Dios es mi refugio y seguridad
1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad. Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado. No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos. Vivo en Dios. En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. En Él radica mi Identidad. En Él reside la paz eterna. Y sólo allí recordaré Quién soy realmente.
2. No dejes que vaya en pos de ídolos, Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi Ser.
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Reflexión: La lección de hoy hace una alusión al cuerpo de manera furtiva, evitando nombrarlo en ningún momento. ¿Por qué habría de hacerlo si, como afirma el curso, el cuerpo no existe? Tiene su lógica no hablar de lo inexistente, pues lo que no existe es solamente un símbolo. ¿Y para qué sirve un símbolo? Como instrumento temporal mientras cumple su propósito, nada más.
Lo que te da a entender la lección de hoy es que la identificación con el cuerpo no constituye ningún refugio seguro porque siempre está expuesto al cambio, al peligro, a los ataques y a su desaparición.
¿Qué sentido tiene buscar refugio en lo que se construyó precisamente para fomentar el peligro y el miedo? ¿Por qué recargarlo con más cerraduras, cadenas o pesadas anclas, cuando su debilidad no reside en ello mismo, sino en la fragilidad de la brecha insubstancial sobre la que se erige? ¿Qué seguridad te puede ofrecer algo que descansa sobre una sombra? ¿Edificarías tu casa sobre algo que pudiera derrumbarse con el peso de una pluma?
Es posible porque tú lo deseas. En la súbita expansión de conciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees reside el irresistible atractivo del instante santo. Te exhorta a que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. Ahí se te libera de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad receptiva y a la libertad. Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. Pues la paz se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.
Y con la visión de "los demás" como quienes son en realidad, tus hermanos en Cristo, refuerzas tu identificación como Hijo de Dios.
Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin consecuencia alguna. El mundo será arrastrado, pero este hogar permanecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. ¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para liberar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.
El instante santo y la visión santa de tu hermano se dan la mano para ofrecerte el refugio y la seguridad que Dios nunca te ha quitado y ha guardado a salvo para ti desde el origen del tiempo.
Lo que te da a entender la lección de hoy es que la identificación con el cuerpo no constituye ningún refugio seguro porque siempre está expuesto al cambio, al peligro, a los ataques y a su desaparición.
¿Qué sentido tiene buscar refugio en lo que se construyó precisamente para fomentar el peligro y el miedo? ¿Por qué recargarlo con más cerraduras, cadenas o pesadas anclas, cuando su debilidad no reside en ello mismo, sino en la fragilidad de la brecha insubstancial sobre la que se erige? ¿Qué seguridad te puede ofrecer algo que descansa sobre una sombra? ¿Edificarías tu casa sobre algo que pudiera derrumbarse con el peso de una pluma?
(T-28.VII.6)
Con el instante santo pasas de identificarte con el cuerpo a identificarte con tu Ser. Es posible porque tú lo deseas. En la súbita expansión de conciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees reside el irresistible atractivo del instante santo. Te exhorta a que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. Ahí se te libera de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad receptiva y a la libertad. Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. Pues la paz se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.
(T-18.VI.14)
Y con la visión de "los demás" como quienes son en realidad, tus hermanos en Cristo, refuerzas tu identificación como Hijo de Dios.
Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin consecuencia alguna. El mundo será arrastrado, pero este hogar permanecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. ¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para liberar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.
(T-28.VII.7)
El instante santo y la visión santa de tu hermano se dan la mano para ofrecerte el refugio y la seguridad que Dios nunca te ha quitado y ha guardado a salvo para ti desde el origen del tiempo.
La lección de hoy tiene su equivalente en la parábola del hombre que construyó su casa sobre la roca. Si gustas, te invito a que veas el vídeo de Valivan en el siguiente enlace mientras meditas todo este contenido:
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Hola, el video q sugieres no está disponible. Algún otro???
ResponderEliminarGracias por leerme Lis. Te respondo de casualidad porque últimamente no entro mucho en la web para revisarla. Efectivamente, yo tampoco he podido encontrar el video. Youtube cambió el enlace. He pegado arriba el nuevo pero tampoco funciona. Quizás sea un tema de derechos de autor.
EliminarEl vídeo no tiene más importancia, me gustó y me pareció bonito. Si quieres verlo no pinches arriba sino vete directamente a la dirección de youtube, ya sabes, copia y pega en tu navegador la dirección:
https://www.youtube.com/watch?v=4UtyrgFTsl8
De nuevo, mi gratitud. Un cordial saludo