Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo
1. Tu paz me rodea, Padre. Dondequiera que voy, Tu paz me acompaña y derrama su luz sobre todo
aquel con quien me encuentro. Se la llevo al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al
que tiene miedo. Se la ofrezco a los que sufren, a los que se lamentan de una pérdida, así como a los
que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza. Envíamelos, Padre. Permíteme ser el
portador de Tu paz. Pues quiero salvar a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a
reconocer mi Ser.
2. Y así caminamos en paz, transmitiendo al mundo entero el mensaje que hemos recibido. Y de esta manera oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros predicamos la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.
2. Y así caminamos en paz, transmitiendo al mundo entero el mensaje que hemos recibido. Y de esta manera oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros predicamos la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.
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Reflexión: ¿De qué te vale estar en paz si no la compartes con toda la filiación?. Si tú estás en paz y tu vecino no lo está, no creas que tu paz durará mucho pues bien pronto tu vecino vendrá a incordiarte y te darás cuenta de que tu paz no era real. La paz, para que sea verdadera, ha de ser compartida; por eso tú propósito es extenderla a todos por igual, sin diferenciar entre buenos y malos, entre quienes, a juicio del ego, la merecen y no la merecen, pues la filiación en su conjunto es el Hijo único de Dios.
Has sido llamado, junto con tu hermano, a la más santa función que este mundo puede ofrecer. Ésa es la única función que no tiene límites, y que llega hasta cada uno de los fragmentos de la Filiación cual auxilio sanador y unificador. Esto es lo que se te ofrece en tu relación santa. Acéptalo ahora, y lo darás tal como lo has recibido. La paz de Dios se te da con el luminoso propósito en el que te unes a tu hermano. La santa luz que os unió tiene que extenderse, de la misma forma en que la aceptasteis.
Has sido llamado, junto con tu hermano, a la más santa función que este mundo puede ofrecer. Ésa es la única función que no tiene límites, y que llega hasta cada uno de los fragmentos de la Filiación cual auxilio sanador y unificador. Esto es lo que se te ofrece en tu relación santa. Acéptalo ahora, y lo darás tal como lo has recibido. La paz de Dios se te da con el luminoso propósito en el que te unes a tu hermano. La santa luz que os unió tiene que extenderse, de la misma forma en que la aceptasteis.
(T-18.I.13)
La diferencia entre la proyección del ego y la extensión del Espíritu Santo es muy simple. El ego proyecta para excluir; y, por lo tanto, para engañar. El Espíritu Santo extiende al reconocerse a Sí Mismo en cada mente, y de esta manera las percibe a todas como una sola. Nada está en conflicto en esta percepción porque lo que el Espíritu Santo percibe es todo igual. Dondequiera que mira se ve a Sí Mismo y, puesto que está unido, siempre ofrece el Reino en su totalidad. Éste es el único mensaje que Dios le dio, en favor del cual tiene que hablar porque eso es lo que Él es. La paz de Dios reside en ese mensaje, y, por consiguiente, la paz de Dios reside en ti. La gran paz del Reino refulge en tu mente para siempre, pero tiene que irradiar desde ti hacia fuera para que tomes conciencia de ella.
(T-6.II.12)
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