miércoles, 31 de octubre de 2018

Lección 266 de Un Curso de Milagros

Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios

1. Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz. En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo.
2. En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios. ¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! ¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que señalan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?

* * * 
Reflexión: Existen dos planes para tu salvación. El del ego no conduce a ningún sitio pues no salva en absoluto.

Tal es el plan del ego para tu salvación. Seguramente habrás notado que está completamente de acuerdo con la doctrina básica del ego que reza: "Busca, pero no halles". Pues, ¿qué mejor garantía puede haber de que no hallarás la salvación que canalizar todos tus esfuerzos buscándola donde no está?
(L-pl1.71.4)

El otro plan de salvación, el de Dios, le da la vuelta al del ego pues dice: "encuentra en todas partes". ¿Cómo es eso? Su plan ve en todos y cada uno de tus hermanos tu salvación.

La Voluntad de Dios es que tú encuentres la salvación. ¿Cómo, entonces, no te iba a haber proporcionado los medios para encon­trarla? Si Su Voluntad es que te salves, tiene que haber dispuesto que alcanzar la salvación fuese posible y fácil. Tienes hermanos por todas partes. No tienes que buscar la salvación en parajes remotos. Cada minuto y cada segundo te brinda una oportuni­dad más para salvarte.
(T.9.VII.1:1-6)

Tú deseas hacer que todos tus encuentros sean felices y discurran en perfecta paz, pero aún no has asentado suficientemente tu divinidad y ante cualquier provocación te ves arrastrado por los impulsos del ego a defenderte o atacar. Es por eso que no debes desanimarte si alguno de esos encuentros resulta siendo desagradable, conflictivo o si eres cuestionado y te sientes tentado de sentirte culpable. Tu trabajo consiste en perdonar/te, da igual si es en retrospectiva y lo haces después que ya no estás con el hermano con el que has bregado.¡Recuerda que lo que ocurrió no importa porque nunca ha pasado!. 

El Hijo de Dios es Uno. Tu Ser y el de todos tus hermanos es el mismo Ser, y cada encuentro con uno de ellos, aunque sea conflictivo, te abre la puerta a la salvación si lo miras desde la perspectiva del Espíritu Santo. Cada encuentro con un hermano es una ocasión para recordar tu Ser y para recordar nuestro origen en Dios.

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martes, 30 de octubre de 2018

La vida es un Kōan

A menudo nos planteamos el sentido de la vida y le damos vueltas y vueltas. Nos ocurren cosas que no deseamos y nos hacen sentir mal, y queremos darle solución o un significado para justificar tanto dolor y sufrimiento. El ego siempre quiere respuestas y te atormentará para obtenerlas, pero la vida está hecha para que no las obtengas, al menos lo que son respuestas definitivas. Cualquier cosa que lo parezca no es más que un placebo, un engaño para calmarte durante un tiempo, pero pronto, tu mente inquisidora volverá a la carga para arrebatarte la paz.

El universo y la vida es un sueño de la mente dormida que se alimenta con lo imposible, con lo que no existe. ¿Puedes darle respuesta a tus sueños? Y si se la dieras, ¿te aferrarías a ella como si fuera una verdad absoluta?. La vida es un Kōan que no tiene solución lógica alguna. Su única salida es despertar de ella. Así que deja de darle vueltas a tu mente, aquietate, observa/te atentamente, deja morir poco a poco a quien hace preguntas dentro de ti, acepta lo que te traiga tu vida (que no quiere decir que no hagas nada al respecto) y lo más importante, perdona/te.

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sábado, 27 de octubre de 2018

Lección 265 de Un Curso de Milagros

Lo único que veo es la mansedumbre de la creación

1. Ciertamente no he comprendido el mundo, ya que proyecté sobre él mis pecados y luego me vi siendo el objeto de su mirada. ¡Qué feroces parecían! ¡Y cuán equivocado estaba al pensar que aquello que temía se encontraba en el mundo en vez de en mi propia mente! Hoy veo el mundo en la mansedumbre celestial con la que refulge la creación. En él no hay miedo. No permitas que ninguno de mis aparentes pecados nuble la luz celestial que refulge sobre el mundo. Lo que en él se refleja se encuentra en la Mente de Dios. Las imágenes que veo son un reflejo de mis pensamientos. Pero mi mente es una con la de Dios. Por lo tanto, puedo percibir la mansedumbre de la creación.
2. En la quietud quiero contemplar el mundo, el cual refleja únicamente Tus Pensamientos, así como los míos. Concédaseme recordar que son lo mismo, y veré la mansedumbre de la creación.
* * *
Reflexión: La Mansedumbre significa quietud así que hoy se te invita a ella para recordar a Dios. La importancia de la quietud viene recogida en diferentes textos espirituales. Por ejemplo:  

"Aquiétate y recuerda que YO SOY Dios". 
                                                            Salmos 46.10

Ieoshúa (Jesús) ha dicho: Si os dicen "¿De donde venís?", decidles "Hemos venido de la luz, el lugar donde la luz se ha originado por sí misma, él se puso de pie y se reveló en las imágenes de ellos." Si os dicen "¿Quiénes sois?", decid "Somos los Hijos de El y somos los escogidos del Padre viviente." Si os preguntan "¿Cuál es el signo en vosotros de vuestro Padre?", decidles "Es movimiento con reposo."
Evangelio apócrifo de Tomás.57


