viernes, 31 de agosto de 2018

Lección 221 de Un Curso de Milagros

Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten

1. Padre, hoy vengo a Tí en busca de la paz que sólo Tú puedes dar. Vengo en silencio. Y en la quietud de mi corazón -en lo más recóndito de mi mente-, espero y estoy a la escucha de Tu Voz. Padre mío, háblame hoy. Vengo a oír Tu Voz en silencio, con certeza y con amor, seguro de que oirás mi llamada y de que me responderás.
2. Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo.

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Reflexión: El pensamiento de Dios eres tú, tu ser. Lo que tú llamas tus pensamientos no tienen nada que ver con Dios ni contigo sino con tu ego, así que mientras estás ocupado y confundido en ellos estás literalmente viviendo a través de tu ego. No te compliques. Sólo tienes que aquietar esos pensamientos observándolos y dejándolos ir para pasar a escuchar tu ser y disfrutar de la paz de Dios, la cual siempre está ahí esperándote. Cuando se revela nuestro ser Dios también se revela, pues no hay diferencia entre el uno y el Otro. 

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jueves, 2 de agosto de 2018

Lección 60 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 46 – 50

46. Dios es el Amor en el que perdono. Dios no perdona porque jamás ha condenado. Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar. Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él.
47. Dios es la fortaleza en la que confío. No es con mi propia fortaleza con la que perdono. Es con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar. A medida que comienzo a ver, reconozco Su reflejo en la tierra. Perdono todas las cosas porque siento Su fortaleza avivarse en mí. Y empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí.
48. No hay nada que temer. ¡Cuán seguro me parecerá el mundo cuando lo pueda ver! No se parecerá en nada a lo que ahora me imagino ver. Todo el mundo y todo cuanto vea se inclinará ante mí para bendecirme. Reconoceré en todos a mi Amigo más querido. ¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que a su vez me ha perdonado a mí?
49. La Voz de Dios me habla durante todo el día. No hay un solo momento en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme. No hay un solo momento en el que Su Voz deje de dirigir mis pensamientos, guiar mis actos y conducir mis pasos. Me dirijo firmemente hacia la verdad. No hay ningún otro lugar adonde pueda ir porque la Voz de Dios es la única voz y el único guía que se le dio a Su Hijo.
50. El Amor de Dios es mi sustento. Cuando escucho la Voz de Dios, Su Amor me sustenta. Cuando abro los ojos, Su Amor alumbra al mundo para que lo pueda ver. Cuando perdono, Su Amor me recuerda que Su Hijo es impecable. Y cuando contemplo al mundo con la visión que Él me dio, recuerdo que yo soy Su Hijo.

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Lección 59 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 41 – 45

41. Dios va conmigo dondequiera que yo voy. ¿Cómo puedo estar solo cuando Dios está siempre conmigo? ¿Cómo puedo dudar o sentirme inseguro cuando en Él mora la perfecta certeza? ¿Cómo puede haber algo que me pueda perturbar cuando Él mora en mí en paz absoluta? ¿Cómo puedo sufrir cuando el amor y la dicha me rodean por mediación Suya? No he de abrigar ninguna ilusión con respecto a mí mismo. Soy perfecto porque Dios va conmigo dondequiera que yo voy.
42. Dios es mi fortaleza. La visión es Su regalo. Hoy no recurriré a mis propios ojos para ver. Quiero estar dispuesto a dejar de lado la lamentable ilusión de que puedo ver, e intercambiarla por la visión que Dios me da. La visión de Cristo es Su regalo y Él me lo ha dado. Hoy me valdré de este regalo de tal forma que este día me ayude a comprender la eternidad.
43. Dios es mi Fuente. No puedo ver separado de Él. Puedo ver lo que Dios quiere que vea. No puedo ver nada más. Más allá de Su Voluntad sólo hay ilusiones. Son éstas las que elijo cuando pienso que puedo ver separado de Él. Son éstas las que elijo cuando trato de ver con los ojos del cuerpo. No obstante, se me ha dado la visión de Cristo para reemplazarlos. A través de esta visión es como elijo ver.
44. Dios es la luz en la que veo. No puedo ver en la obscuridad. Dios es la única luz. Por lo tanto, si he de ver, tiene que ser por medio de Él. He tratado de definir lo que es ver y me he equivocado. Ahora se me concede poder entender que Dios es la luz en la que veo. Le daré la bienvenida a la visión y al mundo feliz que me mostrará.
45. Dios es la Mente con la que pienso. No tengo pensamientos que no comparta con Dios. No tengo pensamientos aparte de los Suyos porque no tengo otra mente que la Suya. Puesto que soy parte de Su Mente mis pensamientos son Suyos, y Sus Pensamientos son míos.
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Lección 58 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 36 – 40

