Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas
1. Padre, Tu Mente creó todo cuanto existe, Tu Espíritu se adentró en ello y Tu Amor le infundió vida. ¿Y voy yo acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el pecado? No quiero percibir imágenes tan tenebrosas y atemorizantes. Es imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, así como a su eterna y serena morada en Ti.
2. Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de los ojos de Cristo. Permite que todas las apariencias nos parezcan puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que somos.
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Reflexión: La santa visión es lo contrario a ver con los ojos del cuerpo. Es la corrección a tu percepción. Si no sabes aún de lo que estoy hablando, quizás lo vas a entender mejor con el ejemplo que he ideado para hoy:
El 30 de septiembre de 1938 emitieron por radio en EE.UU. una adaptación de la novela "La guerra de los mundos" del escritor H.G. Wells, de forma que parecía un noticiario real. Durante la emisión se narraba como caían meteoritos a la Tierra y cómo de ellos surgían naves extraterrestres que empezaron a lanzar rayos destruyéndolo todo a su paso. Pocos escuchantes advirtieron que al principio de la emisión se dijo que se trataba de una dramatización, e incluso a mitad lo volvieron a repetir, pero muchos no lo oyeron y la tomaron en serio. La gente estaba tan ensimismada que pasaron por alto las advertencias. Las emociones se dispararon y con ellas las reacciones descontroladas que causaron el caos pues mucha gente se volvió histérica. Cundió la alarma general en varias ciudades... Experiencias parecidas ocurrieron años más tarde en Ecuador, Portugal y México, incluso con víctimas. ¿Pero de qué tenía miedo la gente sino de una fantasía?.
Ahora hazte consciente de que tú eres una de esas personas que estás oyendo la radio, pero tu atención está puesta en ti mismo, así que antes de actuar a lo loco te aseguras de averiguar que está realmente ocurriendo. Entras en internet o haces un par de llamadas y compruebas que se trata de un simple programa de radio y no puedes por menos que reírte. ¡Está tan bien hecho que parece real!. Por la mente se te pasó por un instante que pudiera ser verdad, pero ahora puedes seguir disfrutando del programa. Para ti que sabes que eso es una ficción, el miedo y la preocupación no tienen cabida porque no tienen ningún significado. Lo que otros sufren percibiéndolo como real, peligroso, terrorífico, ¡el juicio final de la Humanidad!, tú lo disfrutas porque sabes de manera clara que es un juego totalmente inocente.
Ahora voy a ir un nivel más allá. ¿Qué te hace suponer que esta vida y todo lo que en ella experimentas con tu cuerpo y sus sentidos es más real que lo que hubieras podido experimentar si te hubiera tocado escuchar aquel programa de radio? La diferencia entre la que hubiera sido tu vida aquel día y tu vida ahora (sea lo que sea que estés haciendo) posiblemente consista solamente en otra historia en un contexto diferente, pero sigue siendo lo que tú, voluntaria o involuntariamente, quieres que sea. La realidad objetiva en ambos casos permanece oculta por nubes de pensamientos que sólo la santa visión puede desvanecer. Nada ha cambiado de aquel entonces a hoy en la capacidad de obnubilación de las personas. La gran mayoría siguen dormidas tejiendo sueños personales. La santa visión pone fin a eso.
Lo opuesto a ver con los ojos del cuerpo es la visión de Cristo, la cual refleja fortaleza en vez de debilidad, unidad en vez de separación y amor en vez de miedo.
(...)
La visión de Cristo es el don del Espíritu Santo, la alternativa que Dios nos ha dado contra la ilusión de la separación y la creencia en la realidad del pecado, la culpabilidad y la muerte. Es la única corrección para todos los errores de percepción: la reconciliación de los aparentes opuestos en los que se basa este mundo.
(Tomado del apartado "¿Qué postula?" del Prefacio de curso)
La visión de Cristo se otorga en el mismo instante en que se percibe. Allí donde todo es claro, todo es santidad. La quietud de su simplicidad es tan irresistible que te darás cuenta de que es imposible negar la simple verdad, pues no hay nada Más.
(T-14.II.8)
Sólo la santa visión te permite estar despierto y actuar con serenidad donde la mayoría reacciona, pues no funciona con los ojos, en nuestro ejemplo con los oídos, y en cualquier caso con los sentidos. La santa visión es el entendimiento de lo que hay más allá de tu percepción sensorial, de tus creencias y de las fantasías que la acompañan, pues te muestra lo que es verdad (la pureza de todas las cosas diría la lección de hoy). También es la antesala del Cielo porque ella misma es un estado mental receptivo previo que predispone a la paz y a la dicha absoluta que se disfruta en el Cielo. El curso lo menciona como "el puente" pues la visión es el don del E.S. Quien te guía en el viaje de transición.
El puente en sí no es más que una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. A este lado, vestodo sumamente distorsionado y desde una perspectiva errónea. (...)
(T-16.VI.7)
La nueva perspectiva que adquirirás al cruzar el puente será el entendimiento de dónde se encuentra el Cielo. Desde este lado parece encontrarse fuera de ti y al otro lado del puente. Pero al cruzar el puente para unirte al Cielo, éste se unirá a ti y os volveréis uno. Y pensarás, con feliz asombro, que a cambio de todo esto renunciaste a lo que no era nada. (...)
(T-16.VI.11)
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