El texto de Salmos sin más indicaciones pareciera referirse a la quietud física, o al menos así ha sido infinidad de veces interpretado. Mucha gente utiliza esta cita para invitar a la meditación silenciosa. Eso está muy bien si te ayuda a encontrar cierta tranquilidad interior, pero en el evangelio de Tomás se da a entender que no se trata sólo de la quietud corporal. De hecho, el mérito es alcanzar un estado de reposo o quietud en medio del ajetreo de tu vida cotidiana, pues la quietud del cuerpo no significa nada si no disfrutas de paz mental. Por eso es que se habla de "movimiento con reposo". Recuerda que el cuerpo seguirá siempre a la mente pues la causa radica en la mente y lo que haya en ésta luego se reflejará como efecto en el cuerpo. Un loco puede llevar puesta una camisa de fuerza pero seguirá estando loco.

Dicho lo anterior, la quietud, la mansedumbre, el reposo, la indefensión o como quieras llamarlo, no son debilidad, son auténtico poder y fortaleza pues no sienten miedo y por ello no se sienten atacadas.


El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena. No puede venir allí donde hay conflicto, pues una mente en pugna consigo misma no puede recordar la mansedumbre eterna.
(T-23.I.1:2)

La mansedumbre viene con el perdón. Si cualquier situación todavía te altera eso quiere decir que aún no has perdonado en ella todo lo que tienes que perdonar. En tu subconsciente aún quedan restos de inseguridades, culpa y miedos por sanar.

¿Deseas una quietud que no pueda ser perturbada, una mansedumbre eternamente invulnerable, una profunda y permanente sensación de bienestar, así como un descanso tan perfecto que nada jamás pueda interrumpirlo? El perdón te ofrece todo eso y más.
(L-pl1.122.1:6)

Cuando esparces mansedumbre, obtienes mansedumbre.

La única seguridad radica en extender el Espíritu Santo porque a medida que ves Su mansedumbre en otros, tu propia mente se percibe a sí misma como totalmente inofensiva. Una vez que puede aceptar esto completamente, no ve necesidad alguna de protegerse. La protección de Dios alborea entonces sobre ella, asegurándole que está perfectamente a salvo para siempre. Los que están perfectamente a salvo son completamente benévolos.
(T-6.III.3.1:2)

Lo contrario también es cierto. El refranero popular lo recoge de la siguiente manera: "El que siembra vientos, recoge tempestades"

1. Para los maestros de Dios el daño es algo imposible. No pueden infligirlo ni sufrirlo. El daño es el resultado de juzgar. Es el acto deshonesto que sigue a un pensamiento deshonesto. Es un veredicto de culpabilidad contra un hermano, y por ende, contra uno mismo. Representa el fin de la paz y la negación del aprendizaje. Demuestra la ausencia del plan de aprendizaje de Dios y el hecho de haber sido substituido por la demencia. Todo maestro de Dios tiene que aprender -y bastante pronto en su proceso de formación- que hacer daño borra completamente su función de su conciencia. Hacer daño le confundirá, le hará abrigar sospechas y sentir ira y temor. Hará que le resulte imposible aprender las lecciones del Espíritu Santo. Tampoco podrá oír al Maestro de Dios, Quien sólo puede ser oído por aquellos que se dan cuenta de que hacer daño, de hecho, no lleva a ninguna parte, y de que nada provechoso puede proceder de ello. Los maestros de Dios, por lo tanto, son completamente mansos.
2. Necesitan la fuerza de la mansedumbre, pues gracias a ella la función de la salvación se vuelve fácil. Para los que hacen daño, llevar a cabo dicha función es imposible. Pero para quienes el daño no tiene significado, la función de la salvación es sencillamente algo natural. ¿Qué otra elección sino ésta tiene sentido para el que está en su sano juicio? ¿Quién, de percibir un camino que conduce al Cielo, elegiría el infierno? ¿Y quién elegiría la debilidad que irremediablemente resulta de hacer daño, cuando puede elegir la fuerza infalible, todo-abarcante e ilimitada de la mansedumbre? El poder de los maestros de Dios radica en su mansedumbre, pues han entendido que los pensamientos de maldad no emanan del Hijo de Dios ni de su Creador. Por lo tanto, unen sus pensamientos a Aquel que es su Fuente. Y así, su voluntad, que siempre fue la de Dios, queda libre para ser como es.
(M-4.IV)

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jueves, 25 de octubre de 2018

Concesiones, excepciones y Un Curso de Milagros

Existe la realidad y existe la ilusión, y ambas se excluyen mutuamente. ¿Qué quiere decir ésto?. Que no se tocan; que la realidad no puede entrar en la ilusión ni la ilusión lo puede hacer en la realidad. UCdM apunta entera y exclusivamente a la realidad por lo que en su aplicación no se pueden hacer concesiones. Las concesiones no son más que excepciones (ésto sí pero ésto no).

