un mundo en el que todo lo que aparentemente vive parece morir, entonces mi Padre está aprisionado al igual que yo. Y esto es lo que creo cuando afirmo que tengo que obedecer las leyes que el mundo obedece, y que las flaquezas y los pecados que percibo son reales e ineludibles. Si de algún modo estoy aprisionado, ello significa que no conozco ni a mi Padre ni a mi Ser. Y significa asimismo que no formo parte de la realidad en absoluto, pues la verdad es libre, y lo que está aprisionado no forma parte de la verdad.
2. Padre, lo único que pido es la verdad. He tenido muchos pensamientos descabellados acerca de mí mismo y de mi creación, y he introducido en mi mente un sueño de miedo. Hoy no quiero soñar. Elijo el camino que conduce a Ti en lugar de la locura y el miedo. Pues la verdad está a salvo, y sólo el amor es seguro.
* * *
Reflexión: Esta
lección es una continuación de la anterior y también es un
recordatorio de aquellas otras que dicen: "Soy libre. Pues aún
sigo siendo tal como Dios me creó", (lecciones 181 a 220).
El
aprisionamiento siempre es de la mente pues sólo las propias
creencias nos pueden atrapar con condicionamientos que nos vuelven
sus esclavos.
Tienes
miedo de la Voluntad de Dios porque has usado tu mente, que Él creó
a semejanza de la Suya Propia, para crear falsamente. La mente
sólo puede crear falsamente cuando cree que no es libre. Una
mente "aprisionada" no es libre porque está poseída, o
refrenada, por sí misma. Está, por lo tanto, limitada, y la
voluntad no es libre de afirmarse a sí misma.
(T-3.II.4.1:3)
Lo
que inventaste ha aprisionado tu voluntad, y ha hecho enfermar a
tu mente, que ahora tiene que ser sanada. Mantenerse alerta contra
esta enfermedad es la manera de sanarla.
(T-6.V.C.9.5:6)
La
mayoría de la gente es esclava y no lo sabe. No distingue entre ser
esclava y ser libre porque no se mantiene alerta, ni puede oír a su guía, la voz del
E.S. No hay mayor esclavitud que aquella de la que no eres
consciente, pues mientras la desconozcas no podrás escapar de
ella.
Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña (...) la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?
(T-8.II.5)
El
Espíritu Santo se opone a cualquier forma de aprisionamiento de
la voluntad de un Hijo de Dios porque sabe que la voluntad del
Hijo es la Voluntad del Padre. El Espíritu Santo te conduce
firmemente por la senda de la libertad, enseñándote cómo descartar
o mirar más allá de todo lo que te impediría seguir adelante.
(T-8.II.4.3:4)
¿Quieres la libertad? No esperes ningún libertador, pues la libertad no depende de nadie nada más que de ti mismo, de tu propio deseo:
De
Dios nadie se burla, ni tampoco puede Su Hijo ser aprisionado,
salvo por su propio deseo. Y por su propio deseo es también
como se libera. En eso radica su fuerza, no su debilidad. Él está a
merced de sí mismo. Y cuando elige ser misericordioso, en ese
momento se libera. Mas cuando elige condenarse a sí mismo, se
convierte en un prisionero, que encadenado, espera su propio perdón
para poderse liberar.
(T-21.VI.11.5:10)
Cuando
el Hijo de Dios acepta las leyes de Dios como lo que su propia
voluntad gustosamente dispone, es imposible que se sienta
aprisionado o limitado en forma alguna. En ese instante es tan
libre como Dios quiere que sea. Pues en el instante en que se niega a
estar aprisionado, en ese mismo instante deja de estarlo.
(T-15.VI.5.10:12)
Lo
que la Voluntad de Dios y la tuya disponen es que estés junto a Él. Si
quieres seguir soñando con lo que no eres seguirás aprisionado y
aprisionarás a Dios, aunque no es que vayas a aprisionar a Dios
literalmente, eso es imposible, pero mantendrás aprisionada tu
deidad bajo falsas creencias y Dios no podrá manifestarse a través
tuyo. Esto es lo que significa el título de la lección de hoy. Ahora, puedes
escoger liberarte dejando tus sueños, tus creencias, tus juicios y
deseos atrás. Ésta es una decisión que no se manifiesta de manera
inmediata en el sueño, sino que parece tomar tiempo, pero nunca lo
lograrás si no te pones manos a la obra ya.
Los
que llevan años aprisionados con pesadas cadenas, hambrientos y
demacrados, débiles y exhaustos, con los ojos aclimatados a la
obscuridad desde hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdan la
luz, no se ponen a saltar de alegría en el instante en que se les
pone en libertad. Tardan algún tiempo en comprender lo que es
la libertad.
(T-20.III.9.1:2)
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