36. Mi santidad envuelve todo lo que veo. De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.
37. Mi santidad bendice al mundo. La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.
38. No hay nada que mi santidad no pueda hacer. El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que Soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.
39. Mi santidad es mi salvación. Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. Es también reconocer la salvación del mundo. Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.
40. Soy bendito por ser un Hijo de Dios. En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.
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Lección 57 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 31 - 35

31. No soy víctima del mundo que veo. ¿Cómo puedo ser la víctima de un mundo que podría quedar completamente des-hecho si así lo eligiese? Mis cadenas están sueltas. Puedo desprenderme de ellas sólo con desearlo. La puerta de la prisión está abierta. Puedo marcharme en cualquier momento sólo con echar a andar. Nada me retiene en este mundo. Sólo mi deseo de permanecer aquí me mantiene prisionero. Quiero renunciar a mis desquiciados deseos y caminar por fin hacia la luz del sol.
32. He inventado el mundo que veo. Yo mismo erigí la prisión en la que creo encontrarme. Basta con que reconozca esto y quedo libre. Me he engañado a mí mismo al creer que era posible aprisionar al Hijo de Dios. He estado terriblemente equivocado al creer esto, y ya no lo quiero seguir creyendo. El Hijo de Dios no puede sino ser libre eternamente. Es tal como Dios lo creó y no lo que yo he querido hacer de él. El Hijo de Dios se encuentra donde Dios quiere que esté y no donde yo quise mantenerlo prisionero.
33. Hay otra manera de ver el mundo. Dado que el propósito del mundo no es el que yo le he asignado, tiene que haber otra manera de verlo. Veo todo al revés y mis pensamientos son lo opuesto a la verdad. Veo el mundo como una prisión para el Hijo de Dios. Debe ser, pues, que el mundo es realmente un lugar donde él puede ser liberado. Quiero contemplar el mundo tal como es y verlo como un lugar donde el Hijo de Dios encuentra su libertad.
34. Podría ver paz en lugar de esto. Cuando vea el mundo como un lugar de libertad, me daré cuenta de que refleja las leyes de Dios en lugar de las reglas que yo inventé para que él obedeciera. Comprenderé que es la paz, no la guerra, lo que mora en él. Y percibiré asimismo que la paz mora también en los corazones de todos los que comparten este lugar conmigo.
35. Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo. A medida que comparto la paz del mundo con mis hermanos empiezo a comprender que esa paz brota de lo más profundo de mí mismo. El mundo que contemplo ha quedado iluminado con la luz de mí perdón y refleja dicho perdón de nuevo sobre mí. En esta luz empiezo a ver lo que mis ilusiones acerca de mí mismo ocultaban. Empiezo a comprender la santidad de toda cosa viviente, incluyéndome a mí mismo, y su unidad conmigo.

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Lección 56 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 26 - 30

26. Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad. ¿Cómo puedo saber quién soy cuando creo estar sometido a continuos ataques? El dolor, la enfermedad, la pérdida, la vejez y la muerte parecen acecharme. Todas mis esperanzas, aspiraciones y planes parecen estar a merced de un mundo que no puedo controlar. Sin embargo, la seguridad perfecta y la plena realización constituyen mi verdadera herencia. He tratado de despojarme de mi herencia a cambio del mundo que veo. Pero Dios la ha salvaguardado para mí. Mis pensamientos reales me enseñarán lo que es mi herencia.
27. Por encima de todo quiero ver. Al reconocer que lo que veo es un reflejo de lo que creo ser, me doy cuenta de que mi mayor necesidad es la visión. El mundo que veo da testimonio de cuán temerosa es la naturaleza de la imagen que he forjado de mí mismo. Si he de recordar quién soy, es esencial que abandone esta imagen de mí mismo. A medida que dicha imagen sea reemplazada por la verdad, se me concederá la visión. Y con esta visión contemplaré al mundo y a mí mismo con caridad y con amor.
28. Por encima de todo quiero ver de otra manera. El mundo que veo mantiene en vigor la temerosa imagen que he forjado de mí mismo y garantiza su continuidad. Mientras siga viendo el mundo tal como lo veo ahora, la verdad no podrá alborear en mi conciencia. Dejaré que la puerta que se encuentra detrás de este mundo se abra, para así poder mirar más allá de él al mundo que refleja el Amor de Dios.
29. Dios está en todo lo que veo. Tras cada imagen que he forjado, la verdad permanece inmutable. Tras cada velo que he corrido sobre la faz del amor, su luz sigue brillando sin menoscabo. Más allá de todos mis descabellados deseos se encuentra mi voluntad, unida a la Voluntad de mi Padre. Dios sigue estando en todas partes y en todas las cosas eternamente. Y nosotros, que somos parte de Él, habremos de ver más allá de las apariencias, y reconocer la verdad que yace tras todas ellas.
30. Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente. En mi propia mente, aunque oculto por mis desquiciados pensamientos de separación y ataque, yace el conocimiento de que todo es uno eternamente. Yo no he perdido el conocimiento de Quién soy por el hecho de haberlo olvidado. Ha sido salvaguardado para mí en la Mente de Dios, Quien no ha abandonado Sus Pensamientos. Y yo, que me cuento entre ellos, soy uno con ellos y uno con Él.

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Lección 55 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 21 – 25

21. Estoy decidido a ver las cosas de otra manera. Lo que ahora veo no son sino signos de enfermedad, desastre y muerte. Esto no puede ser lo que Dios creó para Su Hijo bien amado. El hecho en sí de que vea tales cosas demuestra que no entiendo a Dios. Por lo tanto, tampoco entiendo a Su Hijo. Lo que veo me muestra que no sé quién Soy. Estoy decidido a ver los testigos de la verdad en mí, en vez de aquellos que me muestran una ilusión de mí mismo.
22. Lo que veo es una forma de venganza. El mundo que veo no es en modo alguno la representación de pensamientos amorosos. Es un cuadro en el que todo se ve atacado por todo. Es cualquier cosa menos un reflejo del Amor de Dios y del amor de Su Hijo. Son mis propios pensamientos de ataque los que dan lugar a este cuadro. Mis pensamientos amorosos me librarán de esta percepción del mundo y me brindarán la paz que Dios dispuso que yo tuviese.
23. Puedo escaparme de este mundo renunciando a los pensamientos de ataque. En esto, y sólo en esto, radica la salvación. Si no albergase pensamientos de ataque no podría ver un mundo de ataque. A medida que el perdón permita que el amor retorne a mi conciencia, veré un mundo de paz, seguridad y dicha. Y esto es lo que elijo ver, en lugar de lo que ahora contemplo.
24. No percibo lo que más me conviene. ¿Cómo podría reconocer lo que más me conviene si no sé quién Soy? Lo que yo creo que más me convendría no haría sino atarme aún más al mundo de las ilusiones. Estoy dispuesto a seguir al Guía que Dios me ha dado para descubrir qué es lo que más me conviene, reconociendo que no puedo percibirlo por mi cuenta.
25. No sé cuál es el propósito de nada. Para mí, el propósito de todas las cosas es probar que las ilusiones que abrigo con respecto a mí mismo son reales. Para eso es para lo que trato de usar a todo el mundo y todas las cosas. Para eso es para lo que creo que es el mundo. Por lo tanto, no reconozco su verdadero propósito. El propósito que le he asignado ha dado lugar a una imagen aterradora del mismo. Quiero que mi mente se vuelva receptiva al verdadero propósito del mundo renunciando al que le he asignado, y descubrir la verdad acerca de él.
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Lección 54 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 16 – 20