Muchos tratan de llevar la verdad a la ilusiones (para hacer verdad las ilusiones) porque no quieren renunciar a sus sueños ya que así justifican quedarse apegados a ellos defendiendo una parte de su ego. Por ejemplo: "amo a todos sin condiciones menos a éste que me hizo tal cosa". Otra manera de hacerlo es cuando pedimos al Espíritu Santo (E.S.) que intervenga en el mundo para solucionar cualquier problema que creamos tener, como por ejemplo, cuando pedimos que nos cure de unos síntomas físicos o una enfermedad.

Que Un Curso de Milagros invierte nuestra manera de pensar quiere decir que enseña a llevar las ilusiones ante la verdad para que aquellas se deshagan, entonces, cada vez que una ilusión transmuta a verdad ocurre un milagro, de ahí el nombre del curso. Lo milagroso no es más que un cambio en nuestra percepción haciendo lo irreal verdadero, viendo verdad donde antes había mentira.

La radicalidad que el curso exige ya queda dicha en el prefacio cuando repite una frase del libro de ejercicios. Dice:

Recuerda solamente esto: no tienes que creer en las ideas, no tienes que aceptarlas y ni siquiera tienes que recibirlas con agrado. Puede que hasta te opongas vehementemente a algunas de ellas. Nada de eso importa, ni disminuye su eficacia. Pero no hagas excepciones al aplicar las ideas expuestas en el libro de ejercicios. Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. No se requiere nada más. 
(Libro de ejercicios, Introducción.9). 

Y la misma radicalidad se repite igualmente infinidad de veces a lo largo del libro de texto:

Yo soy tu resurrección y tu vida. Vives en mí porque vives en Dios. Y todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. ¿Cómo ibas a poder, entonces, percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? ¿Y cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? Cree en la resurrección porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrección es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. Pero no hagas excepciones, o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. Pues ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó.
(T-11.VI.4)

No puedes entablar ninguna relación real con ninguno de los Hijos de Dios a menos que los ames a todos, y que los ames por igual. El amor no hace excepciones. Si otorgas tu amor a una sola parte de la Filiación exclusivamente, estarás sembrando culpabilidad en todas tus relaciones y haciendo que sean irreales. Sólo puedes amar tal como Dios ama. No intentes amar de forma diferente de cómo Él lo hace, pues no hay amor aparte del Suyo. Hasta que no reconozcas que esto es verdad, no tendrás idea de lo que es el amor. Nadie que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la paz de Dios. Si es inocente y está en paz, pero no lo ve, se está engañando, y ello significa que no se ha contemplado a sí mismo. A él le digo: Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y permanece muy quedo. Contempla serenamente su santidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él.
(T-13.X.11)

La radicalidad que exige el curso no es fanatismo ni nada parecido, aunque con esa excusa lo intentará atacar el ego quien sabe mucho de lo que él mismo es; es coherencia pues ambos sistemas de pensamiento, el del ego y el de E.S., son coherentes en sí mismos, el primero en demencia y el segundo en razón. Pero ¿qué pasa cuando se mezclan los dos sistemas de pensamiento?. Así es como el curso avisa de la etapa en la que lo hacemos:

No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición. Lo único que es urgente es desencajar a tu mente de la posición fija que ha adoptado aquí. Ello no te dejará desamparado ni desprovisto de un marco de referencia. El período de desorientación, que precede a la transición en sí, es mucho más corto que el tiempo que tardaste en fijar tu mente tan firmemente en las ilusiones. Cualquier demora te hará ahora más daño que antes, debido únicamente a que te das cuenta de que es una demora, y de que realmente es posible escapar del dolor. 

(T-16.VI.8.1:6)
En los evangelios quedó expresado del siguiente modo:

"Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos."
Marcos 2.21:22

En la Biblia se recalca la misma radicalidad de la que hablamos con insistencia y de diferentes maneras, aunque como no se entiende (el ego ya se encargó de malinterpretarlo a lo largo de la historia), los seguidores de las distintas religiones cristianas lo aplican mal. Por ejemplo:

"El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama."

Mateo 12:30

En el caso anterior, los devotos pueden pensar que se trata de una exigencia de fidelidad a su doctrina (los católicos al catolicismo, los protestantes al protestantismo...y así sucesívemente), lo que termina conduciendo más bien al adoctrinamiento y a un tipo de sectarismo cuya deslealtad se paga con pecado y culpa. O este otro pasaje:

"Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas."
Mateo 6:24

No quiero que interpretes "riquezas" literalmente. Es una mala traducción que sin duda ha contribuido a crear el mito tan extendido acerca de que las riquezas y los ricos son malos por naturaleza. Aquí "riqueza" se refiere en realidad a los sueños del ego. Y aunque las verdaderas riquezas y abundancia son Dios y todo lo que concierne a Dios, las riquezas terrenales no tienen nada de malo, pues como el cuerpo, son neutras. Lo que es "malo" es el uso abusivo y siniestro que pueda hacer el ego de ellas. ¡Hay que estar en guardia!
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miércoles, 24 de octubre de 2018

Lección 264 de Un Curso de Milagros

El Amor de Dios me rodea

1. Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. Padre, Tu Hijo es como Tú. Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.
2. Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?
* * *
Reflexión: La mente que es Dios, junto con la tuya, lo abarca todo, pero vives un sueño en la dimensión espacio-tiempo y la manera de entender que no te has apartado del Amor de Dios es explicártelo de una manera que sea comprensible con la dimensión sueño donde el héroe protagonista es el cuerpo. Así que cuando la lección dice que el Amor está delante, atrás y al lado tuyo es en sentido figurado. El término "alrededor" no existe en el Cielo donde no se conocen los cuerpos. Dios, que es Amor, está en todas partes alrededor tuyo porque está en tu mente la cual compartes con Él. Te mueves y vives en Dios porque nunca lo has abandonado. 

