jueves, 6 de diciembre de 2018

Lección 283 de Un Curso de Milagros

Mi verdadera Identidad reside en Ti

1. Padre, forjé una imagen de mí mismo, y a eso es a lo que llamo el Hijo de Dios. Mas la creación sigue siendo como siempre fue, pues Tu creación es inmutable. No quiero rendirle culto a ningún ídolo. Yo soy aquel que mi Padre ama. Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios. ¿Cómo no va a estar a salvo lo que Tú amas? ¿No es acaso infinita la luz del Cielo? ¿No es Tu Hijo mi verdadera Identidad, toda vez que Tú creaste todo cuanto existe?
2. Ahora todos somos uno en la Identidad que compartimos, ya que Dios nuestro Padre es nuestra única Fuente, y todo lo creado forma parte de nosotros. Y así, le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos amorosamente al mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con nosotros.
* * * 
Reflexión: El concepto de algo no es ese algo. El dedo que apunta a la luna no es la luna. Sin duda esta confusión es el principal obstáculo a la hora de lidiar con lo que persigue el curso que no es más que recordar quienes somos, de ahí el propósito de los ejercicios los cuales tratan de elevar nuestro entendimiento del Hijo de Dios desde el simple concepto teórico del ego, hasta la consecución de la iluminación y el recuerdo de la realidad. Ni lo que es la realidad ni lo que es el Hijo de Dios es algo que el ego pueda comprender.

El ego no entiende lo que es la mente y, por lo tanto, no entiende lo que eres tú. Su existencia, sin embargo, depende de tu mente porque el ego es una creencia tuya. El ego es una confusión con respecto a tu identidad. 
(T-7.VIII.4.5:7)

La comprensión de tu identidad pasa por despejar la mente de creencias que sólo añaden confusión cuando quieres recordar. Al ir eliminando dichas creencias se socavan las bases del ego el cual sentirá un gran vacío y mucho miedo. La situación entonces requerirá del uso de la fe pues vamos abandonando los apoyos del ego para apoyarnos cada vez más en la guía invisible de Aquel que sabe (E.S.). Entonces se empiezan a producir señales (milagros), ventanas en la dimensión espacio-temporal de tu mente que te empiezan a mostrar lo que es verdad en ti, tu identidad. Tu fe se incrementa entonces más y más.

Ten por seguro que nunca perdiste tu Identidad, ni tampoco las extensiones que la mantienen en un estado de plenitud y de paz. Los milagros son expresiones de esta certeza. Son a la vez reflejos de tu correcta identificación con tus hermanos, así como de tu conciencia de que esta identificación se conserva mediante la extensión.
(T-7.IX.7.1:3)

La separación existente entre ilusión (estado de disociación) y realidad, o lo que es lo mismo, entre el ego y tu verdadera identidad, es una nube compuesta de pensamientos y creencias que se alzan como un muro dentro de tu mente. Crees que ese muro te protege de lo que hay al otro lado, y el miedo que sientes es lo que te impide estar en paz aquí. Nunca te atreverás a cruzarlo si crees que del otro lado vas a estar peor que dónde estás.

¿Podrías estar en paz estando separado de tu identidad? La disociación no es una solución: es algo ilusorio. Los ilusos creen que la verdad los va a agredir, y no la reconocen porque prefieren lo ilusorio. Al juzgar a la verdad como algo indeseable, perciben entonces sus propias ilusiones, las cuales obstruyen el conocimiento.
(T-8.V.1.1:4)

Si quieres recordar tu identidad tienes que atreverte a desmontar creencia a creencia ese muro divisor. Una de las más importantes, si no la más, que conforman la base de dicho muro es la de la separación. Debes dejar de sentirte separado y desconectado de los "otros" pues no hay "otros". 


Recuerda siempre que tu Identidad es una Identidad compartida, y que en eso reside Su realidad.
(T-9.IV.1.6)

Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño. No compartas con él su ilusión acerca de sí mismo, pues tu identidad depende de su realidad. Piensa en él más bien como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que tienes una relación fraternal.
(T-28.IV.3.1:3)

En la relación santa el muro separador ha desaparecido porque realizas la función que el E.S. te asignó cuando viniste aquí, la cual es perdonar. Ya hemos dicho que perdonar es pasar por alto lo ilusorio, corregir en tu mente la percepción errónea en favor de la verdad.

Aquellos que se han unido a sus hermanos han abandonado la creencia de que su identidad reside en el ego. Una relación santa es aquella en la que te unes con lo que en verdad forma parte de ti.
(T-21.IV.3.4:5)

Identidad y función son una misma cosa, y mediante tu función (perdonar) te conoces a ti mismo.
(T-27.II.10.6)


Al perdonar corregirás tu mente errónea o dormida, para darte cuenta de que tu verdadera identidad ha residido siempre en tu mente sana o mente crística, la cual compartes con el E.S.

Cuando percibas que la corrección es lo mismo que el perdón, sabrás también que la Mente del Espíritu Santo y la tuya son una. Y de esta manera, habrás hallado tu propia Identidad.
(T-27.II.12.2:3)

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