16. No tengo pensamientos neutros. Tener pensamientos neutros es imposible porque todos los pensamientos tienen poder. O bien dan lugar a un mundo falso o bien me conducen al mundo real. Pero es imposible que no tengan efectos. Del mismo modo en que el mundo que veo procede de mis errores de pensamiento, así también el mundo real se alzará ante mis ojos cuando permita que mis errores sean corregidos. Mis pensamientos no pueden ser simultáneamente verdaderos y falsos. Tienen que ser lo uno o lo otro. Lo que veo me muestra si son verdaderos o falsos. 
17. No veo cosas neutras. Lo que veo da testimonio de lo que pienso. Si no pensase no existiría, ya que la vida es pensamiento. Permítaseme mirar al mundo que veo como la representación de mi propio estado de ánimo. Sé que éste puede cambiar. Y sé asimismo que el mundo que veo puede cambiar también. 
18. No soy el único que experimenta los efectos de mi manera de ver. Si no tengo pensamientos privados, no puedo ver un mundo privado. Incluso la descabellada idea de la separación tuvo que compartirse antes de que se pudiese convertir en la base del mundo que veo. Sin embargo, cuando se compartió esa idea no se compartió nada. Puedo invocar también mis pensamientos reales, los cuales comparto con todo el mundo. Así como mis pensamientos de separación invocan pensamientos de separación en otros, mis pensamientos reales despiertan en ellos sus pensamientos reales. Y el mundo que mis pensamientos reales me muestran alboreará en su visión así como en la mía. 
19. No soy el único que experimenta los efectos de mis pensamientos. No soy el único en nada. Todo lo que pienso, digo o hago es una enseñanza para todo el universo. Un Hijo de Dios no puede pensar, hablar o actuar en vano. No puede ser el único en nada. Tengo, por lo tanto, el poder de cambiar a todas las mentes junto con la mía porque mío es el poder de Dios. 
20. Estoy decidido a ver. Puesto que reconozco que la naturaleza de mis pensamientos es que los comparto con todo lo que existe, estoy decidido a ver. Veré los testigos que me muestran que la manera de pensar del mundo ha cambiado. Veré la prueba de que lo que se ha obrado por mediación mía ha permitido que el amor reemplace al miedo, la risa a las lágrimas y la abundancia a las pérdidas. Quiero contemplar el mundo real, y dejar que me enseñe que mi voluntad y la Voluntad de Dios son una.

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Lección 53 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 11 - 15

11. Mis pensamientos sin significado me están mostrando un mundo sin significado. Dado que los pensamientos de que soy consciente no significan nada, el mundo que los refleja no puede tener significado. Lo que da lugar a este mundo es algo demente, como lo es también el resultado de ello. La realidad no es demente, y yo tengo pensamientos reales así como dementes. Por lo tanto, puedo ver un mundo real, si recurro a mis pensamientos reales como guía para ver. 
12. Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado. Los pensamientos dementes perturban. Dan lugar a un mundo en el que no hay orden de ninguna clase. Sólo el caos puede regir en un mundo que representa una manera de pensar caótica, y el caos es la ausencia total de leyes. No puedo vivir en paz en un mundo así. Estoy agradecido de que este mundo no sea real, y de que no necesito verlo en absoluto, a menos que yo mismo elija otorgarle valor. Elijo no otorgarle valor a lo que es completamente demente y no tiene significado. 
13. Un mundo sin significado engendra temor. Lo que es totalmente demente engendra temor porque no se puede contar con ello en absoluto, ni da pie a que se le tenga confianza. En la demencia no hay nada en lo que se pueda confiar. No ofrece seguridad ni esperanza. Pero un mundo así no es real. Le he conferido la ilusión de realidad y he sufrido por haber creído en él. Elijo ahora dejar de creer en él y depositar mi confianza en la realidad. Al elegir esto, me escaparé de todos los efectos del mundo del miedo porque estaré reconociendo que no existe. 
14. Dios no creó un mundo sin significado. ¿Cómo puede ser que exista un mundo sin significado si Dios no lo creó? Él es la Fuente de todo significado y todo lo que es real está en Su Mente. Está en mi mente también porque Él lo creó conmigo. ¿Por qué he de seguir sufriendo por los efectos de mis pensamientos dementes cuando la perfección de la creación es mi hogar? Quiero recordar el poder de mi decisión y reconocer mi verdadera morada. 
15. Mis pensamientos son imágenes que yo mismo he fabricado. Todo lo que veo refleja mis pensamientos. Son mis pensamientos los que me dicen dónde estoy y lo que Soy. El hecho de que vea un mundo en el que hay sufrimiento, en el que se puedan experimentar pérdidas y en el que se pueda morir, me muestra que lo único que estoy viendo es la representación de mis pensamientos dementes, y que no estoy permitiendo que mis pensamientos reales viertan su benéfica luz sobre lo que veo. No obstante, el camino de Dios es seguro. Las imágenes que he fabricado no pueden prevalecer contra Él porque no es mi voluntad que lo hagan. Mi voluntad es la Suya, y no antepondré otros dioses a Él.