(...) Quiero compartir mi mente contigo porque somos de una misma Mente, y ésa Mente es nuestra. Contempla sólo esa Mente en todas partes porque sólo esa Mente está en todas partes y en todas las cosas. Dicha Mente lo es todo porque abarca a todas las cosas dentro de sí. Bendito seas tú que percibes únicamente esto porque estás percibiendo únicamente lo que es verdad.
(T-7.V.7)

El Amor de Dios te "rodea" pero no podrás verlo si no lo ves en ti primero. Tú eres ese Amor pero tu mente errónea está nublando tu visión con sus creencias y fantasías, haciéndote creer que eres un cuerpo, y ahora ves otras cosas, tus proyecciones.

Tú eres la Voluntad de Dios. No aceptes nada más como tu voluntad, pues, de lo contrario, estarás negando lo que eres. Niega lo que eres y atacarás, al creer que has sido atacado. Mas ve el Amor de Dios en ti y lo verás en todas partes porque está en todas partes. 

(T-7.VII.10.1:4)

Ten en consideración que no podrás ver el Amor si estás queriendo ver otra cosa. 

Pero recuerda por último que no se pueden ver dos mundos a la vez, así que, o ves Amor o no lo ves. Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente, y depende de lo que tienes en gran estima. La negación de uno de ellos hace posible la visión del otro. Los dos no pueden ser verdad; no obstante, cualquiera de ellos te parecerá tan real como el valor que le atribuyas. Su poder, sin embargo, no es idéntico porque la verdadera atracción que ejercen sobre ti no es igual.
(T-13.II.7)
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domingo, 21 de octubre de 2018

Lección 263 de Un Curso de Milagros

Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas

1. Padre, Tu Mente creó todo cuanto existe, Tu Espíritu se adentró en ello y Tu Amor le infundió vida. ¿Y voy yo acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el pecado? No quiero percibir imágenes tan tenebrosas y atemorizantes. Es imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, así como a su eterna y serena morada en Ti.
2. Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de los ojos de Cristo. Permite que todas las apariencias nos parezcan puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que somos.
* * * 
Reflexión: La santa visión es lo contrario a ver con los ojos del cuerpo. Es la corrección a tu percepción. Si no sabes aún de lo que estoy hablando, quizás lo vas a entender mejor con el ejemplo que he ideado para hoy: 

El 30 de septiembre de 1938 emitieron por radio en EE.UU. una adaptación de la novela "La guerra de los mundos" del escritor H.G. Wells, de forma que parecía un noticiario real. Durante la emisión se narraba como caían meteoritos a la Tierra y cómo de ellos surgían naves extraterrestres que empezaron a lanzar rayos destruyéndolo todo a su paso. Pocos escuchantes advirtieron que al principio de la emisión se dijo que se trataba de una dramatización, e incluso a mitad lo volvieron a repetir, pero muchos no lo oyeron y la tomaron en serio. La gente estaba tan ensimismada que pasaron por alto las advertencias. Las emociones se dispararon y con ellas las reacciones descontroladas que causaron el caos pues mucha gente se volvió histérica. Cundió la alarma general en varias ciudades... Experiencias parecidas ocurrieron años más tarde en Ecuador, Portugal y México, incluso con víctimas. ¿Pero de qué tenía miedo la gente sino de una fantasía?.

Ahora hazte consciente de que tú eres una de esas personas que estás oyendo la radio, pero tu atención está puesta en ti mismo, así que antes de actuar a lo loco te aseguras de averiguar que está realmente ocurriendo. Entras en internet o haces un par de llamadas y compruebas que se trata de un simple programa de radio y no puedes por menos que reírte. ¡Está tan bien hecho que parece real!. Por la mente se te pasó por un instante que pudiera ser verdad, pero ahora puedes seguir disfrutando del programa. Para ti que sabes que eso es una ficción, el miedo y la preocupación no tienen cabida porque no tienen ningún significado. Lo que otros sufren percibiéndolo como real, peligroso, terrorífico, ¡el juicio final de la Humanidad!, tú lo disfrutas porque sabes de manera clara que es un juego totalmente inocente.

Ahora voy a ir un nivel más allá. ¿Qué te hace suponer que esta vida y todo lo que en ella experimentas con tu cuerpo y sus sentidos es más real que lo que hubieras podido experimentar si te hubiera tocado escuchar aquel programa de radio? La diferencia entre la que hubiera sido tu vida aquel día y tu vida ahora (sea lo que sea que estés haciendo) posiblemente consista solamente en otra historia en un contexto diferente, pero sigue siendo lo que tú, voluntaria o involuntariamente, quieres que sea. La realidad objetiva en ambos casos permanece oculta por nubes de pensamientos que sólo la santa visión puede desvanecer. Nada ha cambiado de aquel entonces a hoy en la capacidad de obnubilación de las personas. La gran mayoría siguen dormidas tejiendo sueños personales. La santa visión pone fin a eso.

Lo opuesto a ver con los ojos del cuerpo es la visión de Cristo, la cual refleja fortaleza en vez de debilidad, unidad en vez de separación y amor en vez de miedo.
(...)
La visión de Cristo es el don del Espíritu Santo, la alternativa que Dios nos ha dado contra la ilusión de la separación y la creencia en la realidad del pecado, la culpabilidad y la muerte. Es la única corrección para todos los errores de percepción: la reconciliación de los aparentes opuestos en los que se basa este mundo.
(Tomado del apartado "¿Qué postula?" del Prefacio de curso)

La visión de Cristo se otorga en el mismo instante en que se percibe. Allí donde todo es claro, todo es santidad. La quietud de su simplicidad es tan irresistible que te darás cuenta de que es imposible negar la simple verdad, pues no hay nada Más.
(T-14.II.8)

Sólo la santa visión te permite estar despierto y actuar con serenidad donde la mayoría reacciona, pues no funciona con los ojos, en nuestro ejemplo con los oídos, y en cualquier caso con los sentidos. La santa visión es el entendimiento de lo que hay más allá de tu percepción sensorial, de tus creencias y de las fantasías que la acompañan, pues te muestra lo que es verdad (la pureza de todas las cosas diría la lección de hoy). También es la antesala del Cielo porque ella misma es un estado mental receptivo previo que predispone a la paz y a la dicha absoluta que se disfruta en el Cielo. El curso lo menciona como "el puente" pues la visión es el don del E.S. Quien te guía en el viaje de transición.

El puente en sí no es más que una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. A este lado, vestodo sumamente distorsionado y desde una perspectiva errónea. (...)
(T-16.VI.7)

La nueva perspectiva que adquirirás al cruzar el puente será el entendimiento de dónde se encuentra el Cielo. Desde este lado parece encontrarse fuera de ti y al otro lado del puente. Pero al cruzar el puente para unirte al Cielo, éste se unirá a ti y os volveréis uno. Y pensarás, con feliz asombro, que a cambio de todo esto renunciaste a lo que no era nada. (...) 
(T-16.VI.11)
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jueves, 18 de octubre de 2018

Lección 262 de Un Curso de Milagros

No dejes que hoy perciba diferencias

1. Padre, tienes un solo Hijo. Y es a él a quien hoy deseo contemplar. Él es Tu única creación. ¿Por qué habría de percibir miles de formas en lo que sigue siendo uno solo? ¿Por qué habría de darle miles de nombres, cuando con uno solo basta? Pues Tu Hijo tiene que llevar Tu Nombre, ya que Tú lo creaste. No permitas que lo vea como algo ajeno a su Padre o a mí. Pues él es parte de mí, así como yo de él, y ambos somos parte de Ti que eres nuestra Fuente. Estamos eternamente unidos en Tu Amor y somos eternamente el santo Hijo de Dios.
2. Nosotros que somos uno, queremos reconocer en este día la verdad acerca de nosotros mismos. Queremos regresar a nuestro hogar y descansar en la unidad. Pues allí reside la paz, la cual no se puede buscar ni hallar en ninguna otra parte.

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Reflexión: El ejercicio de hoy vuelve a tocar el tema del cuerpo de igual modo que lo hizo el ejercicio anterior, aludiendo a él de manera indirecta. Es, en definitiva, un recurso para trascenderlo (centrándonos así en lo que es y no en lo que no es), y una invitación a la curación de nuestra mente, la cual no consiste en dejar de ver cuerpos cerrando los ojos o desviando la mirada hacia otro lado cada vez que te encuentras con alguien cara a cara o con gente por la calle; no. A Cristo se le ve con la visión del entendimiento (Se le ve en la luz, diría el curso), con la visión de la mente recta. Observas al otro y sí, tu sentido visual te muestra un cuerpo, pero tu ya sabes que es sólo una apariencia. El Ser en ti no se deja confundir porque estando presente, es consciente de que ahí no hay nadie más, de que te estás observando a ti mismo. 