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miércoles, 1 de agosto de 2018

Lección 52 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 6 - 10

6. Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí. La realidad no es nunca atemorizante. Es imposible que pudiese disgustarme. La realidad sólo brinda perfecta paz. Cuando estoy disgustado es porque he reemplazado la realidad con ilusiones que yo mismo he fabricado. Las ilusiones me causan disgusto porque al haberles conferido realidad, veo la realidad como una ilusión. Nada en la creación de Dios se ve afectado en modo alguno por mi confusión. Siempre estoy disgustado por nada.
7. Sólo veo el pasado. Cuando miro a mi alrededor, condeno el mundo que veo. A eso es a lo que yo llamo ver. Uso el pasado en contra de todo el mundo y de todas las cosas, convirtiéndolos así en mis enemigos. Cuando me haya perdonado a mí mismo y haya recordado Quién soy, bendeciré a todo el mundo y a todo cuanto vea. No habrá pasado, y, por lo tanto, tampoco enemigos. Y contemplaré con amor todo aquello que antes no podía ver.
8. Mi mente está absorbida con pensamientos del pasado. Veo únicamente mis propios pensamientos, y mi mente está absorbida con el pasado. ¿Qué es lo que puedo ver, entonces, tal como es? Permítaseme recordar que me fijo en el pasado para prevenir que el presente alboree en mi mente. Permítaseme entender que estoy tratando de usar el tiempo en contra de Dios. Permítaseme aprender a dejar atrás el pasado, dándome cuenta de que al hacer eso no estoy renunciando a nada.
9. No veo nada tal como es ahora. Si no veo nada tal como es ahora, ciertamente se puede decir que no veo nada. Solamente puedo ver lo que está aquí ahora. La elección no es entre si ver el pasado o el presente; la elección es sencillamente entre ver o no ver. Lo que he elegido ver me ha costado la visión. Ahora quiero elegir de nuevo, para poder ver.
10. Mis pensamientos no significan nada. No tengo pensamientos privados. Sin embargo, es únicamente de mis pensamientos privados de los que soy consciente. ¿Qué significado pueden tener dichos pensamientos? No existen, de modo que no significan nada. No obstante, mi mente es parte de la creación y parte de su Creador. ¿No sería acaso preferible que me uniese al pensamiento del universo en vez de obscurecer todo aquello que realmente me pertenece con mis míseros e insignificantes pensamientos "privados"?

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Lección 51 de Un Curso de Milagros

Repaso de las lecciones 1 – 5

1. Nada de lo que veo significa nada. La razón de que esto sea así es que veo lo que no es nada y lo que no es nada no tiene significado. Es necesario que reconozca esto, para poder aprender a ver. Lo que ahora creo ver ocupa el lugar de la visión. Tengo que desprenderme de ello dándome cuenta de que no significa nada, para que de este modo la visión pueda ocupar el lugar que le corresponde.
2. Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí. He juzgado todo lo que veo, y eso, y sólo eso, es lo que veo. Eso no es visión. Es meramente una ilusión de realidad porque he juzgado sin tomar en cuenta la realidad. Estoy dispuesto a reconocer la falta de validez de mis juicios porque quiero ver. Mis juicios me han hecho daño, y no quiero ver basándome en ellos.
3. No entiendo nada de lo que veo. ¿Cómo puedo entender lo que veo si lo he juzgado erróneamente? Lo que veo es la proyección de mis propios errores de pensamiento. No entiendo lo que veo porque no es comprensible. No tiene sentido tratar de entenderlo. Pero sí tiene sentido que me desprenda de ello y dé cabida a lo que se puede ver, entender y amar. Puedo intercambiar lo que ahora veo por ésto, sólo con estar dispuesto a ello. ¿No es ésta una mejor elección que la que hice antes?
4. Estos pensamientos no significan nada. Los pensamientos de los que soy consciente no significan nada porque estoy tratando de pensar sin Dios. Lo que yo llamo "mis" pensamientos no son mis pensamientos reales en absoluto. Mis pensamientos reales son los pensamientos que pienso con Dios. No soy consciente de ellos porque he inventado mis pensamientos para que ocupasen su lugar. Estoy dispuesto a reconocer que mis pensamientos no significan nada y a abandonarlos. Elijo reemplazarlos por los que ellos tuvieron como propósito reemplazar. Mis pensamientos no significan nada, sin embargo, toda la creación descansa en los pensamientos que pienso con Dios.
5. Nunca estoy disgustado por la razón que creo. Nunca estoy disgustado por la razón que creo porque estoy tratando constantemente de justificar mis pensamientos. Estoy tratando constantemente de hacer que sean verdad. Hago de todas las cosas mi enemigo de modo que mi ira esté justificada y mis ataques sean merecidos. No me he dado cuenta del mal uso que he hecho de todo lo que veo asignándole ese papel. He hecho esto para defender un sistema de pensamiento que me ha hecho daño y que ya no deseo. Estoy dispuesto a abandonarlo.