1. El Cristo en ti no habita en un cuerpo. Sin embargo, está en ti. De ello se deduce, por lo tanto, que no estás dentro de un cuerpo. Lo que se encuentra dentro de ti no puede estar afuera. Y es cierto que no puedes estar aparte de lo que constituye el centro mismo de tu vida. Lo que te da vida no puede estar alojado en la muerte, de la misma manera en que tú tampoco puedes estarlo. Cristo se encuentra dentro de un marco de santidad cuyo único propósito es permitir que Él se pueda poner de manifiesto ante aquellos que no le conocen y así llamarlos a que vengan a Él y lo vean allí donde antes creían estaban sus cuerpos. Sus cuerpos entonces desaparecerán, de modo que Su santidad pase a ser su marco.
2. Nadie que lleve a Cristo dentro de sí puede dejar de reconocerlo en ninguna parte. Excepto en cuerpos. Pero mientras alguien crea estar en un cuerpo, Cristo no podrá estar donde él cree estar. Y así, lo llevará consigo sin darse cuenta, pero no lo pondrá de manifiesto. Y de este modo no reconocerá dónde se encuentra. El hijo del hombre no es el Cristo resucitado. El Hijo de Dios, no obstante, mora exactamente donde el hijo del hombre está, y camina con él dentro de su santidad, la cual es tan fácil de ver como lo es la manifestación de su deseo de ser especial en su cuerpo.
3. El cuerpo no tiene necesidad de curación. Pero la mente que cree ser un cuerpo, ciertamente está enferma. Y aquí es donde Cristo suministra el remedio. Su propósito envuelve al cuerpo en Su luz y lo llena con la santidad que irradia desde Él. Y nada que el cuerpo diga o haga deja de ponerlo a Él de manifiesto. De este modo, el cuerpo lleva a Cristo, dulce y amorosamente, ante aquellos que no lo conocen, para así sanar sus mentes. Tal es la misión que tu hermano tiene con respecto a ti. Y tu misión con respecto a él no puede sino ser la misma.
(T-25.Introducción)

Y esta es otra lectura dentro del mismo capítulo que también recomiendo para acompañar el ejercicio de hoy:

4. (...) No confundas la forma con el contenido, pues la forma no es más que un medio para el contenido. Y el marco no es sino un medio para sostener el cuadro de manera que éste se pueda ver. Pero el marco que oculta al cuadro no sirve para nada. No puede ser un marco si eso es lo que ves. Sin el cuadro, el marco no tiene sentido, pues el propósito de éste es realzar el cuadro, no a sí mismo.
5. ¿Quién colgaría un marco vacío en la pared y se pararía delante de él contemplándolo con la más profunda reverencia, como si de una obra maestra se tratase? Mas si ves a tu hermano como un cuerpo, eso es lo que estás haciendo. La obra maestra que Dios ha situado dentro de este marco es lo único que se puede ver. El cuerpo la contiene por un tiempo, pero no la empaña en absoluto. Mas lo que Dios ha creado no necesita marco, pues lo que Él ha creado, Él lo apoya y lo enmarca dentro de Sí Mismo. Él te ofrece Su obra maestra para que la veas. ¿Preferirías ver el marco en su lugar y no ver el cuadro?
6. El Espíritu Santo es el marco que Dios ha puesto alrededor de aquella parte de Él que tú quisieras ver como algo separado. Ese marco, no obstante, está unido a su Creador y es uno con Él y con Su obra maestra. Ése es su propósito, y tú no puedes convertir el marco en el cuadro sólo porque elijas ver el marco en su lugar. El marco que Dios le ha proporcionado apoya únicamente Su propósito, no el tuyo separado del Suyo. Es ese otro propósito que tienes lo que empaña el cuadro, y lo que, en lugar de éste, tiene al marco en gran estima. Mas Dios ha ubicado Su obra maestra en un marco que durará para siempre, después de que el tuyo se haya desmoronado y convertido en polvo. No creas, no obstante, que el cuadro será destruido en modo alguno. Lo que Dios crea está a salvo de toda corrupción y permanece inmutable y perfecto en la eternidad.
7. Acepta el marco de Dios en vez del tuyo y verás la obra maestra. Contempla su belleza, y entiende la Mente que la concibió, no en carne y hueso, sino en un marco tan bello como Ella Misma. Su santidad ilumina la impecabilidad que el marco de las tinieblas oculta, y arroja un velo de luz sobre la faz del cuadro que no hace sino reflejar la luz que desde ella se irradia hacia su Creador. No creas que por haberla visto en un marco de muerte esta faz estuvo jamás nublada. Dios la mantuvo a salvo para que pudieses contemplarla y ver la santidad que Él le otorgó.
(T-25.II.4:7)
Recuerda que siempre verás lo que quieras ver. Es una ley inexorable. Y lo que veas dará testimonio de ti mismo.
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martes, 16 de octubre de 2018

Lección 261 de Un Curso de Milagros

Dios es mi refugio y seguridad

1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad. Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado. No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos. Vivo en Dios. En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. En Él radica mi Identidad. En Él reside la paz eterna. Y sólo allí recordaré Quién soy realmente.
2. No dejes que vaya en pos de ídolos, Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi Ser.

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Reflexión: La lección de hoy hace una alusión al cuerpo de manera furtiva, evitando nombrarlo en ningún momento. ¿Por qué habría de hacerlo si, como afirma el curso, el cuerpo no existe? Tiene su lógica no hablar de lo inexistente, pues lo que no existe es solamente un símbolo. ¿Y para qué sirve un símbolo? Como instrumento temporal mientras cumple su propósito, nada más.

Lo que te da a entender la lección de hoy es que la identificación con el cuerpo no constituye ningún refugio seguro porque siempre está expuesto al cambio, al peligro, a los ataques y a su desaparición. 

¿Qué sentido tiene buscar refugio en lo que se construyó precisamente para fomentar el peligro y el miedo? ¿Por qué recargarlo con más cerraduras, cadenas o pesadas anclas, cuando su debilidad no reside en ello mismo, sino en la fragilidad de la brecha insubstancial sobre la que se erige? ¿Qué seguridad te puede ofrecer algo que descansa sobre una sombra? ¿Edificarías tu casa sobre algo que pudiera derrumbarse con el peso de una pluma?
(T-28.VII.6)

Con el instante santo pasas de identificarte con el cuerpo a identificarte con tu Ser. 

Es posible porque tú lo deseas. En la súbita expansión de conciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees reside el irresistible atractivo del instante santo. Te exhorta a que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. Ahí se te libera de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad receptiva y a la libertad. Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. Pues la paz se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.
(T-18.VI.14)

Y con la visión de "los demás" como quienes son en realidad, tus hermanos en Cristo, refuerzas tu identificación como Hijo de Dios. 

Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin consecuencia alguna. El mundo será arrastrado, pero este hogar permanecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. ¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para liberar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.
(T-28.VII.7)

El instante santo y la visión santa de tu hermano se dan la mano para ofrecerte el refugio y la seguridad que Dios nunca te ha quitado y ha guardado a salvo para ti desde el origen del tiempo.

La lección de hoy tiene su equivalente en la parábola del hombre que construyó su casa sobre la roca. Si gustas, te invito a que veas el vídeo de Valivan en el siguiente enlace mientras meditas todo este contenido: 


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domingo, 14 de octubre de 2018

La Pesca Milagrosa

Este post lo he asociado al ejercicio 260 de UCdM el cual habla de Dios como nuestra Fuente. También creo que resumen el propósito de toda la segunda parte de los ejercicios, que empezaron con la lección 221. La pregunta clave aquí es: "¿Cómo llegamos a la Fuente?". Voy a servirme del siguiente pasaje de los evangelios para explicar lo que quiero, dándole una interpretación que quizás nadie haya hecho con anterioridad.

La pesca milagrosa

Lucas 5:1-11

 Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.
Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.
Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él,
10 y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
11 Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.

Cuando se quiere pescar con cierta garantía se suele emplear como herramienta una red para capturar la mayor cantidad de peces que dispersos pululan por aquí y por allá, a veces en grupo, pero otras veces yendo en muchas direcciones. Hazte a la idea de que esos peces son tus propios pensamientos. Así que lanzamos la red para atrapar peces (pensamientos) y luego tiramos de ella para recogerlos reduciendo su espacio vital hasta que quedan atrapados en una sola bolsa compacta, un paquete que vamos izando poco a poco, el cual es como un pensamiento único más grande, el pensamiento de Dios. Con este símil quiero que pases a imaginar que pasamos de ser pecadores a pescadores.

El sueño del mundo y el ego (luego fragmentado en infinidad de egos) provienen de los pensamientos del Hijo de Dios los cuales nacieron con el Big Bang para multiplicarse y extenderse en un desorden cada vez mayor. De hecho la ciencia ha confirmado que el universo sigue expandiéndose. Los ejercicios de UCdM que estamos haciendo pretenden invertir ese proceso de expansión y caos el cual ocurre a escala cósmica, para volverlo uno de contracción y puesta en orden a escala individual. Por eso Dios, directa o indirectamente como pensamiento único, es siempre el objeto de nuestra práctica. Aunque el pensamiento de Dios no es Dios, no sólo apunta a Él, también simplifica, disciplina y unifica nuestro pensamiento el cual, puesto en manos del Espíritu Santo (E.S.), deja de ser poco a poco desordenado y escabroso (erróneo) para convertirse en pensamiento recto conforme avanzamos en la práctica de los ejercicios. Cuando lo hallamos conseguido, Dios dará finalmente el último paso. 

En la lectura del evangelio, el Cristo en nosotros habla a través del E.S., que es quien dirige el trabajo de la pesca diciendo dónde y cuando hay que echar las redes. Por otro lado, Simón Pedro, primero con su incredulidad y luego con su temor, representa al ego. Así que Jesús sube a una de esas barcas donde estaba Simón Pedro, acto que simboliza el bautizo o dar la bienvenida al Espíritu Santo en nosotros. Simón Pedro es cualquiera de nosotros como persona, y está preocupado porque quiere ganarse la vida. Ha tenido poca fortuna en los intentos de pesca anteriores y en su desesperación recurre a Jesús pidiéndole consejo: "En tu palabra echaré la red". Luego que ocurre el milagro, incrédulo y temeroso se arroja a los pies de Jesús porque se siente cuestionado bajo la mirada de todos los demás pescadores. Simón Pedro no se lo termina de creer y le dice a Jesús: "Apártate de mí porque soy un pecador". Es como si dijera: "Me has ridiculizado a la vista de todos los demás. Mejor piérdete y sal de mi vida". Así es nuestro ego, el cual presentará mucha resistencia en el proceso de realizar los ejercicios del curso, pues se sentirá cuestionado y amenazado en cuanto su pensamiento vaya perdiendo fuerza y ámbito de acción. El remate es la contestación de Jesús quien se dirige realmente a la parte de nuestra mente tomadora de decisiones; dice: "No temas". Es el E.S. que nos viene a decir: "deja el temor a un lado, deja el pensamiento de pecado atrás pues no eres ni un pecador ni un ego. Sígueme a mí para hacerte pescador de pensamientos". El E.S. sabe lo que hace, Él nos guía y nos conducirá finalmente a casa.