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Lección 50 de Un Curso de Milagros

El Amor de Dios es mi sustento

1. He aquí la respuesta a cualquier problema que se te presente, hoy, mañana o a lo largo del tiempo. 2Crees que lo que te sustenta en este mundo es todo menos Dios. 3Has depositado tu fe en los símbolos más triviales y absurdos: en píldoras, dinero, ropa "protectora", influencia, prestigio, caer bien, estar "bien" relacionado y en una lista interminable de cosas huecas y sin fundamento a las que dotas de poderes mágicos. 2. Todas esas cosas son tus sustitutos del Amor de Dios. 
2Todas esas cosas se atesoran para asegurar la identificación con el cuerpo. 3Son himnos de alabanza al ego. 4No deposites tu fe en lo que no tiene valor. 5No te sustentará. 
3. Sólo el Amor de Dios te protegerá en toda circunstancia. 2Te rescatará de toda tribulación y te elevará por encima de todos los peligros que percibes en este mundo a un ambiente de paz y seguridad perfectas. 3Te llevará a un estado mental que no puede verse amenazado ni perturbado por nada, y en el que nada puede interrumpir la eterna calma del Hijo de Dios. 
4. No deposites tu fe en ilusiones. 2Te fallarán. 3Deposita toda tu fe en el Amor de Dios en ti: eterno, inmutable y por siempre indefectible. 4Ésta es la respuesta a todo problema que se te presente hoy. 5Por medio del Amor de Dios en ti puedes resolver toda aparente dificultad sin esfuerzo alguno y con absoluta confianza. 6Dite esto a ti mismo con frecuencia hoy. 7Es una declaración de que te has liberado de la creencia en ídolos. 8Es tu reconocimiento de la verdad acerca de ti. 
5. Durante diez minutos dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche, deja que la idea de hoy se adentre muy hondo en tu conciencia. 2Repítela, reflexiona sobre ella, deja que pensamientos afines vengan a ayudarte a reconocer su verdad, y permite que la paz se extienda sobre ti como un manto de protección y seguridad. 3 No permitas que ningún pensamiento vano o necio venga a perturbar la santa mente del Hijo de Dios. 4Tal es el Reino de los Cielos. 5Tal es el lugar de descanso donde tu Padre te ubicó eternamente.

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Reflexión: La declaración de hoy pareciera ser bastante controvertida. Los evangelios están repletos de citas que apuntan en el mismo sentido. Pongo por muestra la siguiente:

Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?
Mateo 6, 25-34

La controversia surge porque muchos dudan de que en verdad Dios vaya a suplirles de todas sus necesidades, lo que se ha traducido popularmente en refranes del tipo "a Dios rogando y con el mazo dando", que yo interpreto como que por un lado pedimos a Dios para que no nos falte nada, pero ese mismo sentido de carencia se proyecta en una falta de confianza que nos hace actuar por nuestra propia cuenta ya que desconfiamos de que se nos vaya a proveer lo que pedimos. Así que las mayoría de las veces respondemos con incredulidad a las invitaciones a relajarnos en la vida y mirarla con otros ojos con frases del tipo "tengo facturas que pagar e hijos que alimentar...". Tenemos la sensación, por no decir la convicción, de que el mundo no nos concede treguas, y de que si no nos esforzamos la vida no nos regalará nada.

Pero yo pregunto: ¿Dónde has puesto tu fe? Nuevamente se trata de un problema de identificación. Lo preguntaré de otra manera: ¿Qué crees que eres?, ¿un personaje encarnado en un cuerpo o espíritu semejante a Dios? Puedes contestar que ambas cosas, y no está mal, pues es un paso en el reconocimiento de tu verdadera identidad.

El mundo te enseña un montón de cosas, como que eres un ser individual y separado luchando y compitiendo en la multitud para abrirse paso pues has de ser autosuficiente, pero la realidad es que no sabes nada, y no entiendes nada del mundo en absoluto el cual es un caos. No se puede entender lo caótico. Todo tu conocimiento se basa en creencias acerca del mundo, y lo que aquel te pueda decir o dar no te garantiza nada. Aunque los gobiernos y sus políticos juran y te dicen que van a solucionar tus problemas, acto seguido te sacrifican para que tú soluciones los suyos. Por un lado el mundo te promete la salvación pero por otro lado te pide que te sacrifiques por él mientras te dice que te las apañes como puedas. ¿Ves la contradicción?

La mente errónea que hay detrás del mundo moviendo sus hilos te fallará en la primera prueba a la que te someta el guión de tu destino dictado por esa misma mente, porque de eso se trata la experiencia del mundo, de someterte a zancadillas para demostrarle tu lealtad y dejarte atrapado indefinidamente en el miedo y la angustia hasta que tú decidas levantarte y liberarte de su esclavitud. 

Has de saber que Dios no pone pruebas ni pide sacrificio alguno. ¿Para demostrar qué? Dios te ama incondicionalmente, hagas lo que hagas, y por eso te creó tal como Él mismo. El Amor de Dios, que es lo que tú eres, es lo que te sostiene, pero tu poderosa imaginación y tu fe en las ilusiones te está jugando una mala pasada. Pero da igual que te hundas en las tempestades del mundo y que en ellas perezca tu personalidad y todas tus posesiones porque sólo son tu máscara. Sólo el cascarón de tu barco es el que naufraga. Tu santidad garantiza tu salvación y que tú no te puedas hundir en ninguna circunstancia.

Agarrándote a la tabla de tu santidad, al Amor de Dios en ti, descansarás en la seguridad del que sabe que no importa lo que ocurra pues tu verdadero ser es incondicional, no está sujeto a cambios, amenazas ni a finales.

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Lección 49 de Un Curso de Milagros

La Voz de Dios me habla durante todo el día

1. Es muy posible escuchar la Voz de Dios durante todo el día sin que ello interrumpa para nada tus actividades normales. 2La parte de tu mente donde reside la verdad está en constante comunicación con Dios, tanto si eres consciente de ello como si no. 3Es la otra parte de tu mente la que opera en el mundo y la que obedece sus leyes. 4Ésa es la parte que está constantemente distraída, y que es desorganizada y sumamente insegura. 
2. La parte que está escuchando a la Voz de Dios es serena, está en continuo reposo y llena de absoluta seguridad. 2Es la única parte que realmente existe. 3La otra es una loca ilusión, frenética y perturbada, aunque desprovista de toda realidad. 4Trata hoy de no prestarle oídos. 5Trata de identificarte con la parte de tu mente donde la quietud y la paz reinan para siempre. 6Trata de oír la Voz de Dios llamándote amorosamente recordándote que tu Creador no se ha olvidado de Su Hijo. 
3. Hoy necesitaremos por lo menos cuatro sesiones de práctica de cinco minutos cada una, e incluso más si es posible. 2De hecho, trataremos de oír la Voz de Dios recordándote a Dios y a tu Ser. 3Abordaremos el más santo y gozoso de todos los pensamientos llenos de confianza, sabiendo que al hacer esto estamos uniendo nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. 4Él quiere que oigas Su Voz. 5Te la dio para que la oyeses. 
4. Escucha en profundo silencio. 2Permanece muy quedo y abre tu mente. 3Ve más allá de todos los chillidos estridentes e imaginaciones enfermizas que encubren tus verdaderos pensamientos y empañan tu eterno vínculo con Dios: 4Sumérgete profundamente en la paz que te espera más allá de los frenéticos y tumultuosos pensamientos, sonidos e imágenes de este mundo demente. 5No vives aquí. 6Estamos tratando de llegar a tu verdadero hogar. 7Estamos tratando de llegar al lugar donde eres verdaderamente bienvenido. 8Estamos tratando de llegar a Dios. 
5. No te olvides de repetir la idea de hoy frecuentemente. 2Hazlo con los ojos abiertos cuando sea necesario, pero ciérralos siempre que sea posible. 3Y asegúrate de sentarte quedamente y de repetir la idea cada vez que puedas, cerrando los ojos al mundo, y comprendiendo que estás invitando a la Voz de Dios a que te hable.