Ocurre un milagro, o una pesca milagrosa, cada vez que hacemos una corrección en nuestro pensamiento erróneo, dejando nuestro ego atrás para despertar a nuestra mente recta; y con cada milagro vamos recogiendo redes y acercándonos más a nuestra Fuente, tal como habla el ejercicio 260.

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Lección 260 de Un Curso de Milagros

Que recuerde que Dios me creó

1. Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. Que recuerde que Tú me creaste. Que recuerde mi Identidad. Y que deje que mí impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo.
2. Ahora recordamos nuestra Fuente, y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad. Somos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él.

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Reflexión: En cada lección ponemos a Dios en nuestro pensamiento, aunque el pensamiento de Dios no es Dios. Hoy lo hacemos recordando que Dios nos creó pues Él es nuestra Fuente. Recordamos también que nuestro propósito es "regresar" a Dios (regresar entre comillas porque nunca nos fuimos de Él pero creímos hacerlo). ¿Cómo regresar a Él?. Para no distraerte del propósito de la lección de hoy, he preferido escribirlo aparte. Lo encontrarás en el post titulado "La pesca milagrosa".

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viernes, 12 de octubre de 2018

Lección 259 de Un Curso de Milagros

Que recuerde que el pecado no existe

1. El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. ¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? ¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? ¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento? ¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?
2. Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. Pues el amor no puede tener opuestos. Tú eres la Fuente de todo lo que existe. Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.

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Reflexión: Hoy entramos a revisar la principal creencia errónea, el pecado, la cual originó la culpa que originó el miedo al castigo y que dio lugar al mundo tal como lo experimentamos. En realidad, todas las creencias son erróneas por cuestión de lo que son, pero unas nos mantienen lejos de la verdad y otras nos acercan a ella. Éstas tres (pecado, culpa y miedo) son las que más nos alejan de la verdad. La creencia en el pecado (el pensamiento "Yo" y el nacimiento del ego) es la causa primigenia del "alejamiento" de Dios y ha sido recogida en la literatura como la expulsión de Adam y Eva del paraíso. La paradoja es que la religión, haciéndonos un flaco favor, nos enseña que el pecado existe y que es la consecuencia de ir contra la Voluntad de Dios, con lo que nos aleja más de Dios. Es una creencia tan bien implantada que si no es la religión, la sociedad se encargará de recordárnosla. El curso la niega tajántemente (y la lógica, si lo piensas, también) pues dice que es imposible ir contra la Voluntad de Dios; es imposible no cumplir Su Voluntad, pero podemos creer que lo hacemos. Ese fue el problema, que creímos poder ir contra la Voluntad del Padre cuando se nos ocurrió la alocada idea (ilusoria) de que podíamos separarnos de Él, pero si Él es omnipotente y omnipresente eso no puede nunca llegar a suceder de ninguna manera. Así que de lo que se trata es de restaurar nuestra cordura y con ella nuestro estado de inocencia liberando a nuestra mente de la creencia en el pecado, en la culpa y el miedo al castigo. Hoy, totalmente convencidos, recordamos la inexistencia del pecado, da igual la autoridad de quien nos venga a decir lo contrario, pues la creencia en él es la barrera que nos separa de Dios, Quien no nos juzga ni nos condena ni quiere que suframos. Él siempre nos acoge con Amor infinito.

Para hoy recomiendo la siguiente lectura adicional que puedes encontrar en el libro de ejercicios.

4. ¿Qué es el pecado?
1. El pecado es demencia. Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. Y al estar loca, la mente ve ilusiones donde la verdad debería estar y donde realmente está. El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué iban a querer contemplar los que están libres de pecado? ¿Para qué iban a querer la vista, el sonido o el tacto? ¿Qué iban a querer oír o intentar asir? ¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? Usar los sentidos es no saber. Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.
2. El cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sí misma. Su propósito es luchar. Mas el objetivo por el que lucha puede cambiar. Y entonces el cuerpo lucha por otro objetivo. Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la mente ha adoptado para substituir a la meta de engañarse a sí misma que antes tenía. La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. Y así, los sentidos buscarán lo que da fe de la verdad.
3. El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos falsos. Las ilusiones son la "prueba" de que lo que no es real lo es. El pecado "prueba" que el Hijo de Dios es malvado, que la intemporalidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. Y Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrupción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre.
4. Los sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños. El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en la muerte. Mientras tanto, su Padre ha seguido derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden alterar en absoluto.
5. ¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? ¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? ¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? ¿Hoy quizá? El pecado no existe. La creación no ha cambiado. ¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? ¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?

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Regresar a Dios

  "Imagen satelital del río Amazonas fundiéndose con el Océano Atlántico.  Fuente: Agencia Espacial Europea (ESA), dominio público. La ...