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Reflexión: Igual que cuando hablamos de la Visión (espiritual) en Un Curso de Milagros (UCdM) no nos referimos a la visión física, escuchar la Voz de Dios no ha de entenderse necesariamente como oír la voz de alguien que se dirige a nosotros; aunque quien ha manifestado escucharla la describe de esa manera sorprendente, ¡sin haber nadie a su alrededor!. Ahora, lo que no se puede negar es la experiencia de escuchar la voz del ego resonando en el interior de nuestras cabezas, la cual nos habla literalmente de forma insistente y chillona para criticar y advertirnos, creándonos desconfianza y desasosiego. La conclusión mayoritaria es que es raro que alguien escuche una voz dándole un buen consejo pues seguramente proceda de su ego. 

Tanto la vista como el oído pertenecen al ámbito de la percepción y de la mente errónea, aquella parte que sueña y proyecta creencias. Sin embargo, el Espíritu Santo (E.S.) puede servirse de la percepción para dirigirse a ti. La Visión (espiritual) y la Voz son fruto de un estado de conexión interna con la mente recta, porque es en ella que se aloja el E.S. 
woman - Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

La Voz es lo que normalmente se ha venido a llamar como la intuición y también la voz de la consciencia, y no es más que la memoria amorosa que te habla en favor de Dios y de su Hijo (el Cristo) en nosotros, la cual trajimos acompañándonos a este exilio. Así que ella habla siempre en favor de la verdad, sirviéndote de guía a través de las trampas de la percepción para sacarte de ésta última y conducirte de vuelta a casa, al estado de conocimiento.

Una propiedad de la Voz es que siempre está disponible, a cualquier hora y en cualquier sitio, y el escucharla es sólo cuestión de querer hacerlo. La condición es que te sitúes interiormente en la parte de tu mente que es receptiva, que está tranquila y permanece abierta a escuchar. Esto no se puede hacer o es muy difícil desde un estado alterado o de incredulidad como es el ego, pues al igual que ocurre con el sentimiento de miedo, escuchar la Voz es por encima de todo una cuestión de con quien te identificas, sin con el ego o con el Cristo. 

Por supuesto que tú puedes ser uno de esos casos que escuchan la Voz como si estuviese escuchando a una persona hablándole a su lado (entonces estarías sonriendo al leer ésto), pero casi nadie lo hace de esa manera. Lo que es seguro es que, si se manisfetara de esa manera, lo haría siempre sin causarte miedo y dándote buenos consejos los cuales sólo te aportarían paz.

Son muy pocos los que pueden oír la Voz de Dios, y ni siquiera éstos pueden comunicar Sus mensajes directamente por medio del Espíritu que se los dio. (M-12.3.3)

Esa Voz tomará con mucha más probabilidad, como digo, otras formas como un mensaje que te llega por teléfono o cualquier otro medio, como la letra de una canción, un letrero en la calle, una intuición, un encuentro casual, un sueño, etc; pero no cualquier mensaje ni cualquier letra sino justo lo que precisas saber. Cuando te llegue sabrás con seguridad que es la respuesta a una inquietud que tenías y que habías pedido te fuera revelada.

Sea - Imagen de Comfreak en Pixabay


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Regresar a Dios

  "Imagen satelital del río Amazonas fundiéndose con el Océano Atlántico.  Fuente: Agencia Espacial Europea (ESA), dominio público. La ...